Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 8 ::.
* ¿Pasa algo?, no has tocado la comida. *
Rukia se había mantenido tranquila en los últimos dos días. Hasta ahora, Kurosaki había logrado distraerla con sexo intenso. . . delicioso !.
““Con su cuerpo perfecto y sexy.””
Ante aquel recuerdo, la pelinegra bajó la mirada por unos segundos, avergonzada por estremecerse ante el recuerdo del cuerpo de Ichigo unido al suyo.
Nunca se había sentido tan vulnerable. . . tan débil.
El enojo y el orgullo la hicieron alzar la mirada, enfrentando los ojos miel. Entonces, Kuchiki soltó la bomba. . . otra vez.
* ¡ Quiero ver a Renji !. *
La voz de la joven se llenó de seguridad. No era una petición y ya no aceptaría más excusas. . . ni distracciones.
* ¿Para qué?. *
Preguntó el pelinaranja, mientras se llevaba un bocado a la boca.
La ojivioleta torció la boca. ¿En serio quería que ella respondiera aquella absurda pregunta?.
““No caeré en su juego.””
Pensó ella y, suspirando en un intento de tener a raya su frustración, continuó.
* ¿No lo sabes, Ichigo-kun?. *
La voz de Rukia sonó aniñada y melosa, provocando a Kurosaki. Si la naranja tonta quería jugar, ella también tenía sus trucos.
Ichigo frunció el ceño, odiaba esa voz y el papel de niña buena que ella había mostrado en ciertas ocasiones.
* Mañana. *
* No, Ichigo !. Ahora !!. *
Ambos se miraron con fijeza, dejándose de evasivas y distracciones.
* Rukia, no puedes y. . . *
* ¿Por qué?. *
““Porque estoy celoso, maldita sea !!.””
El pelinaranja gritó en su mente, aunque para ello tuvo que morderse la lengua.
La imagen de Rukia protegiendo a ese sujeto le hacía hervir la sangre y los deseos de deshacerse de ese bastardo eran muy intensas. Pero si lograba distraer a la enana, que solo pensara en el sexo y se olvidara de su amigo lleno de tatuajes, entonces todo estaría bien.
Ichigo no se había percatado de que apretaba los cubiertos con fuerza; relajó la expresión y quiso terminar con esa tontería, al menos por el momento.
* Mañana, ¿sí?. *
Dijo y dio otro bocado. La ojivioleta le sonrió jovial para luego ponerse de pie y salir del comedor. . . con Ichigo siguiéndola.
* Rukia, Rukia, ¿a dónde vas?. *
* A buscar a Renji. *
* Ya te dije que mañana, ¿no puedes esperar hasta en, aarrgg !. *
La frase del pelinaranja quedó inconclusa cuando, furiosa de que él quisiera seguir distrayéndola, Kuchiki se giró y, con todas sus fuerzas, impactó su codo en el estómago de su carcelero, quien se dobló por el dolor.
De rodillas frente a la pelinegra, Ichigo la miraba sorprendido; sus pupilas desteñidas.
* Veré a Renji, y esta vez no vas a distraerme. Así que mueve tu trasero y llévame con él. *
Kurosaki la miró lleno de furia, pero ella ni se inmutó. Sus ojos violeta lucían. . . tan fríos, que Ichigo supo que ya no podría postergar más ese encuentro que Rukia tanto ansiaba.
Kuchiki lo dejó allí para recorrer los pasillos abriendo puertas. Ichigo la alcanzó un par de minutos después, ya repuesto del fuerte golpe.
* Eres muy fuerte. . . para ser una enana. *
* Fui entrenada. *
Dijo ella. Hasta ahora, no había usado dicho entrenamiento, por Renji, sí, además de que el pelinaranja la había distraído muy bien.
““Pero ahora sé que él no me hará daño.”” _Pensaba ella._
““Pero a Renji. . . no sé !.””
Rukia se mordió el labio ante aquella posibilidad. La joven no temía por ella, Ichigo no la dañaría. . . la forma en que la miraba se lo decía. Pero su amigo y guardián seguramente no tendría la misma suerte.
De hecho, la pelinegra ya tenía muchas dudas sobre la suerte del pelirrojo. ¿Por qué Ichigo insistía tanto en postergar un encuentro entre ella y Renji?. ¿Por qué no la encerraba junto a él?.
Eran tantas las dudas de la joven; aunque aparentaba serenidad, lo cierto es que Kuchiki estaba haciendo un gran esfuerzo por no echar a correr por los pasillos en busca de su amigo, aunque siguió abriendo y cerrado puertas.
Kurosaki supo que no podría detenerla así que, resignado, caminó frente a ella.
* Sígueme !. *
Le dijo sin mirarla, y un claro enojo en su voz. Rukia se estremeció al escucharlo. Por fin vería a Renji.
Bajaron un par de niveles en la mansión. No había nada de especial en los pasillos que hiciera pensar que esa sección del edificio era distinta a las otras.
