Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 7 ::.
Al regresar, Rukia preguntó a todo mundo dónde estaba Renji. Pero la mayoría de las personas la ignoraban o se disculpaban por no poder ayudarla.
La pelinegra comenzaba a enfadarse; ¿cómo era posible que nadie le dijera absolutamente nada?.
Después de casi un ahora, y de que los seguidores de Ichigo se esfumaran, la chica se rindió y regresó a su habitación, azotando la puerta. Ya vería esa fresa mentirosa cuando lo tuviera frente suyo.
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* ¿Dónde está Renji? *
Le soltó ella, con toda la calma que pudo, cuando Ichigo entró en la habitación.
La ojivioleta estaba tan fría, que su padre hubiese estado lleno de orgullo al escucharla. Pero, internamente, la verdad es que estaba furiosa.
* Hola, Rukia, también me da gusto verte. *
El Kurosaki le habló con sarcasmo, mirándola fijamente mientras se acercaba a ella.
Kuchiki sabía lo que él pretendía, lo veía en sus ojos, los cuales estaban encendidos de pura pasión. Rukia se estremeció, entonces, imágenes de la noche vivida con el pelinaranja se amontonaron en su en su mente, excitándola instantáneamente.
““¿En qué estoy pensando?. . .”” Rukia desvió la mirada y se mordió el labio.““Tengo que ver a Renji.””
Con esto en mente, la pelinegra se había recuperado de la influencia que Ichigo ejercía sobre ella.
Justo iba a enfrentarlo por el asunto de su amigo pelirrojo, pero la ojivioleta se había concentrado tanto en sus pensamientos, que cuando alzó la mirada, el Kurosaki estaba a centímetros de ella, imponiéndole su presencia a través de su aroma, su altura y su mirada...
Kuchiki se estremeció una vez más al mirarse en aquellos ojos miel.
* Ichigo, yo. . . tengo que verlo !!. *
* Luego. *
Le dijo él, rodeándola firmemente y venciendo toda la fuerza de voluntad de la chica.
* Ichi. . . mmm !. *
El nombre del pelinaranja se perdió entre los labios de ambos. Rukia le correspondió al instante y, sin ser ella consciente, se entregó completa en aquel beso.
* Ya. Te. Necesitaba !. *
Le decía él entre besos mientras Kuchiki le rodeaba el cuello, acariciando las hebras naranja.
La lujuria en el Kurosaki se encendió al instante y sus manos viajaron de la pequeña cintura de la joven hasta las firmes nalgas, las que apretó con deseo, enviando ligeras descargas de placer en el cuerpo femenino.
Rukia también era consciente de la verga de su compañero, la cual podía sentir entre ambos, aumentando de tamaño a cada instante.
* E-es plena tarde, Ichigo. . . en, en la noche sería. . . *
* Calla !. N-no puedo esperar tanto. *
Ambos hablaban entre jadeos.
Ichigo había comenzado a quitarse la ropa ante la atenta mirada de la chica, quien de pronto parecía hipnotizada con la imagen de aquel hombre; apuesto, perfecto y fuerte, desnudándose frente suyo.
Ichigo lo notó y, con una sonrisa, le pidió que ella terminase de desnudarlo. La pelinegra lo miró casi confundida y, aunque lo dudó por unos instantes, sus pequeñas manos se podaron sobre los pantalones del chico, batallando con el cinturón y el zipper.
* Ja, ja, ja. . . ¿qué pasa, enana?, tardas demasiado. *
* Es tu culpa, baka !. Deja de mirarme así. *
Rukia alzó la mirada, lista para reclamarle por su burla, pero no esperaba que él la besara lenta y suavemente.
* Está bien, tomate tu tiempo. . . ¡te esperaré por siempre !. *
Kuchiki se sonrojó ante aquellas palabras; no las esperaba. Tampoco creía que el Kurosaki se expresara comúnmente de esa forma. Sin embargo, aquellas palabras le transmitieron una calidez que la hizo sentir más segura. . . y sensual.
Su amigo pelirrojo había dejado de ser prioridad para Rukia, quien ya no lo recordaba en ese momento, y solo podía pensar en deshacerse de las estorbosas ropas. . . las de Ichigo y las de ella. Solo quería dejarse llevar por el deseo y la necesidad.
““Necesito sentirlo en mí... dentro de mí !.””
Con este pensamiento, Kuchiki desnudó al pelinaranja con evidente desesperación, deleitándose con la desnudez de aquel hombre. Los músculos ligeramente marcados, la verga ya dura y desafiante.
* ¡ Tócalo !. *
* ¡¿Qué?!, no !. *
Ichigo la miraba con seriedad y ella, nerviosa, apartó la mirada.
* No seas tímida, sé que lo deseas. . . y yo también. *
Tras decir esto, el Kurosaki sostuvo la mano de la pelinegra, guiándola hasta su pene y forzándola suavemente a tocarlo.
