Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 13 ::.
Diferentes emociones embargaron a Ichigo cuando su padre le dijo que Rukia esperaba un hijo. Sorpresa, porque pensó que no había podido embarazarla; tristeza, porque su hijo estaría en el medio del odio entre dos familias; enojo, porque su enana no se lo hubiese dicho. Y felicidad. . .
““Porque ahora tengo una razón muy importante para no renunciar a Rukia.””
Con eso en mente, el pelinaranja no pudo esperar para ir a la mansión Kuchiki; necesitaba ver a Rukia y decirle que debían estar juntos, por su bebé, porque ambos lo deseaban. Pero le negaron la entrada, la enana no quería verlo y, con sus guardias, le había enviado un mensaje claro. . .
* Olvídate de mí. *
Susurró Kurosaki, recordando el mensaje de la ojivioleta.
¡ Cómo si eso fuera posible !.
Ichigo frunció el ceño, no volvería a renunciar a Rukia, ¡ jamás !.
Y por eso es que está aquí, vigilando atentamente a la pelinegra. Cada movimiento, cada gesto. . . Kurosaki no podía evitar que, cada cinco minutos, sus ojos se fijaran en el vientre de Rukia. No veía ningún cambio, era natural, pues apenas hace tres meses que la ojivioleta había regresado con la familia Kuchiki.
Aun así, Ichigo esperaba que el embarazo se le notara al menos un poco.
““Ella lleva a mi hijo en su vientre... mi hijo!.””
Ichigo sonrió ante el pensamiento.
Esa enana era muy obstinada, pues se había resguardado en la mansión Kuchiki, evitándolo.
Pero la paciencia había sido recompensada; Rukia debía creer que él se había dado por vencido o que se había aburrido de esperar, porque al fin había salido de la mansión y paseaba por un centro comercial, acompañada por Renji.
* Como cuando la conocí. *
Una sonrisa cruzó el rostro de Kurosaki; pronto tendría a Rukia entre sus brazos otra vez.
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Prisionera en Las Noches, encerrada en la habitación de Ichigo. . . de nuevo.
La pelinegra torció las cejas y frunció el ceño.
* No puedo creer que Renji me haya hecho esto. *
Rukia decía para sí, mientras estrujaba con fuerza la tela de su vestido.
No entendía porque su mejor amigo y guardián prácticamente la había llevado con Ichigo.
Fue Renji quien la convenció de tratar de distraerse, salir y comprar cosas para el bebé. Kuchiki no imaginó que Abarai había planeado un reencuentro entre ella y Kurosaki.
* Me niego a ver cómo te consume la tristeza. Habla con él, Rukia. *
Fueron las palabras del pelirrojo, cuando prácticamente la obligó a subir al auto de Ichigo, quien no demoró en llevarla a Las Noches y hacerla su prisionera por segunda vez.
* Renji y tú lo planearon todo, ¿no es así?. *
Rukia alzó el rostro, fijando su hermosa mirada violeta en el hombre de cabello naranja que, hasta ahora, había permanecido en silencio.
* Tal vez. *
Ichigo respondió tranquilo.
Con expresión seria, no había dejado de mirar a la joven desde que entró en la habitación y la encontró caminando, nerviosa, de un lado a otro por la habitación.
* Debo regresar a casa. *
* No te dejaré ir. *
Rukia frunció el ceño. Aunque la voz de Ichigo era serena, era claro el tono de advertencia.
Pero la pelinegra no se dejaría intimidar; tampoco permitiría que ese hombre la usara por su absurda idea de venganza.
* ¿Tienes ganas de jugar, Kurosaki?, es eso?. ¿De pronto tienes ganas de estar con una Kuchiki?. O tal vez. . . decidiste que tu venganza no había terminado. *
* Rukia, por favor. . . *
* Cómo sea. * _Ella lo interrumpió, dispuesta a marcharse y dejar atrás su historia con este hombre._ * No puedo estar con un Kurosaki. *
La pelinegra cerró los ojos un instante. Aceptando el dolor de la verdad en sus palabras.
No era que ella no quisiera estar con un miembro de ese clan. . . con Ichigo. De hecho, Rukia añoraba que el pasado de sus familias desapareciera, para que ellos pudieran estar juntos.
Kuchiki deseaba que las cosas fueran distintas de tantas maneras. . . si tan solo Ichigo y ella fueran personas comunes que no tuviesen nada que ver con sus familias; si la madre de Ichigo no hubiese sido asesinada por alguien del clan Kuchiki. . .
Si Isshin Kurosaki no hubiese matado a su madre. . . si tan solo el pelinaranja dejase atrás su deseo de venganza. . .
““Si tan solo Ichigo pudiese amarme. . .””
La ojivioleta suspiró con resignación. Todo aquello solo eran sueños y no tenía esperanza de que al menos uno pudiese volverse real.
Rukia abrió los ojos y se giró, clavando su mirada en el hombre de cabellos naranja.
Estaba decidida; aunque amara a ese hombre, no permitiría que él la tuviera cada vez que se le antojara, que la usara para su venganza.
