Por:
Maeda Ai
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Rukia torció la boca; giró el rostro a un costado mientras soltaba un suspiro de resignación.
Ella e Ichigo habían terminado y no habían quedado muy bien. . . debió suponer que él traería a una de sus amiguitas a esta fiesta, exhibiéndola, en parte para presumir y otra por molestarla y hacerla sentir mal.
Lo peor es que la pelinegra había venido sola, con la esperanza de, tal vez, arreglar las cosas con él.
""¡ Qué tonta !.""
Pensó, prefiriendo recorrer el lugar para distraerse, aunque no dio más de unos cuantos pasos cuando chocó con alguien conocido.
* Lo siento, Rukia, no te vi. *
La mujer alzó la mirada, encontrándose con el apuesto dueño de esa gran mansión y organizador de aquel evento.
Ishida Uryuu la miraba con fijeza; una encantadora sonrisa le adornó el rostro, cosa que aturdió a la chica por un instante.
* ¿Bailamos?. *
Eso tampoco se lo esperó, más titubeante, aceptó el brazo del muchacho, andando al centro de la pista para bailar no una, sino varias piezas, siendo ambos jóvenes objeto de sorpresa y hasta molestas miradas, entre estas últimas, la del ex-novio de la chica.
* Siempre supe que Kurosaki era un completo imbécil !, pero nunca pensé que tanto como para dejarte por otra. *
La pelinegra parpadeó un par de veces; esas palabras la habían tomado con la guardia baja.
* Sí. *
Intimidada, nostálgica quizás, Rukia bajó la mirada.
* ¿Sabes?, siempre he creído que la venganza es dulce. *
Eso igual fue inesperado, pero lo fue aún más el que Ishida la sujetase de la mano y la guiase entre la multitud de invitados. Definitivamente, hoy ese hombre estaba lleno de sorpresas.
Pronto se alejaron de los demás, llegando hasta la tercera planta de esa gran mansión.
En silencio, recorrieron un solitario pasillo. El pelinegro empujó una puerta cualquiera, adentrándose a una habitación junto con la chica.
Estaba oscuro, pero la ojivioleta pudo distinguir el amplia cama en el centro de la habitación.
Rukia no supo en qué momento terminó sobre el lecho y Uryuu sobre ella. La amabilidad y galantería del hombre pronto se vio reemplazada por ansiedad y pasión. Sus manos iban y venían, apretando la exquisita silueta femenina.
Tan desesperado, el muchacho terminó por desgarrar las ropas de su compañera; ni siquiera la sexy lencería se salvó de esas toscas manos.
* ¡Sí que eres hermosa!. *
Le dijo él; había ansiedad y deseo en su voz.
Ichigo nunca la había deseado tanto como Ishida, y a ella le gustaba sentir esas manos masculinas sobre su piel, quemándola e incitándola a entregarse, lo cual no dudó en hacer. Si por simple deseo o despecho, lo cierto es que no lo sabía, aun así los delatadores gemidos de gozo comenzaron a escapar de sus labios.
* Ishida, e-espera, noo !!. *
Rukia cerró los ojos con fuerza pues el atrevido chico dejó la galantería y un par de sus experimentados dedos ya acariciaban su intimidad, delineando la fina línea vaginal, memorizándola.
Uryuu sonrió para luego hundir completamente sus dedos en la húmeda vagina de la chica.
La pelinegra abrió desmesuradamente los ojos, las pupilas antes violetas se tornaron descoloridas ante la sorpresa y el inmediato placer que le provocó el morboso movimiento de los dedos masculinos.
La mujer no supo cuando fue que Ishida se despojó de sus ropas, o en qué momento ella terminó ondulando suavemente las caderas, invitada por los traviesos dedos de su amante.
* Supongo que es suficiente. *
Le dijo él y lo siguiente que ella sintió fue como el hombre reemplazaba sus dedos por su ancho y caliente pene.
* Ahh, Ishida !!, uff. *
Rukia casi gritó al sentir el tamaño del nuevo intruso.
No recordaba haber sentido algo así antes o haber tenido dentro suyo un miembro viril semejante o mayor a este. De cualquier forma su mente se puso en blanco al instante en que su amante comenzó con el frenético ir y venir de sus caderas.
Brusco, aunque también cuidadoso. . . y deliciosamente intenso y placentero.
Una extraña mezcla de dolor y placer al que ella de inmediato se hizo adicta y respondió con igual o mayor entusiasmo e intensidad.
* Ahh, sigue, no pares!, más !, másss !!... *
Rukia se halló gritando en el éxtasis; su piel interna se derritió de gozo, desencadenando fuertes pulsaciones que la obligaron a aferrarse a su nuevo amante mientras era recorrida por una oleada de placer.
El pelinegro pudo disimular un poco mejor el éxtasis, resistiendo al apretar los dientes hasta salir del sexo de la mujer para luego, inesperadamente, meter su pene en la boca de ella y correrse.
Su abundante esperma y un profundo suspiro de relajación delataron el placer experimentado.
* ¡ Delicioso !. *
Rukia no tuvo inconveniente en beberse cuanto pudo del semen de su compañero.
Y contrario a lo que ella misma esperaba, él le sonrió sincero.
* Es demasiado obvio que ésta no era la primera vez que estabas con una chica. *
* Por mi posición, nunca me hacen falta mujeres, aunque nunca tuve una tan sexy y hermosa? hasta ahora. *
Kuchiki lo miró con ojos sorprendidos y sonrojada.
Aun así le correspondió a su anterior sonrisa.
* Tendrás que prestarme algo de ropa para salir de aquí. *
Decía ella, mirándose a sí misma en su desnudez y echando un vistazo a su vestido convertido en girones.
* Hay un guardarropa entero esperando por ti. *
Ishida se posó sobre ella, hablándole con voz tranquila pero incitadora.
Rukia supo entonces que este encuentro no fue fortuito y que él lo había planeado todo. Lo que no podía adivinar era hasta qué punto y por cuánto tiempo.
* Ishida, yo... *
* Uryuu. . . llámame Uryuu. *
Le dijo el pelinegro para luego besarla, callándola con sus labios hambrientos de ella.
Rukia debía estar halagada, pues nadie más lo llamaba por su nombre. Y si ahora ella podía, era porque había sido elegida por él para ser más que una simple compañera de una sola noche.
Rukia sonrió agradada con la idea, dejándose llevar por los besos y caricias del muchacho, dispuesta a seguir con esto por mucho. . . mucho tiempo más.