““Había imaginado pasillos oscuros, candelabros y. . . calabozos.””
Pensaba la pelinegra, ligeramente más tranquila, aunque con cierta inquietud. Tenía la sensación de que las cosas no eran tan buenas como aparentaban.
* Es aquí. *
La voz de Ichigo sonó hostil; sus ojos fijos en la pequeña chica junto a él, quien le sonrió, como agradeciéndole que la complaciera.
““Esta noche se lo agradeceré de una mejor manera.””
Pensaba ella mientras abría la puerta, esperado ver al pelirrojo. . . y lo vio.
La sonrisa en los labios femeninos se torció hasta formar una mueca de horror. Sus lindos ojos violetas desteñidos ante la sorpresa de ver a su amigo tumbado en el suelo de una habitación totalmente blanca, con una pequeña ventana cercana al techo. Y Abarai lleno de heridas, algunas aun sangraban, Kuchiki se acercó unos cuantos pasos, como temiendo que su amigo ya estuviese muerto, pero entonces lo vio mover la mano.
* Renji !. *
Exclamó con voz estrangulada, llegando junto a él pero sin atreverse a tocarlo.
En el marco de la puerta, Ichigo miraba la escena sin comprender. Él había dado órdenes de que no lastimaran al pelirrojo, que curaran las heridas que tenía el día que lo llevaron allí.
““Solo debían mantenerlo encerrado aquí.””
Pensaba Kurosaki, pero era obvio que habían torturado a Renji y que sus heridas no habían sido atendidas adecuadamente.
* Renji, dime algo por favor !. *
La voz de Rukia sacó al pelinaranja de sus cavilaciones; la chica estaba arrodillada junto a su amigo, sosteniéndole una de las maltratadas manos entre las suyas, blancas y suaves.
* Ru. . . kia. *
Silenciosas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven. Renji había sufrido mucho siendo torturado, mientras ella se había comportado como una. . . cualquiera.
Kuchiki torció la boca, se limpió las lágrimas con la manga del brazo que tenía libre, luego miró al pelinaranja. . . sus ojos violeta estaban llenos de rencor, paralizando al muchacho.
* Rukia, yo. . . *
* Por eso no querías que lo viera. . . ibas a torturarlo hasta matarlo !!. *
* No digas tonterías !. *
* ¿Tonterías?. Míralo, Ichigo !. . . él. . . está muy mal !. *
La voz de la joven se apagó por un instante; giró a ver a su amigo con expresión de culpa, más luego sus facciones se endurecieron al mirar a Kurosaki nuevamente.
* Me engañaste !. *
* No, Rukia. *
* Me utilizaste !. *
* No !. *
* ¿Por qué?, ¿qué ganabas con traerme aquí y retenerme contra mi voluntad?. *
““Venganza !.””
Pensó el pelinaranja, más permaneció en silencio, aguantando todas las acusaciones de la pelinegra. Sabía que ella no le creería si trataba de justificarse. De cualquier forma, Ichigo sabía que en parte era culpable, debió cerciorarse de que sus órdenes se cumplían al pie de la letra.
““Pero estaba tan encaprichado, endiosado con Rukia, que me olvidé de todo lo demás.””
Pensó, bajando la mirada ante la expresión, mezcla de furia y decepción, de la joven.
* Yo. . . traeré a alguien para que lo curen y lo lleven a una habitación más. . . adecuada. *
Decía el pelinaranja, dirigiéndose a la puerta. Apenas había tocado la perilla cuando escuchó la voz de Kuchiki.
* Que tenga dos camas. *
* ¿Qué?. *
* La recamara. Cuidaré de Renji. . . no me apartaré de su lado. *
* No voy a permitir eso !. *
* Entonces me quedó justo aquí. . . con él. *
Rukia ni siquiera miraba a Ichigo, en ese momento, ella solo tenía ojos para Renji. Kurosaki odió eso, pero hubiera preferido que ella no posara sus hermosos ojos en él, cuando lo hizo unos instantes después.
* Te odio !. *
Susurró ella; sus ojos tan. . . vacíos.
* Rukia, yo. . . *
* No te acerques, no quiero que vuelvas a tocarme. . . me siento tan. . . sucia ! *
Ichigo acababa de recibir el peor de los insultos. Y dolía. . . porque él idolatraba el pequeño cuerpo de Rukia. Ella era suya, no renunciaría a ella y nadie iba a arrebatársela.
Más Kurosaki no dijo palabra alguna. Por ahora no era adecuado, podría empeorarlo todo. Después trataría de arreglar las cosas con su enana. Pero ahora, iba a partirle la cara a varios de sus hombres por no seguir sus órdenes.
* Cómo quieras !. *
Susurró el pelinaranja y abandonó la habitación.
Rukia cerró los ojos con pesar. Lo que ella quería, ella e Ichigo. . . ya no podía ser, no después de lo que le hizo a Renji.