||  UNA PARA TODOS !   ||



     Por: Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
                                  .:: Capítulo 8 ::.



""Por lo menos me obedeció esta vez.“”


Pensaba la rubia itako al comprobar a simple vista que no había un solo hombre en la pensión.
Claro, si apenas el dia anterior le exigió a Yoh deshacerse de su montón de amigotes, incluido Hao.


* Por fin tendré un día de total tranquilidad. *


Decía la itako en un monologo personal a causa de la soledad y la quietud.
No más gritos, ni estúpidas peleas por las comidas o por quien era el más fuerte, por la televisión, las termas. . . ¡todo!.
Anna sinceramente estaba harta de todo aquello, se sentía sofocada, atrapada en una rutina que no deseaba para su vida. Y hablando de querer, sin saber realmente que era lo que quería a futuro.


Un suspiro escapó de los labios de la linda chica mientras entraba a la sala y se encontraba con. . .


* Puñado de shamanes buenos para nada, cuando regresen los voy a matar. *


Fue un grito que resonó en toda la pensión.
La sacerdotisa estaba furiosa ante el desastre que sus ojos veían. ¿A caso creían que ella era su sirvienta particular?.


* Pero esto se acabó, los torturaré uno a uno hasta dejarlos medio muertos. *


Cómo si no tuviese suficiente con el extraño comportamiento que casi todos tenían hacia ella, desde el holgazan de Yoh y el estúpido de su hermano, hasta el chocolatito. Su mirada, su comportamiento. Anna no iba a estar tranquila hasta echarlos a todos a la calle.



Y justo estaba a la mitad de una perfecta idea de castigo que implicaba pedirle prestados unos cuantos instrumentos de tortura a Jeanne, cuando escuchó una voz a sus espaldas. . .


* ¿Por qué tanto escandalo, muchachos?, no dejan dormir y. . . ¡ay, la bruja!. *


La rubia alzaba su ceja derecha en lo que parecía ser un tic nervioso, mientras veía cómo Horo Horo se hacía bolita en un rincón y temblaba incontrolable.
Ese baka tenía toda la facha de haberse emborrachado hasta bien entrada la noche.

La Kyouyama comenzó a reir malévolamente, pues ya tenía un conejillo de indias, ya tenía con quien desquitarse en especial por lo de. . .


* ¿Cómo me llamaste?. *


* A-Annita, yo, yo, verás. . . *


El joven se había acercado a la bella mujer, desesperado por hallar una forma de escapar del problema en que su bocota lo había metido.
Y justo frente a él, una larga lista de actividades que la chica le entregaba. Lavar la ropa, limpiar la casa, preparar la cena, eran solo unas de las tantas cosas que el peliazul debía hacer por su osadía. . .


* P-pero me llevará todo el día y. . . *


* ¡No me importa!. Estaré en mi habitación, me duele la cabeza así que no quiero escuchar un solo ruido, ¿entiendes, Horokeu?.*


* Pero, Anna, es imposible que. . . *


El shaman de hielo intentaba defenderse, más la joven rubia ya iba escaleras arriba, directo a su habitación.
Entonces, algo en la cabeza del muchacho pareció reaccionar. . .


* ¿Cómo es que sabe mi verdadero nombre?. *

~*~
~*~
~*~


Cuando se fastidió de estar recostada, Anna miraba el atardecer desde el balcón, sentada sobre el piso de madera.
Sentía que algo le faltaba, lo sentía desde la noche que pasó con su ex-prometido. . . no, esto venía de tiempo atrás, pero no quiso darse cuenta.


La rubia bajó levemente la mirada, permitiendo que algunos mechones dorados ocultasen el inusual brillo que habían adquirido sus ojos.
Necesidad, eso reflejaban.

Quizá si hubiese seguido divagando un poco más en sus pensamientos, se hubiese dado cuenta de qué era lo que le faltaba, pero. . .


* Voy a entrar. *


Escuchó una voz de tras de la puerta y de inmediato esta se deslizó, permitiendole la entrada al muchacho peliazul.


* ¿Cómo te atreves a entrar a mi alcoba sin siquiera pedir permiso?. Largo!!. *


Más el shaman simplemente la ignoró. Sin detenerse se sentó junto a ella, mirándola con seriedad.


