Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
Ichigo se dejó envolver por las suaves y dulces caricias de la linda pelinegra.
Por primera vez en muchos años, tenía la sensación de que la lluvia, triste y fría, había terminado gracias a Rukia, dejando en su lugar un día cálido y soleado en su mundo interior.
* Rukia !. *
* ¡ Oh, Ichigo !. *
La joven se arqueó ligeramente ante el roce de la ?revivida? verga de su compañero. No hace mucho que habían tocado juntos el paraíso gracias a tan intenso orgasmo, y él ya estaba listo de nuevo. No cabía duda que ese chico ya era un hombre. . .
""¡ Y uno muy dotado !.""
Rukia se sonrojó ante el último pensamiento.
Sentada a horcadas sobre la pelvis del shinigami sustituto, fue ella misma quien comenzó a moverse, causando un roce entre su vulva hinchada y el pene erecto del apuesto joven.
Primero tímida y después con un poco más de confianza, Kuchiki se estaba dejando llevar por el placer físico y por sus sentimientos.
Nunca antes se había sentido tan libre, tan fuerte. . . tan amada.
Libre, porque, a pesar de que el amor entre shinigamis y humanos estaba prohibido, fue su decisión entregarse a Ichigo y jamás se arrepentiría de haberlo hecho.
Fuerte, porque aunque su compañero tenía un poder mayor al de muchos shinigamis, el pelinaranja yacía debajo suyo, a merced de sus caricias y todo lo que ella quisiera hacerle; cualquier tortura erótica él la aceptaría con agrado.
Y se sentía amada. . .
""Porque sus ojos no me engañan. Ese brillo... él me ama !. . . ¡ me ama !.""
Pensaba la ojivioleta, llena de dicha, dispuesta a aprovechar el poco tiempo que le quedaba en el mundo humano.
* Oh, Ichigo !!. *
Rukia soltó un leve gritito al sentir como Kurosaki la tomaba por las caderas y la guiaba suavemente sobre su pene, embistiéndola con delicadeza pero profundamente.
La chica se estremeció al sentirse llena nuevamente; no sabía cómo es que su cuerpo, pequeño y suave, era capaz de albergar aquel miembro viril tan grueso, largo y tan duro como roca.
* Rukia !!. *
Ichigo gruñó al tiempo en que sus manos se alzaban a jugar con los redondos y perfectos pechos de su enana; tan hermosos.
""Podría pasar la vida entera justo aquí, dentro de ella. . . ¡ siempre !.""
Pensaba él, mientras se movía dentro de ella, entrando y saliendo a un ritmo que comenzó suave y tranquilo, para después volverse fuete y desesperado; orillados por el placer que recorría sus cuerpos al unirse.
Ichigo no dejó que la shinigami siguiese teniendo el control. Tomándola entre sus brazos, se sentó en la cama y acomodó a la joven encima suyo, causando que la penetración fuese más intensa.
Rukia se aferró al joven, rodeándolo con piernas y brazos para que no la dejase nunca, mientras él escondía el rostro contra el cuello de la pelinegra, besando la blanca piel y aspirando su dulce y embriagador aroma.
""No hay droga más adictiva que su aroma.""
Pensaba el muchacho, dejando que su sentido del olfato disfrutara del perfume natural de Rukia.
La chica, extasiada, se dejó envolver por el devastador éxtasis que nació en su vientre y se desbordó por todo su cuerpo.
* Oh, Ichigo. . . Ichigooo !, ahhh !!. *
Rukia se arqueó, gritando el nombre de su sustituto mientras su vagina se derretía de placer, bañando y aprisionando la verga del joven, quien, tras unas embestidas más desesperadas, no pudo contra las pulsaciones intimas de su chica y se dejó vencer por el delicioso placer que ella le regalaba.
Su pene se hinchó antes de derramar abundante semen dentro de ella. Ichigo rugió de placer al tiempo en que abrazaba con fuerza a la pelinegra. No quería que algo tan maravilloso se le escapase de las manos.
Así, entre susurros y callados jadeos, confesaron uno al otro sus sentimientos.
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A través de la ventana de la habitación del pelinaranja, con mirada perdida en la nostalgia, Rukia admiraba el hermoso paisaje nocturno que brindaba Karakura. Mientras Ichigo yacía aun dormido en la cama, después de tan maravillosa entrega de amor.
Sin embargo, a pesar de la felicidad que sentía, la pelinegra presentía que su tiempo con Kurosaki terminaría pronto.
Ellos vendrían por ella y se la llevarían de vuelta al Seireitei, a una vida que hacía mucho dejó de tener sentido para ella.
* En especial ahora que estoy enamorada !. *
Susurró para sí, suspirando con pesar.
* ¿Tienes frio?. *
La voz del pelinaranja se escuchó de pronto. Rukia se estremeció al sentir como Ichigo se posaba de tras suyo y la pegaba a su cuerpo. Ichigo. . . su sustituto.
* No. No contigo aquí. . . ¡ nunca !. *
Ella apenas fue capaz de formar una pequeña sonrisa.
* Rukia, quiero decirte. . . que tú me haces sentir algo que nunca había sentido !. *
Un cómodo silencio los rodeó.
La pelinegra atesoraría aquellas palabras y hubiese querido que ese momento no terminase nunca.
""Ichigo, yo. . . también te amo !. No quiero que me alejen de ti !.""
Aquel pensamiento fue agridulce, pero Rukia ya no fue capaz de expresarlo con palabras.
El viento sopló de pronto; sabía que los shinigamis pronto vendrían por ella. Vendrían para arrebatarle su libertad. . . iban a separarla de Ichigo.