Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 2 ::.
Abrazó con fuerza la suave almohada. . . Rukia no podía apartar la mirada de la luz que se filtraba bajo la puerta de su habitación.
No había podido dormir, aguardando nerviosa a que él, su celador, llegase por fin.
Escuchó ruidos, pasos de alguien al subir por las escaleras y luego. . . la luz se apagó para finalmente abrirse la puerta de su alcoba, con lo que el corazón de la chica dio un vuelco; su pulso se aceleró y cerró los ojos con fuerza y sin dejar de temblar.
Él estaba aquí; iba a abrazarla, a besarla y a tocarla por todas partes, como había venido haciéndolo todas las noches desde hacía casi un año.
Kuchiki sintió su corazón latir con más fuerza, de miedo, sí, pero también de ansiedad, de nervios. . . de deseo. Rukia sacudió la cabeza; no debía sentirse así. Ella debía odiar a ese bastardo, aborrecerlo y maldecirlo por hacerle esas cosas.
??Y sin embargo. . . sin embargo, yo. . .??
* Tadaima, Rukia-chan !. *
Una voz varonil se dejó escuchar en la penumbra de la habitación. En murmullos, como si se burlara, o como si se divirtiese con este juego.
Tras la puerta cerrada de aquella lujosa recamara, Kuchiki Rukia estaba atrapada junto con el hombre que se había convertido en su tutor desde hace un año, al morir sus padres en un accidente de tránsito. El muy maldito solo la había dejado guardar luto y llorar a sus padres por apenas un mes, después. . .
??Después el bastardo me robó la inocencia, me hizo suya una y otra vez. . . y aun lo hace.??
Recordaba la pelinegra mientras con su mirada seguía la sombra de su tutor que se aproximaba a ella.
* Todo el día no he dejado de pensar en ti, pequeña. *
Le susurró al oído, una vez se reunió con ella en el lecho, posándose sobre la delicada figura femenina, colmándola con su propio cuerpo, amoldándola a él.
* ¡ Te deseo tanto !. *
Le decía, al tiempo en que la rodeaba con sus fuertes brazos, acomodándola boca abajo, atrapándola y manteniéndola prácticamente inmóvil y presa de sus lujuriosas caricias y sus apasionados besos.
* Yamete kudasai !, Aizen-san... onegai !!. *
Susurró ella, en un vano intento por parar esto, porque bien sabía que era inevitable.
Ignorando las suplicas, las manos del castaño recorrieron la suave figura de la chica, primero por encima de la pijama, luego metió las manos bajo la tela, deshaciéndose de las molestas prendas poco después, levantando la playera y bajando, de un solo jalón, los pantaloncillos junto con las braguitas de ?Chappy dulces sueños?, dejando expuesto el traserito de la pelinegra, así como la tierna vulva aun carente de vello.
Sin perder tiempo, Aizen comenzó a restregar su verga contra la expuesta vagina de Kuchiki, frotando la punta de su pene contra la delicada línea que separaba los glúteos de la joven, presionando para hundirse superficialmente; al separar las nalgas, restregó su pene con mayor fuerza, haciendo a su compañera jadear de un ligero dolor ante la rudeza empleada por él.
Sosuke se relamió los labios al sentir la calidez y la suavidad de las partes intimas de la chiquilla. Sus toscas manos recorrían erráticas los contornos femeninos, deleitándose con los escalofríos que en ella provocaba.
Rukia se negaba y lo rechazaba una y otra vez, pero la verdad es que, en el fondo, ella disfrutaba mucho de sus encuentros, prueba de ello fue cuando Aizen comenzó a frotar sus dedos medio e índice sobre el hinchado y duro clítoris de la jovencita, con lo que la hizo arquearse y gemir sonoramente, mientras con la otra mano, él estrujaba el pecho izquierdo, pellizcando el rosado y puntiagudo pezón o a veces apretaba el pecho completo.
* No, no, ahh !, mmm !!. . . *
Pero el castaño ignoraba las peticiones de la chica; no pretendía complacerla, al menos no de esa manera, porque sexualmente la llevaría al paraíso una y otra vez.
* Vamos, Rukia-chan, goza !. . . ¡ déjate llevar !. *
Le decía él, al tiempo en que le mordía suavemente la oreja izquierda.
