Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 4 ::.
Sentada frente a su escritorio, Rukia miraba con desconfianza el hermoso arreglo de violetas que él le había mandado.
Kuchiki se preguntaba: ¿cómo es que ese tipo supo dónde dar con ella?. Debía tener un par de contactos, seguramente.
La pelinegra posó su brazo sobre el escritorio, recargándose en este; torció molesta sus pequeñas cejas, desviando la mirada al tiempo en que sus labios formaban un puchero.
¿Cómo fue a terminar en esta situación?. Cerró los ojos y el recuerdo vino a ella. . .
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* Ya dije que no, ¿cuántas veces tengo que repetirlo?. *
* Onegai !. *
* Que te largues !!. *
La joven de negros cabellos no pudo soportar más y explotó.
Es que estaba harta, esa mujer era tan necia que la sacaba de sus casillas, sin mencionar, claro, que Rukia no la estimaba mucho que digamos. Y es que Inoue Orihime era la culpable de que la relación más estable que Kuchiki había tenido se disolviera.
¿Cómo?, fácil. . . esa “mujerzuela”, como Rukia la llamaba, le quitó a su último novio: Ishida Uryuu. ¿No es esa suficiente razón para odiarla?.
Pero Kuchiki Rukia, siendo la gran y fría mujer que es, no retuvo al hombre si este ya no quería nada con ella, ni mucho menos intentó vengarse de la joven de largos y anaranjados cabellos. Entonces. . .
““¿Por qué a mí?.””
Pensaba la pequeña mujer. Ella no quería ni escuchar hablar de Inoue, mucho menos verla ni tratar con ella, pero esa necia seguía allí, insistiendo en algo que Kuchiki no estaba dispuesta a darle.
Rukia suspiró cansada, sentándose en su cómodo lugar frente al escritorio, se llevó las manos a la cabeza, masajeando las sienes, luego alzó la mirada, estudiando a la mujer frente a ella.
Inoue Orihime era una joven modelo cuya popularidad había venido aumentando en el último año, en parte gracias a sus enormes atributos, luego gracias a los diseños precisamente del ex-novio de la pelinegra, Ishida Uryuu, y esa era exactamente la razón por la que Rukia no entendía la descabellada petición de esa chica.
* Jamás te daré ese diseño y lo sabes. . . pídele a Uryuu que te dedique uno con todo su amor. *
Era claro el reproche en la voz de Kuchiki, quien no pudo dejar pasar la oportunidad de externar unas cuantas palabras con un poquito de veneno.
* Tú eres una afamada diseñadora, Rukia, y el diseño que recién diste a conocer es. . . sublime. *
La chica de oscuros cabellos cerró los ojos, sonriendo con satisfacción.
¿Qué podía decir?, ella es increíble y por tanto su trabajo impecable.
* Ya tengo a la candidata para modelar ese vestido, así que. . . *
* Onegai !, Rukia, pídeme lo que quieras, haré lo que sea !!. *
La diseñadora torció su pequeña boquita. Ahh, que mujer tan necia, además. . . ¿Quién le permitió llamarla por su nombre?. Cómo sea, Rukia no estaba dispuesta a darle su mejor diseño a la mujer que le vio la cara y se burló de ella no hace más de medio año.
La pelinegra sonrió ante la ironía de la vida. Pero Orihime dijo algo que Rukia no pudo ignorar.
* Lo que yo quiera, ah?. *
Orihime alzó el rostro, sonriente, vislumbrando la victoria.
Ya había visto el diseño de la mujer frente a ella, y era simplemente divino. Si la pelinaranja conseguía modelar ese vestido y ser la imagen de la misma línea, lograría la puerta del éxito, se consagraría como una de las mejores modelos de Japón, su fama se tornaría internacional, eso seguro.
Inoue ya saboreaba el éxito, cuando las palabras de la pelinegra la bajaron de su nube, trayéndola a la realidad. . .
