Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 3 ::.
“De sueños y mentiras vivirá”
¿Sus ropas?, ¡ja!, olvidadas en el piso.
¿Las sábanas?: algunas cayeron de la cama y algunas otras los abrazaban con suavidad, pegadas a sus húmedos cuerpos.
El peliazul respiraba agitado; apenas y podía creerlo, la mujer más hermosa de todas, su amor imposible, yacía desnuda entre sus ansiosos brazos.
La besaba con locura, incapaz de apartar la mirada de tan bella figura de mujer.
* Esto es algo que deseé por mucho tiempo. *
Le confesó entre besos, logrando que Anna se sonrojara.
Era cierto, Horo Horo ansiaba poseerla desde el instante en que la vio por vez primera. No es que solo pensara en sexo, es solo que. . .
* Me enamoré de ti. *
Susurró, provocándole un escalofrío a la rubia mujer.
Entonces, con tan inusual confesión, Anna divagó un momento en sus recuerdos. . .
Conocía a Horo Horo desde hacía ya varios años y nunca lo había visto de este modo.
“”Jamás me imaginé en la cama. . . con él””.
Pensaba.
No es que el chico no le pareciera atractivo, era solo que su forma de ser no compaginaba en nada con la propia.
La Kyouyama seguía inmersa en sus recuerdos, cuando un par de traviesos dedos se alojaron en su intimidad, sacándola inesperadamente de pensamientos que ya no tenían importancia.
Jadeó agradada con el entrar y salir de los dedos del muchacho, quien en cada movimiento, parecía tomar más libertad, introduciéndose cada vez un poco más, realizando movimientos circulares que arrancaban sonoros gemidos a la rubia.
* Creo que si te gusta. *
* Ja,ja, en serio??, no me digas. *
El Usui sonrió con picardía al tiempo en que clavaba su mirada en los profundos ojos negros de Anna.
La noche era atrevida y ellos también.
El muchacho besaba y mordía a placer la blanca piel de su nueva amante, dejando las marcas de sus desesperados labios, como si quisiera dejar huella en el cuerpo de la mujer, marcándola como suya. La deseaba desde hace tanto y pretendía que todo aquel deseo contenido se desbordase en esta ocasión.
* Lo siento, pero tengo que desahogar esta pasión. *
Le dijo él e inmediatamente después la hizo recostarse sobre la cama.
Le separó las piernas, guiando sus labios a la intimidad femenina, deleitándose con el sabor a mujer que inmediatamente pudo degustar.
Anna arqueó la espalda retorciéndose de placer, apretando con fuerza las sábanas blancas.
¡Kami!, este hombre si que estaba ansioso.
Introducía la lengua lo más que podía, logrando que Anna clamara por él mientras respiraba cada vez más agitada.
Desesperado, el peliazul mordió suavemente el pequeño botoncito que coronaba la intimidad de la joven, para luego succionar con fuerza. Ella reprimía casi inútilmente los gritos cargados de placer mientras se retorcía ante el tremendo gozo que inundó su cuerpo.
Un prolongado orgasmo la hizo arquearse, permitiendo que la lengua del muchacho se hundiera un poco más en ella.
* Deliciosa!!. *
Susurró.
Horo Horo abandonó el sexo de la chica para luego marcar un camino de besos por todo su hermoso cuerpo. Besó su cintura, su vientre. . . sus senos.
Tanta tentación. . . ¡no resistió!. Atrapó su pecho izquierdo, mordisqueando el sonrosado y duro pezón.
* Ho-Horo, ya. . . no me tortures. *
Anna jadeaba; su rostro envuelto en tenue rojo.
“”¿Qué bella es!””.
Pensó el peliazul, quien la abrazó con fuerza, llenándola de besos.
La rubia tenía razón, mucha razón. La estaba torturando; quería hacerla sufrir, que sintiera toda la frustración, toda la reprimida pasión que él sufrió por años, las ansias, el maldito deseo que no lo dejaba dormir. . . el amor no correspondido.
Pero al mismo tiempo, se estaba torturando a si mismo, pues el Usui se moría por hacerla suya y sentirla vibrar bajo su cuerpo.
* ¡Tienes unos senos preciosos!. *
Tras pronunciar aquellas palabras, una sonrisa adornó el rostro del joven.
* Idiota... ¡solo hazlo!. *
El peliazul la abrazó con fuerza y se acomodó entre las piernas de la Kyouyama, quien lo recibió ansiosa.
Cómo si de un ensayo se tratase, Horo Horo deslizó suave y morbosamente la punta de su ya duro pene por la entrada de la vagina de la chica.
* Horo, ya. . . * _Se quejó ella._ * Deja de jugar y toma esto con más entusiasmo. *
Las palabras de su amante le sonaron a suplica.
Sonrió con malicia.
* ¿Quieres entusiasmo?. . . es lo que me sobra. *
Dicho esto, el joven de cabellos azules comenzó a hacer presión, empujando sus caderas mientras admiraba como su hombría se iba perdiendo dentro del sexo de la mujer.
