Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 6 ::.
* Yoh. *
Sintió que una femenina voz le llamaba. Volteó para ver que se trataba de Anna... lucía algo preocupada... preocupada por él.
* Anna. *
Murmuró y se volteó completamente para verla.
* ¿Qué es lo que te pasa?, estas demasiado extraño... más que de costumbre. *
Acusó. Si que lo conocía bien, detectaba hasta el más mínimo cambio en el comportamiento de su prometido, del hombre a quien amaba.
* Es que... Anna, yo.... *
El shaman no pudo seguir, su prometida se lo había impedido.
Así nada más, se acercó rápidamente a él, eliminando la distancia que había entre ellos. Los negros ojos de la itako brillaban intensamente, una mezcla de emociones y sentimientos que a Yoh le costaba descifrar… amor, deseo, lujuria, pasión, eran muchas emociones las que Anna experimentaba en ese momento.
Y no entendió muy bien porque, solo lo besó; un impulso que la hizo unir sus labios a los del joven de castaños cabellos, quien todavía no se recuperaba de la tremenda sorpresa que se llevó al sentir los cálidos y húmedos labios de la rubia presionando contra los suyos, invitándolo a probar de ellos.
Se separaron lentamente después de unos cuantos segundos, justo cuando el Asakura comenzaba a reaccionar y disfrutar de esto, devolviendo la caricia… y se miraron…
Anna se sorprendió de si misma al ver hasta donde había llegado.
“Pensar que no estaba dispuesta a ser yo quien diese el primer paso, y ahora….”.
Meditaba, intentando encontrar una razón para lo que acaba de hacer.
¿Sería acaso la reciente experiencia con Hao?; el sentirse y saberse una mujer tremendamente atractiva, tenía tanta seguridad, sabía que si Hao no se había resistido a ella, mucho menos Yoh.
Además, estaba completamente segura de que con el menor de los gemelos tendría que esperar años y ya no podía esperar más.
Se desconocía a si misma, cuando despertó, deseaba con ansiedad volver a estar con Hao, CON HAO, lo necesitaba, a él, al amo del fuego… creía que Yoh había quedado atrás y ahora… lo esta seduciendo.
Seguramente era el despertar de sus ardientes deseos por un hombre… ¿era eso?, ¿solo quería estar con un hombre?, ¿el que fuera?… Anna se aterró, de pronto en su conciencia se sentía como una cualquiera que solo ansia tener un macho dentro de ella. O quizás, simplemente, el hecho de saber que Yoh la considera “hermosa” le dio valor, eso, y el amor que quizás aun tiene por el.
“No lo sé, no lo sé, no lo sé. Yo solo… quiero estar con él, ahora.”
Entonces, en ese momento, Anna dejó de buscar una razón para desear estar con Yoh, solo tenía claro que “quería” y ya…
Así, volvió a probar los labios del shaman, que aunque lento y hasta un poco torpe, le correspondió lleno de felicidad.
El corazón del muchacho latía descontrolado; la amaba y si Anna hacia esto entonces… ella también debía amarlo.
Así, la sacerdotisa tomó la mano de su prometido y comenzó a caminar en dirección a su recamara; él, que aun no comprendía la actitud de la itako, se sorprendió cuando esta deslizó la puerta de su habitación y lo invitó a entrar; una vez dentro, ella volvió a deslizar la puerta.
Se miraron por unos segundos; los rayitos de sol que entraban por la ventana hacían brillar su dorado cabello, esa hermosa imagen solo podía ser la de una diosa.
Y así como así, sin mediar más palabras entre ellos, Anna comenzó a despojarse de sus ropas, luciendo un lindo sostén negro de finos encajes y unas pequeñas pantaletas del mismo color.
* Annita!!, ¿q-qué, qué haces?. *
* ¿Qué?, ¿no es obvio?. . . . quiero estar contigo. *
Yoh se quedó boquiabierto, tanto por la respuesta de la itako, como por lo que sus sorprendidos ojos podían ver.
El cuerpo de esa mujer era un montón de finas y bien marcadas curvas; Yoh no supo porque, pero le pareció que la temperatura en la habitación de pronto había aumentado.
