Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 7 ::.
* No!. *
Le dijo así nada más, tan fría y seca, cortante cómo solo ella puede llegar a serlo.
* ¿Por qué?. *
* ¿Por qué?, ¿por qué?. ¿Cómo te atreves si quiera a preguntarlo?. Tu me botaste, Asakura, me hiciste a un lado y rompiste el compromiso sin siquiera consultar conmigo primero. *
Lo que empezó cómo un tranquilo reclamo, se convirtió en gritos.
Todas y cada una de las palabras de Anna le dolieron al castaño. Si, si, si. . . estaba conciente de que todo aquello era cierto, que él tenía toda la culpa, pero aun así. . .
* Por favor, Anna, déjame intentarlo; demostrarte lo mucho que te quiero. *
La itako lo miró furiosa.
“”Demostrarme que me quiere, ¿él?, ahora?. . . que estúpido!!.“”
Pensó la rubia, mientras caminaba hacia la puerta, dispuesta a salir de ahí.
Más los fuertes brazos del shaman la rodearon sorpresivamente por la cintura, formando una suave prisión. Y sintió su cálido aliento contra su cuello, susurrándole palabras de amor.
Se estremeció sin querer; algo en ella la hacía desear a ese hombre. Recuerdos de tantas cosas que pasaron juntos. Y no pudo evitar recordar lo mucho que lo amó.
Con suavidad, Yoh la hizo girarse para mirarla a los ojos.
Sus hermosos ojos negros reflejando tantas cosas: temor, inseguridad, tristeza y hasta dolor. . . Yoh no pudo más; acariciando las blancas mejillas de la itako, acercó su rostro y la besó. . .
Anna jadeó al sentir los labios del shaman, se estaría engañando a si misma si dijese que esto no le gustaba, así que simplemente cerró los ojos y se dejó llevar. . . preguntándose por qué siempre se sentía indefensa ante el hombre que alguna vez fue su prometido.
Lentamente, el Asakura desnudó a la rubia, prenda por prenda hasta complacer a sus propios ojos con la perfecta imagen que ante él se mostraba. El cuerpo de Anna era simplemente divino, así lo veía él.
La contempló por interminables minutos, haciendo sonrojar a la itako, seguro de que ningún hombre la había mirado de esa forma tan dulce y embelesada.
Ella giró el rostro, evitando los atentos ojos del castaño.
Esto le resultaba tan extraño y lo fue aun más al sentir los brazos del moreno, rodeándola con increíble suavidad, cómo temiendo que fuese a romperla.
Y sintió sus tibias manos acariciándola, primero con lentitud y delicadeza, más tarde con ansiosa pasión.
* Te necesito, Anna. *
Lo escuchó decir al tiempo en que la sostuvo entre sus brazos y la llevó hasta le futon, recostándola con suma delicadeza.
Yoh no se cansaba de mirar los negros ojos de la sacerdotisa; una caricia a una de sus suaves mejillas y las manos del shaman que se aventuraron por el frágil cuerpo de la Kyouyama, delineando las curvas; la pasión y el deseo dominaban al castaño.
* ¡Qué bella eres, Anna!. *
Quería recorrer el blanco de esa piel que tanto lo atraía, con sus labios hasta desgastarlos, con sus manos hasta entumecerse.
Yoh la besó dejando que su lengua penetrara en la boca de la itako, explorando, jugueteando.
* Aahhh, espera, Y-Yoh, por fa. . . *
Pero el Asakura profundizó el beso. ¿Esperar?, no podría, ya no podría el estar sin su querida Annita, ya no, ya no más. . .
Así, el shaman deslizó sus apasionados labios por el cuello de la joven, tatuando incontables besos, succionando y marcando la piel.
* Te amo, te amo. *
No paraba de decirle el muchacho; susurros que llegaron al corazón de la sacerdotisa, invitándola a dejarse llevar mientras las manos del chico acariciaban sus suaves pechos, amasándolos y oprimiendo circularmente los sonrosados pezones que ya duros delataban la excitación en el cuerpo de la bella mujer.
* ¿Puedo?. *
Anna no entendió a que se refería el Asakura con esa pregunta, hasta que miró, primero sorprendida y luego extasiada, cómo su ex-prometido se aventuraba a besar sus pechos, tranquilo al principio, atrevido y ansioso conforme pasaron los minutos, pues terminó lamiendo uno de sus senos, para luego succionar y beber de su pezón, maravillado con la perfección de estos.
* Oh, Yoh!!. . . *
Anna arqueó la espalda.
Eso era tan hermoso, a pesar de todo, el shaman la trataba con tanta suavidad.
Y hubiese podido mantenerse así durante toda la noche, pero el Asakura necesitaba a la mujer entre sus brazos, no podía parar hasta demostrarle lo mucho que la necesitaba. . . lo mucho que la amaba.
Yoh trazó un delicado camino de suaves besos por el cuerpo de la joven, abandonando la redondez de los senos, perdiéndose en la curva de su cintura, bajando por el vientre y terminando entre las piernas de la itako.
