Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 2 ::.
En su desesperación, Rukia se llevó las manos a la cara, tratando de acallar el gruñido de frustración que profirió.
* Esto no puede estar pasando. * Susurró para sí, mientras deslizaba las manos por su negra cabellera. * ¡ Prisionera !. *
La chica terminó suspirando.
Miró a su alrededor; estaba confinada en una habitación muy amplia y elegante. No era el calabozo sucio y frio en el que se suponía debía estar, ya que había sido secuestrada. Por ello estaba muy confundida.
¿Quién los había atacado?, ¿por qué, si tuvieron la oportunidad, no la liquidaron a ella o a Renji?.
* Renji !. . . *
Kuchiki se mordió el labio inferior. Hacia horas que la habían llevado allí y no sabía nada de su amigo pelirrojo. Ella estaba. . . ¡ muy asustada !.
““¡ Tiene muchas heridas !, no sé si. . .””
La ojivioleta sacudió la cabeza. Su amigo estaría bien. . . TENÍA que estar bien.
Afortunada o desafortunadamente para la pelinegra, no tuvo que seguir pensando en ello, pues de pronto la puerta de la habitación se abrió, dando paso a un hombre alto y de cabello naranja. Ataviado con un traje oscuro, que lo hacía ver, no solo muy formal, sino también lúgubre.
La miraba con expresión sería, pero sus ojos brillaban con una emoción que rayaba el odio. . . lo sabía porque ella misma tenía esa expresión en ese momento.
““Aunque sin el ceño fruncido.””
Pensaba Kuchiki, apostando toda su herencia a que ese sujeto estaba apretando puños y dientes, tras sus labios y los bolsillos de sus pantalones. Pero debía admitir que el tipo sabía reprimirse.
* ¿Dónde está Renji?. *
Sonando con fuerza y seguridad, la grave voz de Rukia fue la primera que rompió el tenso silencio entre ambos.
El Kurosaki alzó una ceja. Esperaba algo así como: ¿quién demonios eres tú?. Pero su identidad parecía importarle poco a la jovencita.
* La cabeza de piña está bien, deberías... *
* ¡ Quiero verlo !. *
Ichigo torció la boca. ¿Cómo se atrevía esa chiquilla a interrumpirlo?. Él tendría que enseñarle quien manda aquí y pobre de aquel que se atreviese a retarlo.
* Deberías preocuparte por ti, ¿no crees. . . Kuchiki Rukia?. *
La voz del pelinaranja sonó burlona, a pesar de la clara amenaza.
Entonces la chica notó que el tipo traía una tablet en la que parecía leer todos sus datos.
* Heredera del clan Kuchiki, veinte años, experta con la katana. . . eso explica los problemas que le diste a mis hombres. *
La pelinegra torció las cejas, ese bastardo podría tener toda esa información sobre ella y mucho más, pero en definitiva no sabía de lo que ella era capaz.
* Más vale que nos liberes. . . ¡ o mi padre no tendrá piedad !. *
Rukia estaba a punto de decir que debía temerle a su familia, pero la verdad es que ellos no harían nada por ella, lo cual la hizo temer por su seguridad.
La carcajada y las posteriores palabras del Kurosaki empeoraron esa sensación.
* Ja, ja, ja... ¿crees que le temo a tu padre?. Ese anciano no es rival para mí, además él ni siquiera sabe dónde aahhgg !.*
De pronto, Ichigo interrumpió su discurso a causa del doloroso golpe que la chiquilla le dio justo en el estómago.
¡Fue tan rápido!. Ella le arrebató la tablet y prácticamente se la clavó en el estómago.*
Y ahora él estaba doblado por el dolor, con los brazos cubriendo la parte lastimada, como si con eso fuese a calmar el dolor.
Rukia sonrió con suficiencia. Eso y mucho más se merecía ese imbécil por insultar a su adorado padre.
* Ma. . . ¡ maldita enana !. *
Los ojos de la jovencita brillaron con furia. Nadie, NADIE. . . se burlaba de su estatura, mucho menos un tipejo de cabellos chillones.
* Mira, cabeza de naranja, no vuelvas a insultarme, ni a los que amo, porque soy capaz de. . . *
* ¿Qué, Rukia?. . . ¿Qué eres capaz de hacer para salvar a aquellos que amas? *
Preguntó el Kurosaki, ya de pie y sin rastros del dolor que lo había hecho arrodillarse.
La miraba con seguridad absoluta y casi con superioridad, queriendo intimidarla. . . y lo estaba logrando. Pero ella no se lo iba a demostrar, jamás !.
* ¿Q-qué quieres decir?. *
* Que la vida de tu. . . amiguito, depende de ti a partir de ahora. *
* Dijiste que él estaba bien !. *
Rukia le reclamó con tal vehemencia, que Ichigo estuvo a punto de retroceder un paso. Kuchiki lo miraba con algo más que odio.
* Oh, y lo está. . . por el momento !. Pero eso puede cambiar si tú te niegas a. . . *
* ¿Qué? !!. *
Ichigo saboreó el momento, como un depredador acosando a su presa.
Podía sentir el nerviosismo y hasta el miedo que la ojivioleta tanto quería ocultar. Aquí empezaba su venganza contra aquella familia. . . y esa chiquilla sería el medio para llevarla a cabo.
* Entrégate a mí !!. . . ¡ se mía por dos semanas !. *
* ¡ Estás loco !. *
* Tal vez. *
* Ni siquiera sé tu nombre. *
El pelinaranja frunció el ceño. Entonces el clan Kuchiki había sobreprotegido a la pequeña heredera, al punto de que ella desconocía a sus enemigos.
* Kurosaki Ichigo. *
* No me suena. ¿Debería?. *
Ichigo torció las cejas.
Por supuesto que debería saber quién era. ¿O es que acaso la mención del apellido Kurosaki era un tabú en la mansión Kuchiki?. De ser así, a Ichigo no le sorprendería; su propio padre, Isshin Kurosaki, había prohibido hablar de ese clan.
““A pesar de todo lo que nos quitaron hace ya varios años.””
Tras este pensamiento, el rostro del pelinaranja se tornó inexpresivo. Y comenzó a acercarse tranquilamente a la chica.
La mirada de ese hombre eran tan fría, casi asesina, lo que hizo a Rukia retroceder, intentando poner la mayor distancia entre ellos hasta que su espalda tocó el muro; no había a donde escapar.
* No te acerques !. *
Le ordenó ella, dispuesta a dar pelea aun sin su espada, aunque sin ésta, sinceramente, lograría poco o nada.
El pelinaranja sonrió con superioridad, una sonrisa que hizo estremecer a Rukia. De odio, temor y algo más que no quiso ni analizar.
* ¡ No lo haré !, ¿me oyes?. . . olvídalo !!. *
La sonrisa de Ichigo se tornó más amplia.
* Qué pena !. . . entonces tu amigo lo pagará !. *
El corazón de Rukia se congeló ante aquellas palabras.