||   ELLA ES. . .    ||



     Por: Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
                                                                      .:: Capítulo 8 ::.
                    "Celoso por nada”



La joven suspiró fastidiada.
Dos días y el peliazul no le había dirigido la palabra para nada.


“”Esta celoso””.


Pensaba la rubia; una sonrisa de satisfacción adornándole su linda cara.
Nunca nadie le había celado de esa manera, y debía confesar que se sentía muy bien, pero igual ya se estaba aburriendo.


Extrañaba al muchacho, su estúpida sonrisa, su voz, las conversaciones que muchas veces eran sin sentido. . . las caricias, que le dijese palabras de amor. Que al dormir la abrazara hasta casi sofocarla, sus besos. . .
Tan solo dos días y ya extrañaba todo de él.


* Esto de estar enojados no me gusta. *


Susurró para si, aunque el único enojado era él, ella simplemente no pretendía rogarle.
Vamos!, no había hecho nada malo, solo hablar y terminar bien las cosas con Yoh. ¿Por qué él se molestaba entonces?.
Y si bien se mantenía firme en no rogarle, había encontrado la forma perfecta para reconciliarse con el peliazul; ceder ella primero y hacerlo ceder a él también.


Una sonrisa, primero tierna y poco después traviesa, se plasmó en el rostro de la Kyouyama, quien abandonó el sofá dispuesta a arreglar las cosas de una buena vez entre ella y su Horokeu.
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El Usui llegó con desgano al apartamento. Estaba cansado; entrenando todo el día con tal de no ver a la rubia mujer.
Los celos eran una bomba que pronto iba a explotar y no quería que fuese frente a ella.


* Creo que debo terminar con esto. *


Decía para si el muchacho, recordando lo mucho que deseó tener un romance con Anna, los años de amor no correspondido y ahora que era suya no iba a perderla por estúpidos celos.


La buscó en su habitación, más ella no estaba ahí.
Todas las locas ideas que comenzaron a formarse en su mente, desaparecieron al abrir la puerta de la habitación de huéspedes, aquella que él había usado por las últimas dos noches.


* A-A. . . Anna!!. . . *


Sorprendido, Horo Horo no pudo cerrar la boca.
Ante él, la imagen más valiosa, la más bella que ya antes había podido disfrutar.


* Ese es mi nombre cariño, no lo gastes. *


La mujer hacía gala de una traviesa sonrisa.
Desnuda en su totalidad, la Kyouyama esperaba a su hombre, dispuesta a ceder y, ¿qué mejor forma de convencer a un chico, que esta?.


No, ningún hombre hubiese culpado al peliazul por acercarse a la joven y estrecharla con fuerza, devorándola a besos casi desesperados.


* ¿Finalmente te rindes?. *


* No, amor, yo solo cedí. . . eres tu quien se rinde ante mi. *


La voz de la mujer, cargada de satisfacción.
Ella tenía razón, ¿y qué importaba?. Esto no era una competencia, sino amor. . . y se sentía muy bien.


Horo Horo la tomó entre sus brazos, llevándola hasta la cama y recostándola con suavidad.
Él se despojaba de sus ropas ante la atenta mirada de la hermosa chica, quien sonrojada admiraba la desnudez de su hombre y, por supuesto, la fuerza y vitalidad de su herramienta sexual, que poco a poco adquiría dureza para ella.
Horokeu finalmente se recostó encima de la delicada figura de la mujer.


* Aahhh. . . *


Anna suspiró sutilmente. El contacto con la piel ardiente del muchacho la había hecho estremecer, temblar de deseo.
Y ese simple contacto bastó para que ella se rindiese totalmente ante él.
Le había hecho tanta falta que hizo su orgullo a un lado por primera vez en la vida. Y lo besó con loca pasión; sus manos desesperadas no podían permanecer quietas y acariciaban cuanto podían. Su azulado cabello, su apuesto rostro, los marcados músculos de su tórax.