El castaño hundió su lengua en la cálida intimidad de la joven, degustando su sabor a mujer y complacido con los entrecortados gemidos que la chica le regalaba.
Anna cerró los ojos, retorciéndose de gozo ante la sensación que el moreno provocaba en ella.
* Yoh, ya deten. . . detente!!. . . *
Más el shaman, lejos de hacer caso a las suplicas de la sacerdotisa, siguió devorando la intimidad de la mujer, lamiendo y separando los pliegues o simplemente aprisionando el pequeño clítoris entre sus labios, succionando con fuerza.
* Aahhh, Y-Yoohhh. . . *
La itako abrió los ojos, un choque eléctrico nació de su sexo, expandiéndose a todo su cuerpo, haciéndola temblar de placer.
Fue maravilloso y también un verdadero milagro si los demás huéspedes de la pensión no los habían escuchado ya.
El shaman buscó los labios de Anna, regalándole un poco del sabor de ella misma.
* Yoh, ya no. . . *
* Te amo, te amo. . . te amo. *
El castaño la calló nuevamente con esas palabras, mientras simplemente se posaba entre las piernas de la itako y se movía ligeramente, haciendo leve fricción entre sus sexos.
Anna suspiraba agradada, ¿para que negarlo?, le gustaba lo que estaba sintiendo.
Así, el Shaman King presionó ligeramente, hundiendo la punta de su duro pene en la vagina de la sacerdotisa.
Jadearon al sentirse mutuamente.
“”Kami, esto es maravilloso.“”
Pensaba el moreno mientras movía sus caderas con suave paciencia hasta hundirse por completo en la flor de su amada.
* Oh, Yoh, Yoh!. . . *
Anna se abrazó a su nuevo amante, enterrando las uñas en el ancha espalda del Asakura.
Esto era maravilloso, simplemente hermoso, y tan distinto a lo que sintió en brazos del shaman de fuego. Vaya que eran diferentes. Hao era posesivo, fuerte, apasionado y hasta brusco y salvaje, mientras que Yoh la llenaba de suaves caricias, besos cargados de ternura y un sin fin de palabras de amor mientras mecía sus caderas con increíble delicadeza.
En brazos de Hao, Anna se sentía como un objeto de deseo tremendo que ni siquiera el shaman más poderoso de la tierra podía resistir, pero con Yoh se sentía una mujer especial, importante para este hombre. . . se sentía amada.
Le gustaba estar así con el menor de los gemelos; fue algo que deseó por tanto tiempo. . .
“”Si tan solo lo hubiésemos hecho mucho antes, quizás. . .“”
Los pensamientos de la rubia, la hicieron recordar que ya nada era igual. Hacer el amor con él, solo le estaba demostrando que ya nada podía volver a ser cómo antes.
Ella se hubiese detenido, más el vaivén de las caderas de su amante se volvió más rápido, profundo y fuerte, haciéndola gemir de gozo.
La oscuridad de la habitación, la fresca brisa de la noche que se filtraba por la ventana y abrazaba sus cuerpos desnudos, el hermoso sonido de los gemidos de cada uno llenando la alcoba. . . Kami, era maravilloso.
Y Anna terminó rendida a las deliciosas y placenteras embestidas que el moreno ejercía sobre su flor.
Enterrando su espina, disfrutando de la estreches de su amada.
Y después de haber perdido la cuenta de los minutos y los suspiros por este hombre, la vagina de Anna se contrajo con fuerza, regalándole el orgasmo más hermoso de su vida.
Se aferró al shaman, jadeante y exhausta, escuchando cómo este le decía que la amaba una y otra vez, aun moviéndose dentro de ella hasta que el placer del éxtasis lo venció y término por salir de la itako tan solo para derramar un liquido caliente sobre las ya mojadas sábanas.
Tiernos besos, suaves caricias y palabras de amor inundaron la habitación, pero eran solo por parte de Yoh. La Kyouyama le daba la espalda, reprochándose por haber llegado tan lejos con su ex-prometido.
“”Debimos hacer esto mucho antes.“”
Pensaba, antes de levantarse y apresurarse a cubrir su blanca piel.
* No te vayas, Annita, por favor. . . *
Le rogó el moreno, abrazándola por la cintura.
La hizo girarse y la besó nuevamente, esperando fuese suficiente para convencerla, más la rubia dejó escapar un sutil sollozo.
Yoh la miró sorprendido, ella lloraba, su Annita estaba llorando por su culpa.
* Lo siento, Yoh, yo no puedo, ya no puedo más. . . *
Anna no pudo decir más y terminó por salir de la habitación.
El Shaman King alcanzó a escuchar los sollozos. Le dolía ver los negros ojos de la mujer derramando el agua salada. Confundido y lleno de tristeza, se dejó caer sobre el piso, preguntándose: ¿por qué el pecho le dolía tanto?.
Y si lo que había hecho estuvo bien o si una vez más había cometido un error para el cual arrepentirse toda su vida.