““Y tampoco permitiré que use a mi bebé para su tonta vendetta.””
Tras aquel pensamiento, Kuchiki caminó hacia la puerta, dispuesta a largarse de ese lugar, pero al pasar junto a Kurosaki, este la sujetó por la cintura, impidiéndole irse mientras la pegaba a él.
* Jamás te dejaré ir, enana !. *
*Yo no me fui, ¿recuerdas?, ¡tú me echaste!.*
Ichigo torció la boca; aquella fue la peor estupidez de su vida, pero estaba dispuesto a arreglarlo todo.
Abrazó a Rukia desde atrás, pegándose totalmente a ella.
* Gomen, yo. . . tuve que renunciar a ti, pero yo. . . no puedo estar sin ti, ya no !. *
Kuchiki dobló las cejas. Era cruel que él le dijese aquellas palabras.
* Ichigo, no mientas. Decir eso solo para vengarte... no es justo. Lamento el dolor que el clan Kuchiki te causó, pero yo. . . *
* Ya no quiero pensar en el pasado. Solo me importa el presente y nuestro futuro juntos. Te amo, Rukia y no te dejaré ir, mucho menos ahora que tendremos un hijo. *
Los ojos de la pelinegra se destiñeron por la furia.
* No permitiré que uses a mi bebé para tu venganza !. *
Kurosaki sonrió a pesar de la clara advertencia en la voz de la mujer. Su enana amaba a ese bebé tanto como él. Ichigo se arrodilló frente a la pelinegra, abrazándola mientras besaba su vientre aun plano.
* No más venganzas; tú y nuestro hijo son lo único importante para mí. ¡ Te amo, Rukia !. *
Rukia se resistió, pero amaba tanto a ese tonto pelinaranja. Y creía en sus palabras, así que terminó cediendo.
* Baka !. *
Susurró ella; pequeñas lágrimas amontonándose en sus lindos ojos violeta.
Ichigo se puso de pie y, sin poder esperar más, la besó. Primero suave y tranquilo, luego con profunda pasión. Sus labios le habían hecho tanta falta.
* Ichigo. . . hazme el amor !. *
* Rukia !!. *
La simple petición de la pelinegra había encendido a Kurosaki, quien no podía entender cómo su cuerpo reaccionaba ante aquellas palabras.
Su pene se había endurecido en un instante, ansioso por hundirse en el cálido sexo de su enana.
Rukia tomó la mano de Ichigo, guiándolo a la cama que varias veces habían compartido cuando ella fue su prisionera.
El pelinaranja no tardó en despojarse de sus ropas, ansioso por reencontrarse con Rukia. Ella se desnudó con más tranquilidad, torturando a su compañero.
Kurosaki se resistió cuanto pudo, pero deseaba tanto a esa mujer, que sus manos pronto se deslizaron por la figura femenina, ayudándola a deshacerse de aquellas ropas que se interponían entre él y su enana.
El pelinaranja se llenó los ojos con la imagen de Rukia, desnuda para él. Desde la primera vez, se quedó prendado de ella, pero ahora la veía mucho más hermosa.
Su mirada ansiosa se deslizó por el cuerpo de la ojivioleta; sus senos, pequeños pero firmes, los pezones rosas, duros, aguardando por él. Luego fijó su mirada en el vientre, esperando verlo un poco más abultado, pero no era así.
““Creo que nuestro bebé aún es muy pequeño.””
Pensó Kurosaki, para luego seguir contemplando el resto del cuerpo de su chica. Cuando sus ojos se quedaron magnetizados a la vulva, Ichigo sintió cómo su pene se endurecía aún más.
““Necesito hundirme en ella, ya !.””
Ante aquel pensamiento, el pelinaranja hizo que Rukia se recostara sobre la cama; él sobre la pelinegra.
Él no tardó en besar a su chica; estaba desesperado por volver a probar esos labios. Jamás volvería a renunciar a esa boca que ahora devoraba con pasión mientras sus manos se deslizaban por los contornos de aquella figura suave y cálida que estuvo a punto de perder.
Estrujó ambos senos, pellizcando los pezones mientras hundía la lengua en la dulce boca de su enana, siendo recompensado por gemidos de placer que creyó jamás volvería a escuchar.
Pero pronto tocarla no fue suficiente para el pelinaranja, quien deslizó sus labios por el cuello de su chica, hasta los suaves senos; los pezones rosas y duros fueron demasiada tentación e Ichigo pronto estuvo succionando el pezón izquierdo mientras amasaba el otro pecho de su compañera.
No fue consciente de cuánto tiempo se mantuvo así, alternando su boca entre ambos senos, mientras Rukia acariciaba el escandaloso cabello naranja que tanto le gustaba.
Ichigo continuó descendiendo por el cuerpo de su enana, toda su atención en el vientre aun plano de Rukia. Kurosaki acarició y besó la piel que protegía a su bebé.
* Hola bebé, soy papá. . . * _Susurró Ichigo, al tiempo en que desplegaba suaves besos sobre el vientre de la ojivioleta._ * Juro que siempre los protegeré a ti y a tu madre !. *
Un par de lágrimas resbalaron por las mejillas de la pelinegra; estaba feliz, pues creía en las palabras de Ichigo.