* Disfruta !... siente mis manos tocando tu clítoris. Lo deseas, sí !... quiero que te corras para mí !, vamos... ¡ hazlo pr mí !. *
* Ahhh, n-no !, aammm !. *
Aizen le hablaba lleno de lujuria, excitándola aun cuando ella se resistía.
Sentir su cálido aliento chocar en su oreja, su mano que le amasaba el pecho con insistencia y sus perversos y expertos dedos tallando su clítoris. Todo aquello en combinación era demasiado placer como para resistirlo.
* No, no, ahh !, aaahhhh !!. . . *
Rukia gritó ante el orgasmo que la recorría, aquel al que tanto se resistió y del que ahora gozaba, arqueando su frágil cuerpo al tiempo en que su mente se tornaba completamente en blanco.
Mientras, Aizen se entretenía mordiendo y lamiendo el blanco cuello de su protegida, aprovechando la languidez de la ojivioleta para acomodarla debajo suyo.
Sosuke se tomó unos instantes para admirar a su pequeña amante; tan pequeña y frágil...
* ¡ Tan joven y hermosa !. *
Susurró el castaño, contemplando a la mujercita que yacía indefensa bajo su cuerpo.
* Pídemelo, Rukia !. *
* ¿Na, nani?. *
* No finjas. *
Le acusó mientras restregaba su dura verga contra el mojado y caliente sexo de la pelinegra.
* Sé que lo deseas, ¡ pídemelo !. *
La jovencita se arqueó inquieta bajo el musculoso cuerpo de su tutor, resistiéndose pues no quería dejarse vencer y llevarse por las deliciosas sensaciones que él le provocaba. Pero sentir su pene, caliente y duro, delineando su entrada vaginal, la estaba haciendo ceder poco a poco.
Aizen se clavó en la cálida intimidad de la jovencita con tortuosa lentitud, disfrutando cada centímetro que su pene avanzaba en el estrecho espacio.
* Oh, pequeña, ahh !. *
El castaño apretaba los dientes con fuerza para soportar el tremendo gozo de su verga prisionera en el interior de Kuchiki y se negaba a gemir sin reserva como deseaba. . . porque no quería que la joven entre sus brazos supiese lo mucho que él la necesitaba.
* Por favor, no !!. *
Las suplicas de la pelinegra se volvieron más débiles e inseguras mientras de forma involuntaria, agitaba las caderas con delicadeza, al encuentro de la virilidad del castaño.
Cuando el pene de Aizen estuvo totalmente enterrado en la vagina de la chica, él se tomó su tiempo para admirar a la bella jovencita bajo su cuerpo, tan solo un instante. . . porque la vulva femenina parecía succionarlo y él no pudo soportar inmóvil esa maravillosa sensación.
Y comenzó a entrar y salir del sexo mojado de su amante. Primero lento, casi suavemente, luego rápido y fuerte, con desesperación casi salvaje, disfrutando de la fricción de su verga contra la piel interna de Kuchiki. Sus toscas manos aferradas dolorosamente a las sutiles caderas de la mujercita, para tener impulso y penetrarla con locura.
Pronto, los gemidos entrecortados de la ojivioleta delataron su gozo y el hombre quería oírla rogar por él.
* Dilo !. *
* No, no !. . . onegai, no !. *
* ¿Qué cosa?. Dilo !. *
* N-no te, no te deten? gaass !!. *
Aizen sonrió con lujuriosa satisfacción. Esa chiquilla era totalmente suya y ahora se entregaba a él sin reservas.
* Oh, sí. . . aaahhh !!. *
* ¿Te gusta pequeña?. . . dímelo, ahh!. *
* Oh, yo. . . ¡¡ me encantaaahh !!. *
Sosuke Aizen soltó una fuerte y triunfal carcajada. Ahora esa mujercita no podría negarle nada.
* Entonces toma, pequeña, toma !, ahh !!. *
* Más !, más !. . . mmm !!, uff !!. *
* ¡ Toma preciosa !. . . es todo tuyo !. *
Rukia se mordió el labio inferior; sus ojitos bien clavados en ese hombre.
??Mentiroso.??
Pensaba, pues bien sabía que él tenía asuntos con otras mujeres y que en realidad él no era solo suyo como en ese momento quería hacerle creer.
??Ni él ni su maravillosa verga !.??
