Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 12 ::.
El paisaje más allá del ventanal estaba perfectamente grabado en su mente. Después de varios días encerrada en su habitación, sin hablar con nadie, ni siquiera con su padre, Rukia solo encontraba tranquilidad mirando los jardines de la mansión Kuchiki.
También alcanzaba a ver algunos edificios que, por su altura, se divisaban más allá de los muros que protegían aquel lugar, creando un extraño contraste con el estilo tradicional de la casa de su padre.
La soledad le había traído cierto alivio a la ojivioleta y solo conversó un rato con Renji, cuando este se escapó de los cuidados de Unohana, para reclamarle por no estar a su lado mientras se recuperaba de sus heridas.
La pelinegra tan solo sonrió levemente, pero Abarai no necesitó más para imaginar lo que le pasaba a su amiga.
* Creo que de alguna forma ambos nos estamos recuperando de todo esto, ¿no?. * _Le dijo él._ * Yo de las heridas en mi cuerpo y tú de las heridas en tu corazón. *
* Tonterías, Renji. Creo que te dieron muchos golpes en la cabeza. *
* No, Rukia. Tal vez era un prisionero y estuve inconsciente por varias horas, pero escuchaba las conversaciones de los hombres de ese clan. . . *
El pelirrojo le dijo todo lo que los guardias hablaban. Rumores que se esparcieron por todo el lugar.
Decían que su líder tenía como prisionera a la princesa del clan Kuchiki. Y que el mismo Kurosaki Ichigo se encargaba de torturarla.
Renji quería atravesarles la cara con su espada. Y aunque esos imbéciles parecían disfrutar de la situación, luego hablaban confundidos. . . ¿por qué la prisionera debía ser tratada como una reina?. . . ¿Por qué su líder sonreía como nunca?. . .
* ¿A caso la princesa Kuchiki pronto sería la reina del clan Kurosaki?. *
* Renji, por favor. *
Rukia tan solo desvió la mirada; no quería hablar de eso, además. . .
““Este dolor lo tengo merecido por olvidarme de Renji; mientras él estaba herido, yo. . .””
* Yo creo que las cosas entre tú y ese cabeza de naranja se arreglarán. *
Abarai interrumpió los pensamientos de la pelinegra quien, sorprendida, giró a ver a su amigo.
* ¿Por qué dices eso?. *
La única respuesta que ella obtuvo fue la sonrisa del pelirrojo, quien decidió que no le diría a Rukia que antes de que les permitieran salir de ‘las Noches’, Kurosaki Ichigo le había hecho prometerle que protegería a la chica de ojos violeta.
Fue la única vez que Abarai se vio a la cara con ese bastardo.
““Pero tengo que reconocer que ese tipo está loco por Rukia y sufre por ella.””
Pensaba Renji, recordando el dolor en los ojos del pelinaranja.
No sabía por qué Kurosaki había renunciado a Rukia, pero dudaba que fuese por algo tan simple como la rivalidad entre las dos familias.
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Hablar con Renji la había animado un poco, con lo que pudo estar un poco más consciente de su entorno y dejar de pensar solo en su tristeza y poner atención a otras cosas.
Por ello, cuando se dio cuenta de su situación, decidió que quería saber la razón del odio de los Kurosaki hacia su familia.
Así que cuando se lo preguntó a su padre, este frunció el ceño y desvió la mirada.
* Olvídalo, no quiero que te involucres en esto. *
* Es que ya estoy involucrada; me retuvieron y me usaron para vengarse de ti y del clan Kuchiki. . . y aunque quiera, no puedo olvidarlo. *
Byakuya suspiró con resignación, prefería no pensar en cómo había comenzado aquel odio entre las dos familias; los recuerdos eran dolorosos, pero quizás era momento de hablarlo con su hija.
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Kuchiki Byakuya sabía que se desatarían peleas con el clan Kurosaki.
Esto ya no era por el territorio, ni para demostrar que grupo era más fuerte. Uno de sus hombres, un idiota que ahora estaba muerto, por cierto, había blandido su espada contra una mujer del clan Kurosaki, pero no cualquier mujer, sino la esposa del líder, Isshin Kurosaki.
Byakuya estaba seguro que podría manejar la situación. . . fue un ingenuo.
Incluso al tener frente a frente a Isshin, quien había entrado a su mansión, aniquilando a varios de sus hombres hasta sorprender al pelinegro en su habitación, incluso en ese momento Kuchiki pensó que la situación no era más que un error insignificante.
Byakuya se dio cuenta que él era el único culpable. Fue un tonto al menospreciar la habilidad de Isshin. Fue demasiado alto el precio que pagó por ese error.