El shaman no fue capaz de mover un solo músculo, estaba allí, de pie, admirando el perfecto cuerpo de una hermosa Anna que para entonces lo había atrapado entre sus brazos, besándolo con tremenda pasión mientras sus ansiosas manos intentaban deshacerse de la camisa del shaman.
Cuando la lujuria y el instinto pudieron vencer la tranquilidad del Asakura, este deslizó sus temblorosas manos por la figura femenina, delineando las finas curvas que ya lo estaban volviendo loco de amor y deseo.
Quizá las cosas sucedieron demasiado rápido y esto lo confundía, pero...
* Al diablo... *
Susurró entre dientes, aferrándose a su bella prometida.
No quería pensar, no quería esperar, la amaba y esta era la oportunidad para demostrarle cuanto y también… liberar todas esas ansias que de ella tenía.
Así, Yoh dejó que su instinto se encargase de la situación, después de todo, él nunca había estado con una chica; su único temor era no poder satisfacerla, o peor aun… lastimarla.
“Después de todo, también es la primera vez para ella…..”
Pensó el shaman, sin saber cuan equivocado estaba.
Se dejaron caer sobre el futon, ella sobre él, como si quisiera
dominarlo, y de hecho… así era. Seguramente era su carácter el que la hacia buscar el control, pero más fuerte que su carácter, eran la excitación y la lujuria que recorrían su cuerpo, sus venas.
Por su parte, el castaño deslizaba sus manos más allá de la espalda de la itako, en aquel par de dibujos bien proporcionados, acariciándolos circularmente.
Yoh jadeo al sentir la cálida mano de la itako desaparecer dentro de sus pantalones, buscando su miembro… y lo encontró.
La hombría del shaman se irguió al instante, bastando una sola caricia de su prometida para que se excitara a tal grado.
* ¿Te gusta?… yo sé que esto te va a gustar aun más.... *
Apenas dijo esto, Anna se desabrochó el sostén, dejando que este cayera, mostrando aquel par de senos desnudos adornados por dos sonrosados pezones, ya duros por la propia excitación de la mujer.
Aquella era una escena realmente bella y sobre todo excitante, tal como dijo la itako, era una visión que al shaman simplemente le encantó.
* Eres... tan hermosa. *
Confesó, completamente embelesado con la figura de la chica.
Yoh alzó una de sus manos, alcanzando el pecho izquierdo de su prometida, rozándolo apenas levemente al principio y cubriéndolo completamente poco después.
Pronto la excitación lo empujó a aventurarse a palpar aquellas esferas que a él simplemente le parecían verdaderas obras de arte de la naturaleza.
Más no le bastó con estrujarlos una y otra vez, hundió el rostro entre los suaves pechos, besándolos, permitiendo que su lengua los lamiese tranquila y cariñosamente.
Y tan solo un par de suaves mordidas fueron suficientes para hacer gemir sonoramente a la sacerdotisa, quien se entretenía con enredar sus inquietas manos en el castaño cabello del Shaman King.
* Ahh, Yoh, Yoh... *
Anna arqueó la espalda mientras liberaba suaves gemidos que entonaban el nombre de su nuevo amante, el cual se aferraba del pezón derecho, succionándolo entretenidamente, sin pretender liberarlo por un buen rato.
Todo esto era un sueño hermoso para el Asakura, que ya totalmente desesperado por tener el cuerpo de su prometida, la despojó de la última prenda que cubría su hermoso cuerpo, admirando la total belleza que representaba la desnudez de su itako.
Por su parte, Yoh poco tardó en deshacerse de sus ropas, que quedaron olvidadas en algún lugar sobre el piso. . . .
Se miraban atentamente, recorriéndose mutuamente los cuerpos.
Para Anna, que no era la primera vez que veía a un hombre desnudo, simplemente no pudo evitar comparar a Yoh con su amante anterior, con Hao… no había mucha diferencia, en especial por el hecho de que ambos son gemelos; los músculos de Yoh también estaban marcados. . .
“Y todo gracias a mi.“
Pensó la rubia con satisfacción; sus ojos aun sobre el shaman, clavándose en aquel pene que se erguía triunfante, mostrándose fuerte, delatando su impaciencia, ya totalmente listo para entrar en ella. Anna se saboreó los labios, deseosa de sentirlo en su intimidad.
En tanto Yoh, ahh. . .
