Por:
Maeda Ai
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Recorrió sigiloso los pasillos de la mansión Kuchiki, cuidadoso de que nadie lo viese a esas horas de la noche, dirigiéndose a donde no le era permitido.
Cuando por fin Ichigo estuvo frente a la puerta tras la que descansaba la shinigami de ojos violeta, se permitió unos segundos para meditar su siguiente movimiento. Finalmente, deslizó la puerta y la cerró tras de sí tan silenciosamente como pudo.
Entre las penumbras, su mirada buscaba a la dueña de sus pensamientos, encontrándola en una silueta bajo las sábanas que cubrían su desnudez. El pelinaranja sonrió con orgullo, al ver que su novia lo esperaba ya lista para él, aunque vencida por el sueño.
Saboreando el momento, se acercó con tranquilidad hasta detenerse junto al futón y contemplar la linda y sensual imagen de la pelinegra envuelta entre las suaves sábanas que la cubrían casi celosamente, aunque no por ello no le permitía ver un poco de la delicada piel de la chica.
Ichigo podía contemplar la espalda de su compañera, así como un torneado muslo que sobresalía entre las sábanas. Kurosaki pronto sintió un tirón en la entrepierna, producto del deseo y la provocativa imagen que en ese momento tenía de Rukia.
Sin poder resistir un instante más el deseo y la excitación, el chico se desnudó complemente y se acomodó justo de tras de la joven, estrechándola entre sus fuertes brazos mientras escondía el rostro en el cuello de Kuchiki, aspirando la deliciosa y sutil fragancia que a él tanto le gustaba y que lo encendía.
* Ichigo, mmm !. *
* Shuu, no hables, ¡ solo siénteme !. *
Le dijo él mientras le oprimía uno de los pequeños pechos, jugando con el rosado pezón, pellizcándolo entre sus dedos.
La joven suspiró excitada, sin siquiera intentar abrir los ojos, tan solo disfrutando de la forma en que al pelinaranja le gustaba despertarla, dejándose hacer. . . porque era maravilloso lo que Ichigo le hacía, porque era muy feliz a su lado. Porque, por primera vez en su vida, todo era perfecto.
* Ichigo, por favor !. . . *
Rukia quiso girarse, ver a su apuesto compañero, perderse en sus ojos miel, pero él no se lo permitió.
* No, hoy no enana ! ¡ Esta vez mando yo !. *
Le dijo, pero lo cierto es que siempre era así, Kurosaki disfrutaba torturándola con su boca, sus manos, con su cuerpo.
Le gustaba tener el control, era dominante en la cama como en el combate, aunque posesivo y pendiente de ella, cuidándola.
Rukia hubiese seguido comparando el comportamiento de Ichigo dentro y fuera de la cama, pero al sentir la punta del pene sobre la entrada de su vagina, su mente se puso en blanco y solo pudo gemir.
El shinigami se sostenía la verga y la deslizaba sobre la vulva de su compañera, delineando la abertura vaginal que parecía humedecerse más y más por la anticipación, ansiosa por cobijar a la parte que la complementaba.
* Ya, Ichigo !. . . ya !!. *
El pelinaranja sonrió al escuchar a su enana tan desesperada y necesitada.
Complacido, Ichigo sonrió por un instante, para luego enterrar su duro pene de una sola embestida en la cálida vagina de su novia.
¡ Dios, estaba tan mojada !. Parecía que Rukia se estaba derritiendo de gozo. La vagina de la ojivioleta estaba muy lubricada y el pene de Ichigo muy duro. Eran tantos el placer y la necesidad. . . y tan poca la paciencia, que pronto los enamorados se hallaban inmersos en un ir y venir de caderas con un ritmo de penetración enloquecedor.
Ambos de lado sobre el futón, él detrás de ella, separándole las piernas con una mano, mientras con la otra le estrujaba los pechos, primero uno y luego el otro, todo. . . mientras sus bocas se devoraban entre sí.
Ichigo sostenía la pierna izquierda de ella en el aire, para tener un mejor acceso y penetrarla sin problemas. Lento y tortuoso de repente, disfrutando de la caricia entre sus sexos. Fuerte y brusco conforme el placer les recorría no solo el sexo, sino todo el cuerpo.
Llegó un momento en que Kurosaki sacaba su pene, excepto la punta, del interior de su novia, para luego hundirse nuevamente en ella de una sola estocada.
Y repitiendo esas desesperadas y bruscas penetraciones, fue como hizo que la shinigami se corriera; su interior derritiéndose en deliciosos espasmos de placer que apretaban sin piedad la verga del pelinaranja, quien ya no pudo más y se vino en el fondo del sexo de su novia, de Kuchiki Rukia. . .
La pelinegra gimió complacida con la sensación del semen de Ichigo quemándola dulcemente por dentro, aliviando su calor, sus ansias y su necesidad por ese hombre.
Se quedaron en silencio, sus cuerpos aun entrelazados, él aun clavado en ella, aunque su miembro ya no tan duro.
* ¡ Te amo !. *
Rukia lo miró sorprendida. Ichigo no le había dicho esas palabras antes. Se abrazó a él, sonriendo sin decir nada más, disfrutando del momento y del calor de los brazos del muchacho.
Una vez, cuando pasó lo de Kaien. . . Rukia se sintió la peor shinigami de la historia.
Pero aquí, justo ahora, al lado de Ichigo, era distinto. No era la peor shinigami, era la más feliz, la más humana, porque necesitaba de alguien con locura, porque ese alguien era su protector. . . porque ese alguien era su dueño.
Hacía mucho que Rukia había dejado de preocuparse por seguir las reglas del Seireitei, incluso del clan Kuchiki. . .
Ella solo vivía por y para Ichigo.