Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 3 ::.
Le sorprendió muchísimo el verla ahí, pero le sorprendió mucho más que la bella chica se acercara a él con movimientos sensuales hasta acomodarse encima suyo y posar sus labios sobre los de él, formando un erótico y delicioso beso.
Lyserg seguía inmóvil. ¿Qué demonios le pasaba a la rubia itako?, qué pretendía?. . . eso le preguntó, pero solo consiguió esa traviesa sonrisa que ella le mostró al entrar en la habitación.
* Hablas demasiado!, te daré un consejo, muchachito: solo disfrútalo. *
Le dijo ella para luego volver a besarlo.
El beso, su actitud y aquellas palabras hicieron reaccionar al shaman de verduzco cabello, quien bruscamente se apartó de las suaves y traviesas manos de la sacerdotisa.
* No sé qué pretende, señorita, pero será mejor que regrese a su habitación. *
Ella solo sonrió con picardía y diversión; parecía gustarle este jueguito.
Así, qué ignorando el enojo que reflejaban esos ojos verdes, aprovechó la confusión que adivinaba en los mismos y se acercó nuevamente al chico, aprisionándolo en la suavidad de su abrazo, acariciándole una de las mejillas cómo tratando de relajarlo y parecía que lo estaba logrando.
Y volvió a besarlo, una tierna pasión que quemaba los labios del inglés y que francamente lo estaba excitando.
Lyserg respiraba agitado, jadeando entre los incontables besos que la hermosa joven le regalaba. Se sintió mareado y ligeramente débil, y por supuesto, totalmente entregado a las maravillosas sensaciones que la hermosa mujer provocaba en él, en su mente, en su cuerpo, en todo su ser.
Quiso alejarla o alejarse él mismo, pero ya estaba demasiado excitado cómo para detenerse.
Pronto, pareció olvidar la cordura y su lealtad.
Sujetó fuertemente a la itako, entregándose a ella en un profundo y apasionado beso, que la hizo soltar un gemido acallado por sus propios labios.
El Diethel no dudó más en recorrer los contornos de aquel exquisito cuerpo, cada una de las curvas de la bella mujer.
“”Porque siempre he creído que Anna es una hermosa mujer.“”
Pensaba el shaman, extasiado al comprobar que las ropas solo cubrían la verdadera belleza de la mujer de ojos negros.
* Sabía que eras hermosa, pero nunca pensé que tanto. *
Fueron algunas de las palabras que la sacerdotisa recibió cómo halagos por parte de un joven inglés que sentía que podía tocar el cielo con cada caricia que la Kyouyama le regalaba, y bajar directo al infierno, por el pecado en el cual estaba siendo participe.
Sacudió la cabeza, deshaciéndose de todo pensamiento de culpa, iba a disfrutar de esta noche y de la mujer que se le entregaba así, sin exigirle nada más que su compañía nocturna.
Sin embargo, la poca cordura que le quedaba lo llevó a hacer aquella pregunta, la que quizás pudiese salvarlo de realizar la mayor traición de su vida, mucho peor incluso que unirse a aquellos que querían deshacerse de Yoh. Y esto era acostarse con la mujer del Asakura. . .
* ¿En verdad estas seguro de esto?, no me gustaría que te arrepintieras después. *
Anna sonrió al escucharlo. ¡Qué muchachito tan tierno y considerado!.
* Eres un hombre realmente encantador, muchas mujeres querrían pasar tan solo una noche contigo. *
Le dijo ella, sonriendo llena de deseo y lujuria.
“”Por eso te escogí a ti primero.“”
Fue el pensamiento de la sacerdotisa, poco antes de prácticamente arrojarse sobre el peliverde, besándolo con desesperado furor, al tiempo que revolvía sus cabellos, desatando toda la lujuria contenida.
Y Lyserg no pudo resistirse más al encanto de la mujer, por lo que se dio a la tarea de beber del seno derecho de la fémina, mientras palpaba el otro.
Sus labios parecieron formar una pequeña pinza que aprisionó el sonrosado y duro pezón de una Anna que gemía suave y dulcemente.
* Ahh, sigue por favor. *
Lo alentaba la Kyouyama, acariciando con ternura sus verduzcos cabellos con una expresión de suplicante placer.
La itako jadeó agradada al sentir cómo el shaman inglés la sujetaba con firmeza. . . hacia tanto que no disfrutaba de esto; se saboreó los labios, ansiosa por lo que apenas vendría.
La rubia estaba desesperada y era una sensación que no podía controlar, plantándole un profundo y apasionado beso a Lyserg, se fue acomodando discretamente sobre el muchacho, cuidando que la espina de este apuntase a su vagina, que ardía en deseo.
Con un suave movimiento de caderas, Anna hizo que el miembro de su amante se deslizara exquisitamente por los pliegues íntimos, separando estos, preparándose para hundirse dentro de ella.
Con esto, el placer aumentó de golpe, obligando a los jóvenes a separar sus labios para jalar aire y gemir de gozo.
Estaban más que listos, podían verlo en sus ojos, incluso Lyserg, cuya lealtad parecía haber desaparecido de su mente. Para él, lo único que existía en ese momento era la bella mujer frente a él, quien se le entregaba y él. . . estaba dispuesto a hacerla suya, ya nada importaba.