* Te amo, te amo. . . *


Le susurró al oído, jadeante, necesitándolo con urgencia.
Y al Usui, con igual o mayor ansiedad, no le bastó con el dulce sabor de los labios de su amada, mismos que abandonó para aventurarse a torturar la blanca piel de la joven. Su cuello, sus hombros que adoraba. . . sus senos cuya perfección admiró por contados segundos antes de amasarlos y besarlos con lujuria.
El sonrosado y duro pezón se había perdido entre los labios del peliazul, prisionero de la cálida boca y torturado por la húmeda lengua.


Más nada se comparó a sentir como Horo Horo succionaba de aquel botón, amamantando con lujuria.


* Mmmm, ahhh. . . *


Y el peliazul se aferraba a la pequeña cintura de la joven sin dejar un solo momento de beber de su pezón, haciéndola suspirar de gozo y deleitándose él por la satisfacción de saber que era él el que la hacía gemir de tal manera.


Cualquier otra noche la hubiera soltado y dado su espacio, dejarla respirar al menos, pero no esta noche. Oh no!, Horo Horo tenía tremendas ganas de hacerla suya porque recordó las noches, los años en que el tenerla entre sus brazos no era más que un sueño, hermoso e imposible.
Así, sin detenerse a contemplar el lindo rostro de la rubia como acostumbraba hacer, dejó que sus labios se deslizaran por cada una de las curvas de la delicada figura de la chica, aspirando su perfume, disfrutando la suavidad de su blanca piel y el salado sabor de su empapado cuerpo.


Con lentitud, separó las piernas de su amada y fijó la mirada en la pequeña flor cuyos pliegues ligeramente separados lo invitaban a acercarse y acariciar los suaves pétalos, a hundir su espina en ella y abrirla por completo.
Más fueron los ardientes labios del muchacho los que se aventuraron a recorrer la intimidad de Anna.


Primero un roce de su lengua separó los labios vaginales, llevándose un poco de su flujo de agridulce sabor que al Usui le pareció exquisito y luego, toda su boca abarcando la pequeña abertura, lamiéndola, penetrando lo más que podía con su hábil lengua.
La chica se arqueó y alzó las caderas, permitiéndole al joven succionar el sabor de su sexo, o mejor aun, el clítoris ya duro por placer, palpitando de deseo.
Un simple lengüetazo en su botón, la hizo sacudirse y aferrarse al muchacho, extasiada.


Todo pasó tan rápido; Anna se alejó de su amante, quien confundido, permaneció de pie junto a la cama, pensando si había hecho algo que le molestase a su hermosa compañera, o si solo trataba de torturarlo cómo era su costumbre. Más lo que vino después no lo hubiese imaginado.
Ella se inclinó frente a su pene, llevándoselo a la boca, sorprendiendo al muchacho.
La rubia lamía y succionaba de la punta mientras sus manos se aferraban a la carne que sostenía la espalda del hombre, apretando con fuerza y separando los firmes glúteos.
Su boca, casi golosa, liberó al miembro masculino solo para deleitarse con las esferas que descansaban debajo de este, moldeándolas con la lengua o mordiéndolas con suavidad, haciendo suspirar y gemir a su amante, quien acariciaba sus rubios cabellos, como incitándola a continuar.


Horo Horo hubiese llenado su traviesa boca de semen, si ella misma no se hubiese detenido, ahora si, torturándolo.


* ¿Te gustó, amor?. *


Preguntó ella, acariciando el apuesto rostro del chico peliazul, quien respiraba agitado.


* Fue delicioso. . . cómo tu. *


Dicho esto, Horokeu estrechó con fuerza a la mujer, besándola con desesperada pasión y deseo.
Y fue precisamente esa desesperación lo que lo hizo girar a la joven con brusquedad, reteniéndola contra su espalda. Y sin esperar más, simplemente se acomodó, penetrándola con fuerza hasta casi la mitad de su pene, haciéndola gritar de placer mezclado con dolor.


* Ahh, Horokeu. *


Anna jadeó al sentirlo deslizarse dentro de su vulva, lento, pero con fuerza.
Se abría totalmente para él, y el peliazul se deleitaba con la cálida humedad que abrazaba su pene.
Su grande y gruesa hombría embistiendo la estrecha vagina de su amada. Cansada, jadeante y tratando de soportar el ir y venir del pene del muchacho.
Anna trató de sostenerse con las manos, quedando arrodillada sobre la cama y su sexo a la total disposición de su amante, que ahora la penetraba con mayor fuerza y profundidad.
Su espina totalmente hundida en la intimidad de la rubia.


