Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 1 ::.
No había dejado de mirarla desde hacía un buen rato.
Se preguntaba: ¿en qué momento había cambiado tanto?. Bueno, siete años no pasan en balde, y la que alguna vez fue una niña enana a quién no le importaba pelearse con otros niños, incluso más grandes que ella, era ahora la bella mujer a quién él no podía dejar de mirar. . . aunque seguía siendo muy bajita.
Sus coletas, ya inexistentes, se habían convertido en suaves cabellos que caían delicadamente sobre sus hombros, cubriendo ligeramente su cuello sin llegar hasta. . .
* Baka !. *
El pelinaranja susurró para sí, teniendo que bajar la mirada para ocultar, tras sus cabellos, el rojo que le cubría las mejillas.
Rukia debió sentir la pesada mirada de Kurosaki, pues se giró a verlo, sonriéndole sutilmente.
Ella parpadeó confundida, preguntándose si eran solo ideas suyas o su compañero de clase se estaba comportando de forma un tanto extraña.
Miró al frente, decidiendo que eso era algo menos importante que la clase.
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Caminaba por los pasillos de la escuela, sin poderse sacar de la cabeza a esa mujer.
Lo único que deseaba en ese momento era volver a casa y darse una ducha con agua bien fría, para ver si así lograba olvidarse de ella siquiera por un momento.
Más sus planes cambiaron drásticamente cuando, al salir al patio principal, se encontró con la chica que ocupaba todos sus pensamientos, pero hubo algo que no le gustó a Ichigo, o mejor dicho. . . alguien.
Grimmjow Jaegerjaques, un chico de otro grupo, conversaba con la pelinegra, sonriéndole mientras se acercaba discretamente a ella, quien sonreía nerviosa y daba algunos pasos hacia atrás, tratando de alejarse del peliazul.
Ichigo no supo qué fue lo que pasó exactamente pero, apresurado, se dirigió donde Rukia y la tomó de la mano sin decir nada, llevándosela de ahí ante la sorprendida mirada de la misma chica y el disgusto del otro tipo, que se plantó justo frente a Kurosaki, reclamándole su atrevimiento.
* Aléjate de ella !!. *
Fueron las palabras del pelinaranja; su voz sonaba ronca y violenta, aunque Grimmjow no quiso ceder y se acercó a Rukia, sin saber que Kurosaki Ichigo tiende a ser muy violento, dándose cuenta de ello cuando el pelinaranja le impactó el puño justo en la quijada.
El peliazul terminó tirado en el suelo gritando amenazas mientras Ichigo y Rukia salían de la escuela.
Kuchiki trataba de soltar su mano de ese fuerte agarre al tiempo en que se preguntaba por qué Ichigo había hecho eso.
* Suéltame, me estás lastimando !. *
Él se giró; lo que pasó enseguida fue tan rápido. . .
La acorraló violentamente contra la pared, mirándola furioso. Había, había algo diferente en él. . .
* Tú eres mía !, ¿entiendes?, ¡ solo mía !. *
Le gritó, para luego besarla con fuerza.
Rukia mantenía los ojos bien abiertos; este era su primer beso y era con el hombre del que siempre estuvo enamorada. Pero nunca quiso que fuese de esta manera.
Giró el rostro, rechazando los labios del muchacho. Lo miraba enojada, conteniéndose para no golpearlo como el mismo Ichigo había golpeado al otro chico.
* No. . . no vuelvas a hacer eso !. *
Le dijo ella; su voz se oía tan fría.
Estaba dispuesta a irse cuando Ichigo la tomó por el brazo, rodeando su estrecha cintura. Pegado a ella desde atrás, posó la barbilla en el hombro de la joven, susurrándole un "lo siento".
Y eso fue suficiente para ella.
* No soporto que hables con otros hombres, que les sonrías. . . no lo hagas. . . me llena de celos !. *
Ella se giró poco a poco hasta quedar frente a frente, descubriendo algo nuevo en esos ojos miel, algo que era solo para ella.
* Los demás son nada, no hay nadie más para mí. . . solo tú, Ichigo. *
La voz de Rukia era suave. Y, como en su niñez, lo miraba con cariño. . . solo que Ichigo apenas se había dado cuenta.
No dijeron más, ya no era necesario. Kurosaki volvió a buscar los labios de la joven, formando un nuevo beso no muy diferente al anterior, pues él, posesivo, no tardó en forzar los labios de la chica para introducir su lengua, y ella, también ansiosa, lo aceptó con un suspiro.
Sin embargo, este beso lo disfrutaron mucho más, aun cuando frías gotas de lluvia comenzaban a caer sobre ellos.
Fue algo que poco les importó; ninguno quería abandonar los labios del otro.