El la veía, excitado, si, pero con sus ojos desbordando amor por ella. Su bella figura solo podía ser comparada con la de un ángel, o una diosa. Tan linda, tan perfecta… cuanto la amaba.
“Y se me esta entregando por completo.”
Su mente y corazón, no conocían la realidad de que aquella hermosa mujer, a pesar de ser su prometida, ya había estado entre los brazos de alguien más, que ella misma se le había entregado a otro hombre, a Hao Asaura, su propio hermano, su gemelo… un demonio.
Poco a poco, las manos del shaman comenzaron a moverse sobre los hombros de la mujer, formando delicadas caricias.
“Que cálida es la piel de Annita... me encanta.”
Los pensamientos de Yoh se concentraban solo en la rubia itako, que suspiraba agradada con la forma tan cuidadosa y delicada con que su prometido la tocaba.
“Se comporta conmigo como si estuviese hecha de cristal.”
Este pensamiento le divertía a la chica, aunque, debía admitir, que también la enternecía. La hacia sentirse especial, importante y querida.
El castaño llenó de besos el bello rostro de la rubia; deslizando sus labios por su cuello, poco tardó en llegar hasta los firmes senos de Anna, que jadeó complacida al sentir como su compañero paseaba libremente su boca de un pecho al otro, oprimiendo suavemente con la mano uno de los sonrosados pezones, mientras, con cierta dulzura, lamía y succionaba el otro.
* Oh, Yoh, Yoh !!... *
A Anna se le iba la voz, llamando a su nuevo amante.
No podía creer que Yoh, con tanta tranquilidad, además de sus besos y caricias que más allá de la lujuria, venían cargados de ternura y amor, la estuviese llenando de placer.
Era tan distinto al salvajismo de Hao, pero le gustaba, le gustaba mucho.
A estas alturas, el menor de los Asakura recorría a su entero gusto las suaves piernas de la itako, comprobando que el calor de su cuerpo quemaba al tacto. Yoh sonrió, la verdad es que él mismo ya no soportaba la temperatura de su propio cuerpo, que le exigía cada vez más de aquella hermosa criatura que él tenía por prometida, cuyo cuerpo yacía bajo el propio, dispuesta a entregarse, por fin, a aquel hombre que tantas noches añoró.
Llegó un momento en que la excitación llevó al shaman a deslizar sus manos entre las piernas de la sacerdotisa, buscando la entrada de su sexo.
* Mmmm, Yoh.... *
Débiles gemidos escaparon de la dulce boca de Anna, quien cerró los ojos y arqueó la espalda al sentir los dedos traviesos e intrusos de su prometido, que comenzaron a masajear su intimidad.
Era agradable, si, pero para Kyouyama simplemente ya no era suficiente la forma tan lenta en que Yoh la hacia gozar, no es que no lo disfrutara, es solo que para ella, que soñó por tanto tiempo con esto, le parecía una tortura lenta y cruel el que todo sucediese tan pausadamente.
La itako no pudo más y empujó al castaño, que cayó de espaldas sobre el futon, mirándola confundido. Y Anna, que pretendía llevar a cabo la excitante idea que cruzó su “perversa” mentecilla, le sonrió traviesamente al shaman.
* Ahora me toca a mi. *
Murmuró muy suave antes de besar sus labios con furor, recorriendo aquel cuerpo varonil marcado por fuertes músculos, donde ella posaba sus labios, lamiéndolo y hasta mordiéndolo suavemente. Ese hombre era suyo, y de nadie más.
Bajó poco a poco por el cuerpo del castaño, deleitándose con los roncos gemidos que él le regalaba, hasta que....
* Mmm, Yoh, no sabía que fueras tan... potente. *
Le dijo ella, mirando de cerca el erecto pene del moreno.
Le parecía tan grande, grueso y las venas que se marcaban en toda su longitud, llenándolo de fuerza y vigor, era una visión que excitaba todavía más a Anna, que no reparó en saborearse los labios. Y el simple hecho de pensar que ella era y es el motivo por el cual aquel pedazo de carne se levantaba al aire, la hacia gozar.
Le hubiese gustado torturar un poco al castaño, pero la verdad es que ella misma ya no podía soportarlo.