Le aferró la mano unos segundos, pero luego no fue necesario, pues Rukia había tomado confianza y su mano recorría con curiosidad y ansias toda la longitud masculina.
Mientras tanto, Ichigo comenzó a despojarla de las ropas y a ella no parecía importarle.
Tan concentrada en conocer la herramienta sexual de su compañero, que cada vez que la soltaba para que el pelinaranja la despojara de alguna prenda, sus manos volvían de inmediato a apoderarse del duro pene al que Rukia miraba fijamente.
* Oh, sí. . . joder !, así !!. . . *
El Kurosaki susurró entre gruñidos para luego besar la boca de la chica con voracidad, disfrutando de aquellas suaves y pequeñas manos que lo masturbaban casi con necesidad.
Se mantuvieron así por algunos minutos, hasta que Ichigo no pudo soportar más aquella placentera tortura.
Con urgencia, alzó a la pelinegra en sus brazos para llevarla hasta la cama, recostándola con cierta brusquedad y urgencia. Luego se reunió sobre ella, aplastando la pequeña figura con su cuerpo más grande y fuerte.
* ¡ Te deseo !. Rukia. . . demasiado !. *
Le decía él entre besos, al tiempo en que se acomodaba entre las piernas de la joven, haciéndola sentir toda la necesidad que por ella tenía.
* I-Ichigo, ah !. *
Jadeó la pelinegra al sentir la punta de la verga clavarse en ella de pronto. El Kurosaki permaneció quieto unos instantes para luego empujar con fuerza las caderas, clavando todo su pene en la estrecha vagina de su amante.
* Oh, Ichi. . . matte ! *
* Joder, que delicia !. *
Los ojos del pelinaranja lucían desteñidos por el placer y su ceño se había marcado aún más a causa del esfuerzo físico, pues el ir y venir de sus caderas era constante, casi delirante.
Rukia se aferró a su amante, tratando de sincronizarse con él. Cada vez que el pene del Kurosaki se deslizaba fuera de ella, Rukia empujaba las caderas hacia él, tratando de que aquel miembro se quedase dentro suyo un poco más.
La mirada de Ichigo se prendó de la unión de sus sexos. Era una imagen tan erótica y perfecta; se pasó la lengua por los labios, con ojos opacos, fijó su mirar en la vulva de la pelinegra, exactamente sobre el clítoris que la coronaba.
Fue el instinto, la lujuria, la fuerte necesidad de oírla gemir y rogar por él. . . así, Ichigo puso su dedo pulgar sobre el clítoris y comenzó a tallarlo con suavidad.
* ¡ I-Ichigo !. *
Rukia se detuvo, sorprendida, sus ojos desteñidos; no esperaba aquello. Pero el Kurosaki continuó acariciando ese botoncito que se endurecía más y más. Y todo sin dejar de penetrarla.
* Ichigo, no. . . no puedo más. . . es demasiado !. *
Aquellas palabras encendieron al joven, quien hundió el pene con más fuerza, mientras tallaba el clítoris con mayor dedicación y rapidez.
Kuchiki se quedó inmóvil, concentrada en el placer que el pelinaranja le imponía.
* Ah, ahh, I-Ichi. . . ggooo !!. *
Rukia se arqueó mientras el pelinaranja sostenía una de sus piernas para mantenerlas separadas y así tener una completa visión de cómo su pene se perdía en el sexo de la chica, y de cómo sus dedos, hábiles, seguían acariciando el erecto clítoris.
* Ichigooo !!, aahhh !!. . . *
Rukia cerró los ojos con fuerza y echó la cabeza hacia atrás, empujando su sexo contra la mano y la verga del Kurosaki en busca de mayor contacto y placer.
La imagen e Rukia corriéndose, potenció el propio gozo de Ichigo, quien poco pudo hacer contra las fuertes contracciones femeninas que exprimían su pene.
* Ahh, Rukiaaa !!. . . *
Jadeó él, arqueando el cuerpo y penetrando una última vez a su compañera, tratando de hundirse totalmente en ella.
Con los ojos apretados por el placer, solo así dejó de ver a la mujercita bajo su cuerpo. . . aunque la sensual imagen de Rukia corriéndose para él, estaba bien grabada en su retina y en su mente. Y mientras, vaciaba su semen en la vagina de la ojivioleta.
Con las respiraciones aun agitadas y los cuerpos unidos, se miraban fijamente, violeta contra miel, sintiendo como Ichigo fluía hacia Rukia. Aquello duró unos instantes aunque, sin saberlo, en ese momento, se creó un intenso vínculo entre ellos.
Ichigo se recostó sobre la pelinegra, besándola con profunda pasión. No hubo más palabras y siguieron besándose aún con sus sexos unidos, fundidos.
Rukia se sentía plena. . . y feliz. Aunque sabía que se estaba olvidando de algo.
““No importa, solo por este instante... ¡ nada importa !.””
Pensó y se rindió a Kurosaki Ichigo y a todas las sensaciones que él provocaba en ella.