Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 11 ::.
Podría decirse que sus almas les regresaron al cuerpo cuando los médicos les dijeron que su bebé no corría peligro alguno, sin embargo debían tener un poco más de cuidado con ese embarazo, más cuidado de lo normal, solo por precaución.
El trago amargo había terminado, dando paso ahora a la total felicidad. . .
* Ma-matte, Ichigo !. . . *
Rukia apenas suspiró aquella suplica, pues el pelinaranja la mantenía cautiva bajo su excitante y duro cuerpo, llenándola de besos y caricias tranquilas, cuidadosas.
De por si Kurosaki siempre tuvo la idea de que la pelinegra se rompería cual figura de cristal si él no tenía cuidado y medía su fuerza; con más razón ahora que el vientre de la mujer había crecido un poco, solo un poco, algo apenas perceptible para ellos dos, especialmente en ese instante que estaban desnudos. . .
Una sonrisa adornó su apuesto rostro; a Ichigo le provocaba una gran ternura mirar el vientre de su chica y pensar que allí dentro, poco a poco, crecía su bebé, tan pequeñito ahora. Aunque. . . el deseo y la pasión siempre lo enloquecían, y el pelinaranja siempre terminaba tomando a Kuchiki con fuerza y desesperación, casi salvaje. . . esa era su naturaleza.
Cuando el deseo y la lujuria lo cegaban, Ichigo no era muy cuidadoso que digamos, pero ahora. . . había una razón en especial para serlo, o debería decir. . . una personita especial.
* ¿Te duele?. *
* I-Ia, es solo que… temo dañarlo de algún modo. *
El pelinaranja curveó suavemente las cejas, mostrando ternura y comprensión. Él mismo tenía esa sensación, pero sabía que no le harían daño al bebé.
““Además, la extraño tanto.””
Pensaba el muchacho, recordando que no había intimado con la chica desde hacía ya un par de meses, y lo insistente que él había sido durante ese lapso de tiempo. . . hasta ahora en que Rukia no pudo contra los besos y terminó prisionera de su abrazo, ese abrazo del que Ichigo nunca, jamás, la dejaría escapar.
* Seré cuidadoso, lo prometo !. *
Kuchiki cerró fuertemente los ojos y se llevó una mano a la boca, tratando de acallar los gemidos de gozo. Ese desesperado estaba acariciando su vulva por encima de las bragas; lo hacía tan suave y tan tranquilo que Rukia no supo cómo pudo terminar agitándose bajo el cuerpo masculino, arrugando las sábanas ante la fuerza de su agarre.
Ese no era el Ichigo que ella conocía, este era cuidadoso y tranquilo, pero, vamos, después de todo él se lo había prometido y ella bien sabía que ese hombre siempre cumplía sus promesas, por eso había depositado toda su confianza en él.
Pero los pensamientos de la pelinegra se tornaron confusos una vez que el pelinaranja se deshizo de su ropa interior y comenzó a frotar el clítoris expuesto con un par de traviesos dedos.
* Ichi… go !, tú... ¡ bastardo !. *
* Hey, ¿así tratas al hombre de tu vida y padre de tu futuro hijo, quien por cierto te está dando mucho placer?. *
Kuchiki se retorció bajo su cuerpo, aferrándose a sus hombros.
Se mordió el labio; ese hombre era un sinvergüenza, capaz de pasar de ser un hombre tierno y suave a uno lleno de lujuria y ansias. Un maldito gusano que le estaba regalando el orgasmo más suave y lindo de su vida.
Rukia cedió ante el roce de los dedos del pelinaranja sobre su hinchado y necesitado botoncito de placer, gritando su nombre y respirando agitada cuando las palpitaciones parecieron terminar.
* Baka !. *
La mujer entrecerró los ojos, se sentía cansada pero bien sabía que ese hombre no la dejaría descansar, se lo dijeron sus ojos opacos ante la lujuria, se lo dijeron sus labios que hambrientos se posaron sobre los suyos, devorándolos con furia e infinita necesidad.
* Te amo !. * _Le dijo él entre besos._ * En verdad te amo !!. *
Ella suspiró entre feliz y triste.
Era una sensación muy extraña el saber los sentimientos de su compañero.
Le hubiese gustado meditar un poco más sobre ello, pero de pronto sintió cómo la virilidad del pelinaranja se frotaba contra su vulva, causándole cosquilleo, excitación y cierto miedo.
* ¡ Ichigo !. *
* Onegai, Rukia… te necesito, necesito sentirte… * _La besó._ * Necesito hacerte el amor !!. *
No cabía duda que Kurosaki Ichigo era un tramposo, pues mientras le dedicaba aquellas palabras, se acomodó entre las piernas de la chica y poco a poco fue penetrándola, primero la punta, haciéndola suspirar y luego, con lentitud, se clavó totalmente en ella.
* Ahh !… mmm !!… *
Rukia se mordió el labio, tratando de reprimir los gemidos, pero sentir el pene de Ichigo, entrando y saliendo de su sexo con desesperante tranquilidad, brindándole ese roce, ese cosquilleo que la hacía enloquecer. . . era demasiado.
Kuchiki se aferró a su amante, jadeando y gimiendo entrecortadamente lo mucho que disfrutaba de esto, así como lo mucho que lo quería a él, lo especial que él era para ella.
Ichigo sonrió, moviendo las caderas ligeramente más rápido, pero siempre suave y cuidadoso. Es que para él esto era tocar el cielo, llegar al mismísimo paraíso.
Rukia era tan pequeña e Ichigo siempre pensó que debido a ello, ella era tan estrecha, lo cual le brindaba inmenso placer a la hora de hacer el amor. Suave y fina. . . hermosa, a veces tierna y otras agresiva e incluso hipócrita, pero él no la imaginaba de ninguna otra manera.
Todos esos pensamientos, saber que esa mujer era su razón de vivir y al mismo tiempo su perdición, lo hicieron poner más empeño en sus embestidas, zambulléndose una y otra vez en la cálida intimidad de su amada, ese pequeño y cálido espacio que ella le ofrecía y que él tanto adoraba y celaba, ese que lo llevaba a la locura.
Como justo en ese momento en que Rukia gritó su nombre y poco después sintió cómo las pulsaciones de su vagina aferraban su verga, obligándolo a acompañar a Rukia en el éxtasis, mientras él, simplemente vertía en ella su esencia y un ronco gemido abandonaba sus labios, así como él abandonaba el divino cuerpo de su chica.
Agotados, abrazándose casi sin fuerzas pero sin la más mínima intensión de separarse, se miraron uno al otro por largo rato mientras sus respiraciones se normalizaban.
Sin dejar de mirarse, poco a poco fueron cerrando los ojos, terminando siendo vencidos por el sueño.