Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 3 ::.
“Anna se fue”
* NO, ¡ANNA!... *
La agitada voz del shaman repentinamente se dejó escuchar por toda la habitación.
El joven de cabellos marrones se sentó sobre el futon, sujetándose la cabeza como tratando de asimilar las extrañas sensaciones que lo recorrían.
Tuvo un sueño; al volver a Funbari Ouka, Anna ya no estaba ahí... lo había abandonado. La sola idea era desesperante, que su Annita se fuera de su lado sería lo peor que podría pasar en su vida.
* No, no... ella me espera en Funbari, como siempre. *
Se dijo a si mismo, tratando inútilmente de convencerse de sus propias palabras.
Suspiró profundamente para calmarse un poco. Recorrió la habitación con una seria mirada, recordando así donde estaba y lo que había estado haciendo las últimas semanas.
Su compañera de cama no se hallaba a su lado como acostumbraba; al recordarla no pudo evitar sentir desprecio por la joven de rosados cabellos, algo que lo intrigaba pues si no mal recordaba llevaba más de un año “jugando” con ella, un juego que se mantenía más que nada por la placentera relación que tenían.
Pero al recordar a Anna....
* No, no puedo seguir con ella.... debo volver con mi esposa. *
Decidido, abandonó el lecho.
Vistiéndose en cuestión de segundos, se dirigió a la planta baja de la casa, dispuesto a buscar a la chica.
Seguramente se encontraba en la cocina, por lo regular pasaba gran parte del tiempo en ese lugar.... y en la cama, con él. Hablaría con ella y esta vez le dejaría bien claro que lo suyo había llegado a su fin.... de hecho quiso hacerlo varias veces, pero por alguna u otra razón Yoh seguía con ella, con Tamao.
¿Cómo fue que se enredó en ella y, más aun, estando casado?: no estaba seguro, solo sabia que cierto día esa chica dejó de serle indiferente; llegó a fijarse más en su cuerpo y terminó por caer en sus redes.
* No lo entiendo.... nunca me interese en ella, ni siquiera me gustaba. *
Yoh repasaba una y otra vez el porque se lió con esa mujer. Era cierto, en toda su vida solo tuvo ojos para Anna, las demás mujeres, por muy bellas que fuesen, nunca le interesaron.... entonces, ¿por qué la convirtió en su amante?.
A pesar de ésta penosa situación, la itako nunca salió de su corazón; así es, Anna Kyouyama sigue siendo la única mujer a la que ama. Tamamura es tan solo una aventura de la que todavía no se ha podido librar.
* Y más vale que termine con esto, ya!!... *
Con dicho pensamiento en mente, Yoh Asakura entró a la cocina más que decidido a hablar con la pelirrosa. Lo que vio fue algo que no esperaba....
* Con esto, Yoh permanecerá por más tiempo conmigo. *
La escuchó decir, mientras vaciaba cuidadosamente el contenido de una botella negra sobre lo que él suponía era su desayuno.
La ira y la sorpresa se apoderaron de su ser, arrebatándole la cordura y la paciencia; sus pupilas se contrajeron perdiendo el color que las caracterizaba.
No lo pensó dos veces antes de ir contra la joven y sujetarla bruscamente de los hombros.
* ¿Qué quisiste decir con eso, eh?. Dime.... dime qué me has dado todo este tiempo?. *
Le gritó, ya fuera de si; furioso por completo ante la sospecha de haber sido manipulado de alguna forma por ésta mujer.
* Y-yo... yo solo quería que estuvieras conmigo, que me amarás. *
La respuesta de la aprendiz se dio entre lagrimas, aunque en su expresión se notaba lo molesta que estaba.
Yoh, fastidiado la soltó, empujándola de mala gana con lo que la mujer tuvo que dar algunos pasos hacia atrás para no caer.
El shaman no podía creerlo, fue influenciado por ella y él siendo tan tonto cayó fácilmente.
No dijo una sola palabra, ya no era necesario.
Salió de la casa con paso firme, dispuesto a volver a Funbari Ouka, ahí lo esperaba su esposa, su Annita. La mujer a la que amaba y a la que le debía un sin fin de disculpas y explicaciones.