* Voy a disfrutar mucho de esto y te haré disfrutar a ti también, Lyserg. . . te haré tocar el cielo, te lo aseguro. *
Le decía la itako, rodeando el cuello del muchacho al tiempo que bajaba lentamente las caderas, permitiendo que el pene del shaman de ojos verdes se deslizara dentro suyo.
Diethel comenzó a jadear entrecortadamente al sentir cómo su hombría era aprisionada en la húmeda y cálida intimidad de la Kyouyama.
¿Cómo describir el delirante ritmo que tomaron sus caderas?, ¿cómo hablar del infinito placer que esta mujer le estaba provocando?. . . ¿cómo?, si todo era tan rápido.
Lyserg no pensaba en nada, no podía más que disfrutar del pecado, de un simple momento de lujuria y pasión que seguramente no volvería a repetirse.
“”Será la primera y última vez.“”
Pensó el muchacho y con esto, más que dispuesto a disfrutar cada segundo, cada beso, cada caricia y de todos y cada uno de los suaves y excitantes gemidos que le regalaba su amante pasajera.
El peliverde continuo embistiéndola, lo hacía lenta y tranquilamente, con su suavidad que subía a la itako al cielo cada vez que sentía el pene del inglés hasta el fondo de su ser.
Que irónico disfrutar de tanto placer, casi tanto cómo aquella última vez. . . Pero la sacerdotisa no tenía espacio en su mente más que para este hombre, ningún otro interesaba ahora.
La Kyouyama se aferró al masculino cuerpo del shaman, gimiendo cerca del oído de este, incitándolo a continuar a ser más constante y fuerte en sus penetraciones.
Anna parecía ronronear con los embates del inglés, podía sentirlo deslizarse dentro suyo y cómo las paredes de su vagina parecían abrazarlo con fuerza, intentando retenerlo en su interior lo más posible y darle placer.
* Es delicioso. *
Murmuró por lo bajo la bella mujer. Y pensar que nunca estuvo con alguien así, ahhh!!.
* Oh Lyserg, ahhh. *
Una suplica escapó de los secos y pálidos labios de la sacerdotisa.
Diethel había oprimido uno de sus senos, provocándole un ligero dolor mezclado con placer. Anna echó la cabeza hacia atrás, arqueando su espalda. Sus ojos cerrados y sus labios formaron una suplicante y placentera curva, sus mejillas teñidas en rojo.
Dios, cómo estaba disfrutando de esto.
Pronto, las embestidas que le propinaba el inglés, se volvieron más fuertes, constantes y profundas.
A la itako parecía faltarle el aire, sus gemidos ya eran apagados, pareciera que su nuevo amante la estaba haciendo gozar en serio.
Él por su parte, disfrutaba del delicioso roce entre su pene y la piel interna de la chica que sentía en cada penetración.
Lyserg entrelazó sus manos con las de la rubia, estaba maravillado de tenerla bajo su cuerpo y a su entera disposición, moviéndose intranquila bajo su presión, deleitándose del placentero pecado que en ese momento compartían.
* ¡Que bella eres!. *
Le dijo finalmente el peliverde, incapaz de negar tal verdad. Anna siempre le pareció una chica muy bonita.
“”Pero siendo la prometida de Yoh, mi amigo, siempre me mantuve al margen, pero ahora. . . “”
Llevado por estos pensamientos, el shaman posó sus labios sobre los de la rubia, siendo este el beso más erótico, el que nunca imaginó. Tan lleno de morbo, lujuria y pasión que tuvo que ser roto por las ya insoportables sensaciones que recorrían a los amantes.
Gracias a las desesperadas penetraciones del inglés, Anna llegó al clímax de la mano de un orgasmo realmente intenso, tuvo que arquear el cuerpo y cruzar las piernas alrededor de la espalda del muchacho para profundizar aquel gozo que la recorría.
* Ohh Lyserg, ahhh. . . *
Y gimió el nombre del shaman cuando su cuerpo se deshacía en dulces contracciones desde su intimidad; espasmos que apretaban el duro miembro del hombre dentro suyo, cómo queriendo retenerlo ahí por siempre.
Lyserg por su parte apretó con fuerza los dientes cuando su pene, rendido a las tortuosamente dolorosas y placenteras pulsaciones que la vagina de Anna ejercía sobre su espina, lanzó un gemido ronco, dejando que su semen desembocase tranquilamente en el interior de la joven rubia.
Finalmente se separaron, permaneciendo recostados sobre el futon, respirando con agitación y sin decir una sola palabra.
La itako suspiró hondamente, aceptando todas las deliciosas sensaciones que acababa de sentir y sin más abandonó su lugar junto a su amante de esta noche, tomó su yutaka y salió, así cómo así, de la habitación que ocupaba el inglés, quien extrañado y hasta confundido, cerró los ojos, viajando al mundo de los sueños.
Estaba muy cansado, demasiado, y creía que era a causa de haber tenido sexo con una mujer tan ardiente cómo Anna Kyouyama.