Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 13 ::.
Ella lo miraba fijamente; sin perderlo de vista, sus negros ojos lo seguían con detalle y se movían junto con él.
¿Cuántos días llevaban así?, tres o cuatro, ¡qué importaba!. Lo cierto es que casi no se habían dirigido la palabra, hasta que. . .
* ¿Por qué?. *
La varonil y gruesa voz del shaman de fuego rompió el silencio.
Anna arqueó una ceja, no es que no lo adivinase, sabía perfectamente a que se refería el moreno. Es solo que no esperaba que él se atreviera a hacerle esa pregunta, he hecho. . .
* Creí que lo sabías. *
La rubia, por primera vez desde hace un rato, desvió la mirada, fijándola en el paisaje que le permitía el ventanal.
* Pues no es así. *
Ahora era la mirada de Hao la que no se apartaba de la sacerdotisa.
Oh no, no lo sabía, de hecho fue el estúpido de su hermano el que se lo tuvo que explicar. Pero el shaman quería escucharlo de los dulces labios de Anna.
* ¿Por qué lo protegiste a él?. *
* Porque te amo. *
* Eso no tiene sentido. *
El Asakura alzó la voz; fue entonces que las miradas de ambos se cruzaron por primera vez desde que la itako puso su vida en peligro a cambio de Yoh.
La joven dobló las cejas con tristeza; su pequeña boquita temblaba como si se tratase de una niña regañada, pero estaba sensible, eso era todo.
¿No era obvio?, se sentía culpable. Fue infiel a su prometido y con su propio hermano.
Era su culpa, no podía permitir que Yoh muriese por causa de sus errores, no sería justo; él fue el único afectado en todo esto, además. . .
* No quiero que sigas manchando tus manos de sangre. *
Hao frunció el seño al escucharla; se acercó a ella con temible expresión, sus oscuros ojos reflejando algún sentimiento que ella no supo descifrar.
* Tonterías. *
Susurró el castaño poco antes de tomar la dulce boca de la dama. Un profundo beso que encendió la pasión, el deseo. . . la necesidad.
Hao tomó su lugar en la cama, posándose sobre la mujer. Con delicadeza, deslizó sus grandes manos por los contornos de aquel pequeño cuerpo, deleitándose con las acentuadas curvas.
* Cálida, suave. . . tan adorable. *
Esas palabras, simples murmullos que se disolvieron en la oscuridad de la habitación.
Con suavidad, el moreno apretó uno de los senos de la rubia, quien no pudo reprimir un pequeño gemido producto del placer que él le infringía.
El deseo que Hao tenía por ella era tal que, apenas pudiendo controlar la desesperación, comenzó a despojarla de la yukata.
* Me temo que tendré que pedirte que andes desnuda de hoy en adelante. . . me facilitarías las cosas. *
Una traviesa sonrisa adornaba el rostro del amo del fuego, provocando no solo el enojo en la rubia de ojos negros, sino también el rojo en sus tersas mejillas.
* Imbécil. *
El Asakura rió al escuchar a su compañera.
La adoraba, esa era la palabra. Y le encantaba hacerla enfadar, ese era su pequeño juego, pero ahora no tenía tiempo y mucho menos paciencia para jugar. Oh no!!. . . estaba ansioso por Anna y pretendía saciarse de ella hasta no poder más.
Así, la sacerdotisa quedó desnuda ante él; dispuesta. Los ojos del shaman se encendieron por la lujuria; esa mujer lo incitaba a tomarla.
Su perfecta figura, cuya piel de porcelana parecía brillar ante la luz del sol que se colaba por el amplio ventanal; sus cabellos de oro esparcidos por las almohadas y algunos otros adheridos a sus mejillas. El mar de sus negros ojos ejercía un magnetismo que lo hundía en el; su pecho que subían y bajaba por la agitación, su boquita entreabierta, invitándolo a probarla. . .
Y el desesperado por tomarla, ya!!. Así fue como lo atrapó la primera vez y así es cómo volvió a caer ahora, hipnotizado con la belleza natural de la Kyouyama.
* ¡Me encantas!. *
Susurró el castaño para luego besarla con fuerza; sus manos iban y venían, saciándose de la imperiosa necesidad de tocarla mientras sentía como su hombría se había endurecido, listo para irrumpir en ella.
Pero debía esperar un poco más, primero quería llenarla de besos y caricias, provocarla, excitarla hasta el grado de hacerla rogar por él.
Sus labios de fuego tomaron la boca de la rubia para luego deslizarse por todo su cuerpo, quemando la pálida piel de la mujer, quien gemía agradada en especial cuando el joven de largos cabellos decidió detenerse un momento en sus senos. Acariciando con la lengua uno de los duros pezones, para luego succionarlo mientras apretaba delicadamente el otro pecho, elevando a la itako de ojos negros a una nube de placer de la que no quería bajar.
Anna arqueó la espalda al sentir cómo Hao bebía de uno de sus pezones, como niño buscando su alimento.
““Pero no es un niño, es un hombre hambriento sin duda, hambriento de lujuria, de placer.””