Pensaba, llena de celos.
Rukia cerró los ojos y se dejó llevar por la lujuria y la pasión; entregándole a Sosuke Aizen algo más que su pequeño cuerpo. . . sin que él lo supiera ella le había dado su amor desde hace tiempo. . . desde antes de la primera vez, mucho antes de que él se convirtiese en su tutor.
Kuchiki se olvidó de todo aquello por unos instantes, ahora solo quería disfrutar de aquel hombre y su excitante cuerpo. . . y que él disfrutara de ella, por eso se sentía tan excitada; su vagina tan lubricada y cada vez estaba más ajustada, apretando con fuerza el pene del castaño, quien lo disfrutaba al máximo.
* Sí, más !!, ahhh !. . . *
Finalmente, Rukia perdió el control de sí.
Las penetraciones de Aizen se hicieron más fuertes y profundas y cuando la pelinegra no pudo soportar tanto placer, sintió como las contracciones de un fuerte orgasmo la hicieron venirse entre gritos de gozo mientras su vagina retenía en su interior el miembro de su compañero. . . exprimiéndolo.
Y aquel imponente hombre no pudo contra la deliciosa caricia alrededor de su verga y, lanzando rugidos de placer, soltó su abundante venida en la vagina de Kuchiki.
Rukia yacía exhausta y satisfecha, su amante descansando encima suyo, aun clavado en ella, pero perdiendo su dureza poco a poco. Aunque la pelinegra aun sentía como el semen del castaño la llenaba y escurría lentamente entre sus piernas. . . ¡ era delicioso !.
Aizen se separó ligeramente para mirarla a los ojos, esos bellos ojos violetas. . . y la llenó de besos. Su boca, mejillas, sus parpados, bajando por su cuello y luego sus senos.
* ¡ Oh, pequeña mía !. *
Le susurró él con voz suave, casi dulce.
Aizen se preguntaba si acaso ella sabía que él solo eyaculaba en su cálido y dulce sexo. . . nunca se había corrido en el interior de otra mujer. Y que, claro, con todas las demás usaba condón. . . excepto con Kuchiki.
??No, ni siquiera lo imagina.??
Pensaba, mientras la estrechaba con un poco más de fuerza entre sus brazos.
* Estaré una semana en Londres. *
Le dijo al oído. Ella tembló; entonces él se iría lejos, con otra mujer a la que presumiría ante la sociedad. Y ella. . .
??La incómoda hija adoptiva.??
Pensó, sin poder evitar la tristeza.
??Encerrada en esa mansión. . . oculta entre las sombras.??
Entonces Rukia se estremeció, asustada de saber cuánto lo deseaba. . . cuanto lo necesitaba.
El castaño lo notó y no pudo evitar sonreír con satisfacción. Su pequeña estaba celosa, aun con lo mucho que se resistía a él.
* Muy pronto, Rukia-chan !. . . tu tomarás tu lugar a mi lado ante todos !. *
Tras estas palabras, Sosuke cubrió a ambos con las sábanas, dispuesto a descansar de la única forma en que podía hacerlo. . . con la ojivioleta atrapada entre sus brazos.
* Buenas noches, mi niña. *
Le dijo a su jovencita especial.
La pelinegra hizo un puchero; no le gustaba que él la llamara niña o pequeña, pues le recordaba la diferencia de edades, que él era su tutor, que su relación estaba más que prohibida. Pero el castaño cerró los ojos, ignorando la expresión en el rostro de la joven.
??Buenas noches, ja !; no podré pegar ojo en varias horas !.??
Pensaba con burla. Era imposible dormir, al menos para ella, después del intenso encuentro que tuvo con su tutor. Más luego sonrió traviesa, ser la hija adoptiva de Sosuke Aizen tenía sus ventajas. . . el sexo desenfrenado era una de ellas.
Que ella fuese la única mujer con la que él dormía, era más que una ventaja, era un privilegio. . . aunque la Kuchiki desconocía que ella es la única con la que él comparte la cama después del sexo.
De cualquier forma, Rukia no podía esperar a ser adulta y mostrarle al mundo que este hombre es solo suyo. . .
* Pronto. . . ¡ muy pronto !. *
Susurró poco antes de acurrucarse un poco más junto al cuerpo de su protector y tutor. . . su hombre.