* A-Anna. . . eres tan ardiente y sexy. *
Horo Horo comenzó a besarla con desesperación. Estaba como loco; este era un sueño haciéndose realidad.
La mitad de su miembro yacía en el interior de la cavidad femenina, entonces, Horo empujó con fuerza, llenando completamente la vagina de la rubia.
Y ahí estaba él, clavado hasta el fondo, dentro de la mujer que le robó el corazón; la inalcanzable, Anna Kyouyama.
Y quedó hipnotizado con el bello rostro de su amante; sus mejillas sonrojadas, su linda boquita entreabierta y algunos cabellos rubios que se adherían a su cara, mientras sus pechos subían y bajaban por la acelerada respiración.
* ¡Qué bella!, insoportablemente hermosa. . . perfecta!!. *
Su corazón latió emocionado; deseaba permanecer así, dentro de ella, por siempre.
En tanto ella. . . Anna se sentía invadida y le gustaba, se moría de placer mientras el muchacho mordía con lujuria la piel de su cuello y apretaba desesperado sus rígidos pechos.
Lo sentía entrar y salir cada vez más fuerte, cada vez más rápido, haciéndola jadear y hasta llorar de placer.
Horokeu parecía no cansarse y se entregaba totalmente, sorprendiéndola.
“”Nunca había sido tan intenso””.
Pensó la rubia al tiempo en que encajaba sus filosas uñas en la espalda de su amante.
Estaban extasiados, completamente perdidos al deleite de unir sus cuerpos, que perdieron la noción del tiempo.
* Ahh, Horo Horo, no pares, más rápido, más. . . *
Anna le ronroneó al odio, haciendo que el peliazul clavase su pene con más fuerza aun.
Estaba como loco, no podía parar y solo era capaz de pensar en la bella mujer con la que estaba haciendo el amor. Y ella, que nunca le dio mucha importancia al sexo, ahora se derretía de gozo entre los fuertes brazos del muchacho, enamorada de su duro miembro que se deslizaba deliciosamente dentro de su vagina.
Anna se aferraba al musculoso cuerpo de su compañero, gimiendo cerca de su oído.
La ficción entre sus sexos pronto fue insoportable; un cosquilleo nació en la intimidad de la rubia, quien pronto fue invadida por un ansiado orgasmo.
La satisfacción se desbordaba en ligeros espasmos que la hicieron temblar, otro orgasmo tomaba su cuerpo; su vagina se contraía con fuerza, una y otra vez, apretando, reteniendo el pene del hombre que la poseía.
Anna respiraba agitada, completamente cansada, mientras admiraba la fortaleza de su amante que no dejaba de enterrar su espina en la cansada flor de ella. Después de unos segundos, las vibraciones en el sexo de la rubia cumplieron su tarea.
Horo Horo apretó los dientes poco antes de lanzar un prolongado y ronco gemido, penetró una vez más a la mujer luego su pene se hinchó y derramó su esencia en el interior de la chica.
Se creían en el cielo, en medio de tan intenso éxtasis.
Exhausto al entregarse por completo, se colapsó sobre la sensual figura de la Kyouyama, que lo recibió en un suave abrazo, mientras ambos disfrutaban de la sensación de mantenerse unidos.
Se besaban como si quisieran comerse.
* Si esto es un sueño, no me despiertes. . . si es una mentira, no me dejes de engañar. *
Le susurró el muchacho, abrazándola con fuerza.
Le confesó, que había quedado prendado a ella desde el día en que la vio por primera vez. Tan fina, tan hermosa y con ese carácter suyo, su frialdad. No supo cómo. . . se enamoró.
No hubo noche que con ella no soñara o segundo en que la deseara.
* Para mi, esto siempre fue un simple sueño. *
Le dijo, ya fuera de su cuerpo, con la mirada pérdida en algún lugar de la habitación mientras descansaba sobre los cálidos y suaves pechos de la rubia.
Anna acariciaba sus azulados cabellos, escuchándolo con atención.
* Y cuándo supe de tu relación con Yoh. . . creí que había renunciado a ti, pero ahora. . . *
Horokeu la miró, como esperando que la mujer dijese algo, más solo se encontró con los profundos y fríos ojos negros, ese mar negro en el que tantas veces quiso ahogarse.
Sentía que no la merecía, que no era para él y que él mismo no era para ella. . . que estupideces nos hace pensar el amor.
* Baka!. *
Anna lo besó con suavidad, acariciando su apuesto rostro. Él, confundido, aceptó aquella caricia como si fuese la última.
Rompieron el beso y con esto, Horo sentía que su corazón se rompía también.
Más ella seguía acariciando una de sus mejillas y mirándolo con fijeza, fue hasta entonces que el peliazul notó el intenso y hermoso brillo en los negros ojos de la rubia.
* No soy un sueño, ni una mentira. . . soy real y estoy contigo. . . hice el amor contigo, Horo no baka. *
El Usui la escuchó casi incrédulo.
Un nuevo beso surgió entre ellos, mientras volvían a explorar sus cuerpos. . .
Al parecer, a partir de este momento, Horo Horo viviría su sueño.