Fueron los pensamientos de la sacerdotisa, quien se relajó y entregó por completo a este pequeño juego que el moreno tenía con ella. ¿Cómo resistirse, si le estaba regalando tanto placer?.
El shaman pareció saciarse y abandonó los redondos senos de la mujer. Sonrió travieso al mirar a la itako; al parecer ella no se había dado cuenta, estaba tan concentrada en su mundo de placer que no se percató de que el moreno ya estaba en posición entre sus piernas, listo y ansioso por poseerla.
* Annita!!. *
Hao la llamó, mirándola con ternura; la Kyouyama se perdió en aquellos oscuros ojos que se posaban en ella cómo si fuese lo más valioso en el mundo. . . y así era. . .
Entrelazaron sus manos y al instante el Asakura empujó las caderas, penetrando a la joven tan profundo como pudo, haciéndola gemir de gozo.
Fue tan lento y suave, tan delicado.
Anna no lo notó, pero el shaman se estaba controlando.
““No quiero lastimarla.””
Pensaba el moreno al tiempo que sus caderas iban y venían con tranquilidad, deslizando su grueso pene en la intimidad de la itako. Se preocupaba y no podía evitarlo, después de todo hace tan solo unos cuantos días que él mismo la atravesó con su espada.
Un escalofrió recorrió el cuerpo del moreno al recordar la imagen de la rubia desangrándose entre sus brazos.
Sacudió la cabeza, no debía pensar más en eso, así que trató de concentrarse en hacer gozar a su amante.
Se aferró a la cintura de la sacerdotisa, mientras sus penetraciones se volvían más intensas y profundas.
Cuanto pudo, pegó el cuerpo de la dama al suyo; la necesitaba, eso ya había quedado claro. Y en medio de la agitación y la forma tiernamente salvaje en que entraba en ella, palabras de amor escaparon de su boca, sumergiendo a la chica en un hermoso trance.
Este hombre la hacía sentirse hermosa, deseada con locura demencial. . . amada.
* Ai shiteru mo. *
La chica entrecerró sus lindos ojos; respirando agitada, pronunció aquellas palabras, pues el delicioso miembro de Hao estaba dentro de ella, quemándola y llenándola de placer.
El calor en la habitación, no. . . en su cuerpo, se había vuelto insoportable y llegó el momento en que Anna se movía por mera inercia, buscando el éxtasis pleno, sin tener ya fuerzas.
* Más, más, más. . . Hao, dame más. . . *
Le clamaba en murmullos. Y el shaman, dispuesto a complacer a su mujer, la penetraba cada vez con más fuerza y rapidez. Gemidos y jadeos llenaban la habitación.
Anna no pudo más y sucumbió ante el placer que el moreno le regalaba, cayendo en el éxtasis gritando el nombre de su amado mientras las contracciones en su vagina obligaban al Asakura a caer junto con ella en el delicioso placer. Así, el joven de largos cabellos apretó los dientes al tiempo en que se dejaba vencer por los estímulos de la intimidad de la itako.
Esa bendita caricia que él buscaba, que le parecía exquisita y que lo hundía en el más profundo gozo del que no quería salir jamás.
Mientras gemía con fuerza y se mantenía enterrado completamente en ella, Hao liberó su esperma en la vagina de la itako.
Cerró los ojos. . . solo jadeos quedaron en la habitación después de aquel acto, más estos se convirtieron en susurros y poco después en silencio, hasta que la gruesa voz del Asakura terminó con esto.
* ¿Por qué lo hiciste?. *
Anna frunció el seño al escuchar esa pregunta otra vez. Maldición, ¿cómo debía decirlo?, ¿en que idioma para que le entendiera?.
Solo lo hizo y ya. . . ¿por qué no se olvidaba ya de todo eso?.
* Anna, dímelo. *
Pero la insistente necedad del moreno terminaron por hacerla hablar, sincerándose con el shaman de fuego por primera vez.
* Ai shiteru, Hao no baka. *
El muchacho se giró a verla, ¿qué demonios tenía que ver eso en todo esto?.
Hao se estaba muriendo con sus dudas y sus celos. Ella había protegido a Yoh dispuesta a morir por él, entonces. . . ¿por qué le decía que lo amaba?. Estaba confundido.
La sacerdotisa pudo notar esto en sus profundos y oscuros ojos. . . y le respondió. . .
* Todas las tonterías que he hecho hasta ahora, han sido por ti, porque te amo. *
Y no mentía. El entregarse a él fue más que mero placer, aunque ella misma no se hubiese dado cuenta.
El interponerse en la pelea, proteger a Yoh. . . fue una forma de compensarlo por su infidelidad, pero en realidad. . .
* No, no quiero que asesines a más personas, ya no. . . *
* Tonta. *
Sus miradas se cruzaron, compartiendo una pequeña sonrisa.
Hao se recostó sobre los suaves pechos de la rubia; no dijeron más en toda la noche.
Su relación fue un caos desde que comenzó y seguramente lo seguiría siendo. Pero no les importaba, todo lo que hacían era por amor y eso...
Era suficiente.