* Más, más Horo Horo, no pares. . . *


Esas palabras simplemente enloquecieron al muchacho, que le daba con todo a la mujer, quien podía sentir los testículos de su hombre, chocando una y otra vez contra su sexo.


Ya en el limite del éxtasis, el peliazul se recargó sobre la frágil espalda de la chica, sus manos sobre cada uno de sus suaves senos, apretándolos con lujuria mientras le susurraba al oído lo mucho que la quería, que la había extrañado y que tenía tantas ganas de ella.


* ¿No te molesta que sea de esta manera?, tan brusco y. . . *


* ¡Soy tuya!. *
La escuchó decir.
* Puedes tomarme cuando quieras y de la forma que te plazca. ., . porque yo igual lo deseo. *


Él, complacido, no dejó de clavar su hombría en la vagina de la rubia.
Era la primera vez que la escuchaba tan complaciente, pero él al mismo tiempo no podía negar su adicción por ella.


Así, Anna tembló exquisitamente, suaves espasmos obligándola a recostarse en la cama mientras su amante seguía sobre ella.
Una corriente eléctrica nació en su sexo, recorriéndole deliciosamente la columna y haciéndola gritar el nombre de su amado.
Un orgasmo, el punto máximo de placer.
Y él por su parte, no pudo resistir la forma en que la vagina de la chica se contraía, abrazando fuertemente su pene.
Un gruñido ronco y semen caliente derramándose en la intimidad de su mujer. Él también había llegado al éxtasis.
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La estrechaba con fuerza mientras la llenaba de besos; palabras de amor inundando la habitación, oscura, tranquila. . . perfecta.


* Lo siento. *


Aquello fue apenas un susurro que escapó de los dulces labios de la joven.


* ¿Por qué te disculpas?. *


* No lo sé. De lo que sea que te haya hecho enfadar. *


Horo curveó una ceja; una tierna sonrisa cruzándole el rostro.
Estaba celoso por nada, tenía a Anna, por fin la tenía para él, solo para él. No quería que ningún hombre se le acercara, que la mirasen con deseo.
Solo él podía mirarla, solo él podía desearla, hacerle el amor. Solo él tenía el derecho de amarla con locura. Y ver al Asakura le hizo recordar que ella fue un sueño inalcanzable, imposible.
Y sintió miedo. . .


* Lo sé, es una estupidez. *


* Baka, eres el único. *


Le dijo ella, acariciándole una de las mejillas mientras se acurrucaba sobre su fuerte tórax.


* Oye, Anna, lo de hoy, lo de hace un rato. . . fue intenso. *


* Tenía ganas de ti. *


* No más que yo, preciosa. *


Ganas, celos, ¡vaya relación!.
Frívola, superficial y por mero placer, si eso quieren creer, pero Anna y Horo Horo sabían que lo que había entre ellos era más, mucho más.


* Te amo. *


Dos palabras en dos voces y nada más por el resto de la noche.



Sin finalizar.

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Vaya, siento que este capítulo sí estuvo fuertecillo y eso que le cambié varias frases y palabras por otras no tan explícitas.
Igual fue el último lemon del fanfic, además el siguiente capítulo es el final.

Ojalá todas las reconciliaciones fuesen así ^¬^.

-I love HOROxANNA-

~*~

Este fanfiction fue escrito por Maeda Ai.

Es material de Fallen Angel

Si llegan a encontrar una historia similar a esta (con los mismos diálogos y situaciones), o con el nombre de otro autor(a), será sin mi consentimiento y por tanto un engaño.

POR FAVOR, NO ROBEN MIS IDEAS Y/O FANFICTIONS.


Totalizado el 3 de Julio de 2006.


maeda-ai@hotmail.com
La dama del Hentai: Maeda Ai.


Por razones de tiempo...

NO escribo:
Continuaciones de fanfictions.
Fanfictions a petición.
Crossovers.

-- No presto mis Fanfictions. --

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