Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 2 ::.
Rukia giró sobre sus talones y utilizó la fuerza de ese movimiento para tomar impulso y estampar su puño en el rostro de quien quiera que intentó propasarse con ella.
* Mierda !!. *
Escuchó al tipo mascullar al tiempo en que ella lo miraba con sus lindos ojitos llenos de ira.
Lo estudió por un momento. Sus cabellos eran de un peculiar color naranja, era muy alto, en especial comparándolo con ella.
Y cuando el chico giró la cara reponiéndose del golpe, ella sintió cierto arrepentimiento por maltratar ese rostro tan apuesto.
El muchacho sonrió travieso, dejándola embobada y desarmada con esa expresión tan sexy. Por eso es que estaba desprevenida para lo que pasó después.
El pelinaranja la tomó con brusquedad, estampándola contra el muro más cercano. Rukia estaba atrapara entre la pared y el musculoso y sexy cuerpo de aquel hombre, quien respiraba agitado, su aliento chocando contra los labios de la mujercita, contagiándole su pasión y lujuria, más aun con sus tocas manos recorriéndola por todas partes, encendiéndola.
* Tendré. . . ¡ tendré que castigarte por eso, enana !. *
* ¿Cómo me llamaste?, tu !. . . *
* Ichigo, soy Ichigo Kurosaki. *
Apenas se presentó, el pelinaranja tomó los labios de Kuchiki con los propios, devorándolos con pasión y necesidad.
Rukia se aferró a su cuello, correspondiendo el beso y las caricias.
* Mmm!, I-Ichigo. . .!! *
* Pequeña, no sabes lo bien que se oye mi nombre en tus labios y en tu voz. *
Los besos se volvieron más intensos y profundos, la lengua del Kurosaki había penetrado en la boca de la chica, jugueteando con la de ella en una pequeña batalla en al que ninguno de los dos quería ceder.
* ¿Cuál es tu nombre, preciosa?. Dímelo. . . necesito saberlo !. *
La pelinegra rompió el beso y giró el rostro, respirando agitada con lo que Ichigo se deleitó con el cuello femenino, recorriéndolo, mordiéndolo con suavidad.
* ¡ Rukia !. *
Dijo ella en un suspiro.
Ichigo sonrió; los ojos cerrados, acomodado sobre el cuello de su compañera.
* ¡ Suena hermoso !. *
Su aliento chocó contra la oreja izquierda de la joven, haciéndola estremecer y gemir agradada. En ese instante, Kuchiki supo que no podría detenerse. . . quería todo con ese hombre, llegar lejos, muy lejos sin importar las consecuencias.
Y como si adivinase sus pensamientos, el pelinaranja coló sus manos bajo la blusa y el sostén de la chica, acariciando, estrujando los redondos pechos.
* Ahhh, mmm !!. *
Los dulces gemidos de la ojivioleta no hacían sino enloquecerlo, entonces Ichigo la alzó hasta acomodarla sobre sus caderas, ella cruzó las piernas tras la espalda del chico para mantenerse en esa deliciosa posición.
Sus sexos, aun bajo las ropas, rozándose casi con desesperación.
Pero para Kuchiki fue toda una revolución sentir como el pelinaranja se deshacía de su blusa negra de encaje y el sostén, dejando sus pechos al aire para inmediatamente después ser cubiertos, uno por la mano izquierda de su compañero, quien amasaba y estrujaba con ansias, y el otro era atendido por la boca y la lengua del chico, que besaba y lamia el sonrosado y erecto pezón.
Cuando la lujuria se desbordó, Ichigo terminó succionando, cual infante en busca de alimento, quizás así era, solo que él era un hombre que se alimentaba de pasión y placer.
* Ahhh !!. . . *
El gemido que profirió la mujer encendió a Ichigo totalmente, así que comenzó a luchar con sus pantalones, pero por la posición en la que estaban le resultó imposible, por lo que tuvo que soltar a su compañera por un momento.
Mientras ambos luchaban contra lo que quedaba de sus ropas, se besaron con ansias, demorando mucho en quedar desnudos a pesar de la desesperación.
Una vez ambos estuvieron al natural, se miraron con fijeza, estudiándose, ¡NO!, deleitándose con la visión del cuerpo del otro.
Rukia admiraba la verga erecta del pelinaranja, relamiéndose los labios al imaginar tremenda herramienta sexual en su interior.
Ichigo, por su lado, quedó hipnotizado con la silueta femenina, que en sus palabras era sencillamente divina. Sus senos no eran pequeños, sino simplemente de tamaño normal, pero muy hermosos en su perfecta redondez.
La cintura era suave y frágil, pero le daba la impresión de que sus brazos encajaban perfectamente en ella. Y sus piernas. . . ¡ dios !, esas piernas eran hermosas. No había visto nunca unas tan perfectas.
El Kurosaki alzó el rostro, encontrándose con la bella expresión de Kuchiki. Sin duda la chica más hermosa que haya visto.
Y sus ojos... eran un par de gemas, a veces violetas y a veces azules... No!, definitivamente eran violetas, y lo miraban con tal intensidad y un adorable brillo cubriéndolos, como incitándolo a besarla. Y eso iba a hacer precisamente.
* ¡¿Qué demonios?!. . . *