* Una noche con tu hombre, ese es el precio y el diseño es tuyo. . . *
Rukia sonrió ante sus propias palabras, cruzando las piernas con elegancia.
La mujer disfrutó de la incrédula expresión en el rostro de la modelo. Veía la indignación, el coraje, pero sobretodo la duda. . . esa perra estaba contemplando la opción de entregar a su chico con tal de conseguir el maldito vestido.
* Pe-pero él no tiene nada que ver, él. . . *
* Ay, por favor !, ¿crees que me interesa?, tómalo o déjalo. *
Rukia alzó la voz, ella había puesto las cartas sobre la mesa, lo único que la modelo debía hacer era escogerlas, no tenía tiempo ni ganas de escuchar dudas ni peros. . .
Kuchiki dobló las cejas con fastidió, su corazón latía rápidamente dada la espera que le daba el silencio de la pelinaranja. Rukia estaba nerviosa, en el fondo quería que la mujer se negara y que saliera de su oficina, que terminara con la estúpida petición que le hizo.
Sin embrago, Inoue alzó el rostro, sus ojos desbordando determinación, así como ambición.
* Está bien. . . él será tuyo, pero solo por una noche. *
La expresión de la pelinegra se suavizó, manteniéndose seria aunque sus cejas seguían ligeramente tensas sobre sus lindos ojos violetas.
* ¿Qué hay de él?. *
* Déjamelo a mí. . . no habrá problema. *
Orihime estaba tan confiada, en cambio Kuchiki desvió la mirada y su atención a los diseños sobre su escritorio, tratando, de pronto, de terminar con ese desagradable acuerdo al que habían llegado.
* Muy bien, retírate entonces. Llámame en un par de días para tratar los detalles. *
Rukia giró su asiento, dándole la espalda a su inesperada visita y ahora socia.
La modelo poco tardó en abandonar aquella oficina sin decir palabra, no le convenía, al menos por ahora, ya después haría sus jugadas.
Mientras, Rukia se perdió en el paisaje del imponente Tokyo más allá del inmenso ventanal de su oficina.
““¿Qué he hecho?.””
Pensó. Acababa de cometer la mayor estupidez y locura de su intachable vida. Lo peor es que se rebajó al nivel de la mujer de largos cabellos naranjas.
Kuchiki respiró hondo, tratando de relajarse, giró nuevamente sobre su asiento, dispuesta a volver al trabajo, no tenía caso mortificarse o arrepentirse por lo que ya estaba hecho.
Quizá solo debía disfrutar del dulce sabor de la venganza.
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La mujer abrió los ojos, suspirando poco después.
Venganza era lo que ella buscó, una noche fue más que suficiente para ella, quien se sentía fatal después de la locura que cometió, orillada por el rencor.
Rukia giró el rostro, admirando una vez más el lindo arreglo de violetas. No pudo evitar que sus pequeños labios formasen una sutil sonrisa.
Recordó al culpable de que esas flores estuviesen allí.
Finalmente, Kuchiki se atrevió a tomar la tarjeta que estaba sobre las flores y leerla...
“No fue linda, fue hermosa... ¡ y tu eres maravillosa !.”
Las mejillas de la joven pronto se tornaron carmín. Por supuesto que aquella era una linda dedicatoria, pero lo que la sorprendió y la hizo sonrojar, fue que dichas palabras escritas no eran más que la respuesta a una nota que la misma Rukia dejó sobre el buró antes de ‘escapar´ y dejar a su amante durmiendo plácidamente. . .
* Nunca quise involucrarte, Ichigo, esto no estaba en mis planes. . . pero me alegro que hayas sido tú y no otro hombre. *
Rukia susurró para sí, sin poder borrar de su rostro aquella linda sonrisa, mientras recordaba la que debía ser su nota de despedida para Kurosaki tras la apasionada noche que compartió con él. . .
“Fue una linda noche, y tú. . . tú eres increíble. . . ¡ arigatou !.”