Así, lamió lentamente la totalidad de aquel instrumento de placer, causando verdaderos estragos en el rey shaman, cuyas pupilas se habían tornado descoloridas y apretaba con fuerza los dientes, pues el placer que su Annita le hacia sentir era tal, que pegó su espalda totalmente al futon, entregado a la deliciosa estimulación de la rubia.
Y hubiese eyaculando en ese mismo instante y con la simple caricia de la lengua de Anna, pero él quería más, mucho más.
Luego, Yoh pudo sentir como una de las manos de la sacerdotisa acariciaba y estrujaba suavemente sus testículos, en un ritmo que cada vez se volvía más busco y rápido que solo lo excitaba más y más.
Anna masajeaba el miembro, desde la base hasta la punta, conciente de que el moreno estaba disfrutando como nunca en su vida, pues se retorcía con los toques que ella le daba.
La sintió detenerse y creyó que aquel juego había terminado, más aquel pensamiento se desvaneció cuando sintió nuevamente los labios de la chica besar la punta de su glande para luego llevarse el miembro a la boca, como si quisiese devorarlo, más lamiéndolo y succionándolo, disfrutando de los entrecortados gemidos de su amante, que acariciaba los dorados cabellos de la itako, despeinándola aún más.
Pero aquella delicia poco duró, porque el mismo Yoh, empujó levemente a Kyouyama, alejándola de su pene y recostándola sobre el futon.
* Lo siento, Annita... * _La estrechaba con fuerza mientras le hablaba con agitación._ * Pero ya no puedo más. *
* Vaya, Yoh, al parecer eres mucho más apasionado de lo que imaginaba... ¡ hazlo !. *
Anna, totalmente de acuerdo con su prometido, le sonrió de forma traviesa antes de que volviesen a besarse con hambre de ellos mismos.
Más algo parecía detener al shaman, que entre los tantos besos, le dijo...
* Anna, es que yo... *
* ¿Qué pasa?, ¿qué te detiene?. *
* N-no quiero lastimarte. *
Las pupilas de la sacerdotisa se destiñeron al escucharlo decir aquello. Comenzó a temblar ligeramente; sus recuerdos y pensamientos se mezclaron formando un verdadero caos en su mente.
Se sentía ligeramente culpable, pero sabía que no debía decírselo a Yoh, no...
“Me odiaría, además...”
No tiene mucha importancia, fue solamente una noche, solo una....
* Descuida, no lo harás. *
Con estas palabras, la itako besó apasionadamente al shaman mientras separaba sus largas piernas y las cruzaba alrededor de la espalda de su compañero, acomodándose para que el pene apuntara directo a la entrada de su vagina.
Así, Anna comenzó a moverse suavemente, creando fricción entre ambos sexos, un exquisito roce que terminó por desquiciar al muchacho.
Loco de amor y deseo, Yoh empujó suavemente su miembro, entrando poco a poco en la intimidad de la rubia, que jadeaba y formaba un arco con la espalda según se iba deslizando la hombría de su amante en ella.
* Anna, Anna... *
Murmuraba el shaman, mientras la besaba con verdadera pasión.
Gimiendo su nombre, porque para él, ahora no había nada más que la mujer entre sus brazos.
Las manos de la sacerdotisa se aferraban a la fuerte figura del moreno, acariciando con toques de suavidad y ternura la espalda de este.
Y lo que al principio fue un lento y cuidadoso avance al interior del sexo de la mujer, poco a poco se volvió un ir y venir desesperado, de las caderas de ambos, en especial de Yoh, que gozaba casi desquiciadamente de la forma en que la piel interna de la itako abrazaba su miembro cada vez que entraba y salía.
De esta forma, el muchacho no tardó mucho en lograr que su espina estuviese totalmente enterrada en la vagina de Anna, incluso sus testículos se pegaban constantemente a la línea que separaba las piernas de la rubia mujer.
* Yoh, Yoh... *
Para ese entonces, la chica lanzó un gemido, cuyo tono a pesar de denotar el placer que la recorría, también traía consigo un dejo de dolor ante el nuevo intruso en su cuerpo.
No era para menos, apenas la noche anterior había recibido dentro suyo al imponente miembro de Hao Asakura, y ahora, Yoh la penetraba con una fuerza similar a la de aquel demonio, y su cuerpo, que aun no se acostumbraba por completo a la delicias del sexo, comenzaba a amoldarse al tamaño y grosor de la hombría del shaman.