Seguramente sus habilidades eran similares a las de Kurosaki, pero el dolor y el deseo de venganza lo volvieron aún más peligroso. Cuando perdió su espada en medio de la batalla, expuesto al ataque de su oponente, jamás esperó que Hisana se interpusiera justo en ese instante, protegiéndolo de la espada de Isshin.
* Hi-Hisana !. *
* By, Byakuya sama, yo. . . *
Kuchiki estrechaba entre sus brazos a su amada esposa, herida de muerte, mientras Kurosaki permanecía de pie frente a ellos, impactado por el sacrificio de la esposa de su enemigo.
Estaba en shock, era como volver a vivir el momento en que la vida de su amada Masaki se apagaba mientras él se aferraba a ella, rogándole que no lo dejara.
Pero esta vez era Hisana Kuchiki quien en ese momento se despedía de su esposo, cuyos ojos desbordaban tristeza, más no lágrimas.
* Kurosaki san... nu, nuestra deuda con su familia y-ya está pagada; una vida por otra.*
Decía la mujer, causándole fuertes remordimientos a Isshin. Él no quería que las cosas fueran de esa forma. Quería venganza, sí, quería deshacerse de Byakuya.
Y ahora. . . sabía que Kuchiki sufriría el mismo dolor que lo consumía a él. Sin embargo, Isshin nunca quiso cegar la vida de aquella mujer tan dulce y frágil, pero era una carga que llevaría consigo siempre.
* Ai, ai shiteru, By-Byakuya sama !. . . * _Decía Hisana, con voz cada vez más débil; sus ojos perdiendo el brillo mientras, con esfuerzo, acariciaba la mejilla de su esposo._ * O, onegai, cuida. . . cuida a nuestra hija. Ella y tú, son. . . son mi todo !. *
Tan solo unos momentos después, la voz de Hisana se apagó. Y Kuchiki Byakuya, impotente, no pudo más que aferrarse a la única mujer que había amado. No hubo lágrimas; el dolor, la tristeza, incluso el odio... todo quedó tras la máscara de frialdad que tanto caracterizaba al pelilargo.
Sin embargo, el llanto de un bebé comenzó a sonar en la habitación, era como si la pequeña Rukia sintiera que su mamá ya no estaba y, por más que llorara, no la sostendría en un cálido abrazo lleno de amor.
* Vete, Kurosaki !. *
Isshin se quedó inmóvil, sin saber qué hacer. No fue hasta que Byakuya recostó cuidadosamente a su esposa y fue donde la bebé, a quien cargó con delicadeza, que Isshin sintió un fuerte remordimiento.
La escena ante él lo hacía sentir aún más culpable. No fue capaz de mirar a Byakuya, mucho menos a la bebé, no podía seguir escuchando aquel llanto desesperado. Y, como un cobarde, Kurosaki se marchó, dispuesto a cargar con la culpa.
Esa noche, Isshin había decidido no volver a atacar a ningún miembro de la familia Kuchiki, pero no pudo impedir que su hijo creciera odiando a esa familia, como tampoco fue capaz de confesarle lo que él le había quitado al clan Kuchiki.
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Las lágrimas de Rukia no cesaban.
Aunque su padre parecía sereno, ella lo conocía muy bien, además podía percibir el dolor que le provocaban aquellos recuerdos.
Pero la ojivioleta estaba decidida y había elegido no seguir con ese rencor entre ambas familias.
* Creo que debes dejar todo ese odio atrás. * _Le advirtió ella._ * Porque estoy embarazada de Ichigo y. . . no quiero que mi bebé esté en medio de ninguna venganza. *
Los ojos de Byakuya se destiñeron ante la sorpresa.
El destino parecía burlarse de él, que quería vengarse de la familia que le había arrebatado a su amada Hisana.
Pero ante la mirada decidida de su hija, así como la ilusión de un nieto, el pelilargo no pudo más que cerrar los ojos y suspirar con resignación para luego asentir con la cabeza.
Padre e hija se miraron por un instante, envueltos en un extraño silencio. Era incómodo de cierta manera, pero también parecía que la pesada carga que ambos tenían se había aligerado un poco.
Sin más, Byakuya sacó su celular y marcó un número que sus espías le habían proporcionado hace algún tiempo.
* Kurosaki. * _Kuchiki torció la boca al pronunciar el apellido de su rival._ * Al parecer nuestra pequeña guerra terminó. . . seremos abuelos !. *
Byakuya sonrió con burla; cómo le hubiese gustado ver la cara de sorpresa de ese bastardo.