Los amantes compartieron aquel momento de ternura antes de que la lujuria volviese a dominarlos.
Kurosaki siguió deslizando sus labios por el cuerpo femenino, deteniéndose justo frente a la vulva; no esperó más. . . desplegó un par de besos sobre el monte de venus para luego pasar su lengua por toda la línea vaginal, separando los pliegues y hundiéndose cuanto podía.
* Ah, Ichi. . . gooo !!. . . *
Rukia se retorció y apretó las sábanas, tratando de soportar las placenteras sensaciones que le brindaba la boca del pelinaranja. Pero nada se comparó al momento en que Ichigo rodeó con sus labios el hinchado clítoris y lo succionó con ansias.
* Ma, matte, ooohh !!. . . *
La ojivioleta se arqueó ante el inesperado orgasmo que Kurosaki acababa de regalarle. Ella pensó que Ichigo la torturaría llevándola al borde del placer, tan solo para detenerse y tomarse su tiempo. Pero en cambio, el pelinaranja parecía no querer perder más tiempo.
Así Kurosaki se irguió; arrodillado entre las piernas de Rukia, se sujetaba el pene, deslizando la punta de este por toda la abertura vaginal, sintiéndola, memorizando, esperando ansioso la entrada en el paraíso. . . y entró, Ichigo empujó las caderas, penetrando lenta y suavemente en el cálido sexo de su enana.
““Dios, en verdad es el paraíso !.””
Ichigo sonrió ante aquel pensamiento, pues el sexo de Rukia estaba tan caliente y mojado, que dudaba mucho resistir más tiempo.
Cuando la verga de Kurosaki se hundió totalmente en la vagina de Rukia, ésta se arqueó por el placer que la recorría y que creyó que no volvería a experimentar con el pelinaranja.
Permanecieron así por unos instantes, sintiéndose, mirándose mientras compartían una sonrisa cómplice, más el deseo los instó a moverse en aquella especie de baile que no querían compartir con nadie más.
Ichigo empujó las caderas, adelante y atrás, con suavidad al principio, preocupado por lastimar a su enana o al bebé, pero conforme la piel intima de Rukia parecía ceñirse más y más en torno a su pene, el pelinaranja embestía con más y más fuerza.
Rukia estaba en una especie de trance, su mirada fija en la verga de Ichigo, que salía de ella tan solo para volver a perderse en su interior, expandiendo los músculos internos, amoldándola a su forma y tamaño. . . Ichigo la llenaba de placer, la llenaba de él.
* Oh, Ichigo, más, más. . . no pares !. *
* Nunca, enana; jamás !, ahh !. . . *
* Ohh !. *
Se hubieran prometido muchas cosas más, pero Ichigo necesitaba estar totalmente unido a la pelinegra, así que la cubrió totalmente con su cuerpo, sintiendo cómo, con cada embestida, aquellos suaves pechos se aplastaban contra su torso mientras la besaba con desesperación.
Las embestidas de Kurosaki se tornaron cada vez más fuertes, cada vez más rápidas; estaba ansioso por alcanzar, junto a su enana, el cenit del placer. Y así fue. . .
Kuchiki lo sentía en su vientre, un cosquilleo que se fue intensificando hasta explotar en una ola de placer que recorrió su cuerpo mientras se aferraba a Ichigo; cruzando las piernas en la espalda masculina, atrapándolo para que no escapara, mientras su sexo le apretaba la verga con fuerza, orillándolo al orgasmo mientras ella, feliz, sentía cómo la llenaba con su abundante venida.
Kurosaki, por su parte, apretó con fuerza los dientes, en un vano intento por soportar la deliciosa tortura de la vagina de Rukia.
Pero él no podía, ni quería resistirse. . . y se vino en el dulce sexo de su enana, que parecía ordeñarlo con intensas contracciones.
* Oh, I, Ichigooo !!. . . *
* Ru, Rukiaaahhh !!. . . *
Y gritaron sus nombres al tiempo en que el orgasmo los recorría con intensidad.
Aun tratando de recuperar el aliento, Rukia jadeaba mientras disfrutaba de la placentera sensación del semen de Ichigo escurriendo fuera de su vagina.
* Rukia, yo. . . *
* Shuu, está bien. . . no hay más que decir. *
El pelinaranja la miraba entre sorprendido y agradecido. Él temió tanto perderla y ahora... Rukia lo había perdonado; le sonreía con dulzura mientras sus lindos ojos se cerraban poco a poco debido al cansancio.
* Te amo, enana !. *
* Y yo a ti, baka !. *
Ichigo sonrió resignado. Está bien, él se merecía eso y más.
A regañadientes, Kurosaki sacó su pene del suave interior de su chica, para luego recostarse con ella entre sus brazos.
Mientras la veía dormir, el pelinaranja se había propuesto llenar de gozo a su enana, para que olvidará todas las tonterías que le dijo, que olvidará que fue él quien la apartó de su lado. . . para que olvidara también, que fue él quien trató de lastimarla a causa de una absurda vendetta.