Yoh notó la incomodidad que reflejaba el lindo rostro de su prometida, y no dudo en detenerse, preocupado por ella.
* ¿Te lastime?, lo s-sien... *
* Shuuu, esta bien, no te detengas. *
La itako acariciaba suavemente la mejilla derecha del moreno, mientras le regalaba una tierna sonrisa, e Yoh, que adoraba las sensaciones que experimentaba al unir su cuerpo al de Anna, no esperó para reiniciar con aquellas embestidas, más ahora, con mucha más delicadeza que antes. Por eso, ahora que volvía a penetrarla, lo hacía con cuidado, como si ella fuese de cristal.
* Te amo, te amo... *
Lo escucho decir varias veces, en medio del delirio de amor que vivían.
Ella lo abrazó con fuerza; en su corazón, sabía que esto no era justo para Yoh, pero ahora no podía pensar en otro que no fuera él, en nadie.
Las caricias y besos parecían no terminarse.
Sus manos se entrelazaron, apretándolas con fuerza; esto era maravillosamente intenso, ambos haciéndose el amor hasta el cansancio.
Para Yoh sería el recuerdo más hermoso que pudiese tener y lo mejor de todo es que esto aun no terminaba.
La respiración de ambos se tornó más agitada, mientras las caderas de los amantes se movían de abajo hacia arriba, llevándolos hasta el mismísimo cielo, perdidos en su mundo de placer.
Después, Yoh aumentó la fuerza y velocidad de su penetración y Anna ya no pudo más. Comenzó a sentir como su vagina comenzaba a apretar deliciosamente el pene del castaño, reteniéndolo ahí, como si lo estuviese exprimiendo.
* Y-Yoh, aaahh!!... aaahhhhhh!!!. *
Anna gimió sin reserva, retorciéndose sobre el futon al sentir como su cuerpo era invadido por una electricidad y un placer que la habían complacido completa y agotadoramente.
Poco después, el shaman lanzó un profundo gemido placentero, mucho mayor que los anteriores y que seguramente se escuchó por toda la pensión.
Sus piernas temblaron ante una especie de descarga eléctrica que se deslizó por todo el cuerpo del Asakura, al sentir como los músculos internos de su chica se contraían, abrazándole con fuerza el pene.
Un líquido perleado salió del miembro del muchacho, alojándose en el cuerpo de la sacerdotisa. Al sentir esto, ambos jóvenes, con los ojos cerrados, dieron un largo suspiro que delataba cuan intensamente se habían amado.
Con sus cuerpos aun unidos, volvieron a abrazarse y a besarse con verdadero cariño, mientras se recuperaban de su orgasmo. Unos minutos después, su respiración se había normalizado ya.
Yoh la miraba detalladamente, sonriéndole con cariño y ternura, como solo él sabía hacerlo. Ella, no pudo evitar contagiarse de la felicidad del shaman e igual le sonrió sutilmente antes de darle un pequeño beso y refugiarse en sus brazos.
* Anna... *
* Mmm... *
* Te amo muchísimo. *
La itako guardó silencio.
No hace mucho, ella le hubiese respondido que igual lo amaba, o incluso, ella misma le hubiera hecho aquella confesión sin necesidad de escucharlo primero del Shaman King, pero ahora....
“ No estoy segura, ya ni sé lo que siento... creo que algo en mi cambió y no sé que es.... “
* Y-yo también. *
Le dijo ella finalmente, no muy convencida de sus palabras. No quería pensar más en ese asunto.
Así, se abrazó con fuerza al castaño, el cual deslizaba suavemente sus manos por toda su blanca piel, quedando dormida al poco rato, sobre el cuerpo del que fuera su amante de esta noche, mientras su propio cuerpo, desnudo, era cobijado por los brazos del segundo Asakura de esta generación.
Una sonrisa de felicidad adornaba el rostro del moreno, quien en su mente, agradecía infinitamente el que Anna lo hubiese escogido a él y a ningún otro.
“ Mañana se lo diré a Annita. “
Fue el último pensamiento del shaman, antes de quedar profundamente dormido, entre los brazos de la mujer que tanto amaba.