Los ruegos y suplicas por parte de Tamao fueron ignorados; esa mujer le dio a ingerir algo que de algún modo lo hizo fijarse en ella, algún afrodisíaco, una droga.... sabrá dios que; volviéndose su amante y olvidándose de la itako.
Asakura apretó los dientes con fuerza; con razón se sentía despreciable e insatisfecho después de pasar la noche con ella; incluso muchas veces llegó a imaginar que se encontraba al lado de la rubia y no de ésta perdida.
Su conciencia lo torturaba constantemente y tan perturbado estaba que llegó al grado de culpar a Anna. Si, era más fácil pensar que la itako no le satisfacía completamente y por ello se vio obligado a buscar amor y placer en otros brazos.
Fue así como comenzaron sus malos tratos hacia la rubia, ignorándola, abandonándola por largos periodos de tiempo.... olvidándose de ser cariñoso con ella.
* Pero eso va a cambiar... cuando vuelva a casa me disculparé y la amaré como nunca. *
Estaba ansioso por regresar con ella y que las cosas fuesen como antes; de ahora en adelante no pasaría un solo día sin que le demostrase de mil formas que él la amaba muchísimo.
Con esto en mente partió rumbo a Funbari Ouka, dispuesto a corregir su error, su estupidez.
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La llamó con alegría al entrar a la casa, tenía infinitos deseos de verla, abrazarla, besarla.... de hacerle el amor.
Pero nadie le respondía, la pensión estaba en absoluto silencio; la buscó por todos lados, pero nada.
Finalmente entró en su habitación, aquella que compartían desde el día en que se casaron.
* No hay nadie aquí. *
Parecía que la rubia salió de paseo o algo, así que optó por esperarla. Más una hoja de papel sobre el buró llamó su atención; la desdobló, curioso, leyendo las frases escritas....
* N-no, no.... no puede ser. *
Estaba sorprendido, le costaba creerlo; Anna le decía adiós en esa carta.
Era sincera, otro hombre se ganó su amor.... con amor. Estaba enamorada y eso no iba a cambiar.
Se disculpaba por la situación, por haberle sido infiel, pero éste hombre la hacia sentir deseada y amada.
* ¡Él me ama de verdad!. *
Fue la última frase que la rubia plasmara con su bella e impecable escritura.
Yoh se dejó caer sobre sus rodillas. ¿Cómo pudo pasar?, si él la amaba, si él, él.... él era el único culpable. Se alejó de ella, la trató como si no le importase y ahora, ahora....
* Me ha dejado.... como yo la dejé. No, ella no volverá jamás.... *
Dejándose envolver por el dolor, el joven shaman permitió que las lagrimas se deslizaran con libertad. Arrepentido y con el corazón destrozado, se dio cuenta de que la había perdido.
Terminó desquitándose con el piso de madera, golpeando éste con inmensa furia una y otra vez aun a sabiendas de que hacerlo no le devolvería a la itako.
* Maldición, Anna, yo te amo... *
¿Y eso que importaba?...
Ella, su Annita... no volvería a estar junto a él.
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El avión privado de la familia Tao estaba a punto de despegar.
Una rubia mujer mantenía la mirada fija en el paisaje que se podía admirar más allá de la ventanilla; le decía adiós a Funbari, le decía adiós a Japón y le decía adiós a...
* Arigatou, Anna... prometo que... te daré la tranquilidad que siempre has deseado. *
Lo escuchó con atención, completamente segura de que él cumpliría con sus palabras.
Estrechó la mano derecha del chico entre las suyas, regalándole una sutil sonrisa, de esas escasas en su hermoso rostro.
Sin soltar la mano de Len, volvió a posar la mirada en la ciudad.
Estaba enamorada; era feliz, muy feliz y esperaba que Yoh lo fuese también. Por los buenos recuerdos que su ex-esposo le había dejado, porque lo quiso tanto, porque gracias al amor de éste hombre pudo olvidarse de todos los rencores...
* Adiós, Yoh... adiós. *