* No me oiste?, fuera de. . . *


* Kore. *


El ainu la interrumpió, entregándole una taza de té.


* ¿Qué es esto?. *


* Te ayudará con el dolor de cabeza. *


Anna lo miraba entre curiosa e incrédula, ligeramente sorprendida.
Eso había sido en la mañana, ¿por qué se lo estaba dando hasta ahora?.


* Hasta hace un rato terminé con los quehaceres, así que. . . *


El peliazul se llevó la mano a la cabeza, hablaba cómo si adivinara los pensamientos de la rubia mujer.


* Qué?, ¿no lo quieres?. *


Una sutil sonrisa adornó el lindo rostro de la joven, quien aceptó la taza.
El shaman fue recorrido por un escalofrio al rozar ligeramente sus dedos con los suaves de la itako; tenue rojo en sus mejillas sin que él se diese cuenta.


Anna miraba el líquido en la taza. Tantos hombres en la pensión y solo uno, el último que hubiese imaginado, tuvo un pequeño detalle con ella.


* A-Anna. *


Le habló el ainu una vez que fue capaz de armar palabras nuevamente.


* ¿Cómo es que sabes cual es mi verdadero nombre?. *


* No lo sé, creo que lo escuché en una conversación entre Yoh y Manta. *


La chica bebió un poco de su te, comprobando que el sabor era mejor de lo que esperaba.


* No te lo dijo Yoh?. *


La itako se quedó pensativa. Ese holgazan siempre olvidaba consultar con ella las cosas importantes, mucho menos iba a hablarle de simplezas cómo aquella.


* Nuestro compromiso por ejemplo, él lo anuló sin pedir siquiera mi opinión. *


La Kyouyama alzó la mirada, intentando mostrar una sonrisa, aparentando que no le importaba, más al levantar el rostro, se encontró con el atractivo rostro del shaman de hielo a escasos centímetros del suyo.
Podía sentir su calido aliento acariciándole la cara.


Sin saber por qué, el corazón del shaman comenzó a latir agitado.
La veía tan linda, tan tranquila. Y por primera vez fue conciente de la tremenda belleza de la mujer. Sus labios, sus dorados cabellos brillando con el sol poniente, le pareció estar frente a una diosa y toda ella le parecía irresistible.


Y ninguno de los dos fue capaz de alejarse, sino todo lo contrario, se acercaron un poco más, acortando la poca distancia que los separaba.
Un leve roce entre sus labios, un beso que apenas pudieron sentir pero que los hizo estremecer y luego. . .
Fuertes voces, todas masculinas se escucharon; los demás habían llegado y Horo Horo precipitó su puño contra el piso, frustrado por la interrupcion.


* Maldición. *


Fue lo único que salió de sus labios antes de ponerse de pie y salir de la habitación, dejando a la chica sorprendida y agitada.
~*~
~*~
~*~


* Ja,ja,ja, entonces Annita se desquitó contigo. *


Reunidos alrededor de la mesa, justo a la hora de la cena, Yoh se burlaba por la suerte de su amigo. Pero el peliazul parecía distante y solo era capaz de responder con monosílabos.
Luchaba contra sus ojos, que necios, querían posarse sobre la rubia mujer, callada, indiferente.
Más solo fue capaz de alzar la mirada, cuando ella se puso de pie, dispuesta a retirarse no sin antes dejar bien claro que no quería ver todo tirado por la mañana.


* Si, jefa. *


Aquellas palabras resonaron cómo coro, debido a las voces de todos los muchachos excepto la del shaman de hielo, quien seguía con la mirada la delgada figura de la mujer.


Las palabras eran acompañadas por el sake, y eso lo hubiese disfrutado el peliazul de no ser porque su mente estaba en otro lado, pensando solo en ella, en la bella mujer que era Anna Kyouyama.

Entonces no pudo más, se despidió de sus amigos, diciendo que estaba cansado por los quehaceres que la itako le obligó a hacer y que prefería dormir.


Subió las escaleras, pero la habitación que él ocupaba nunca fue su destino, sino aquella con la puerta ligeramente entreabierta, donde al entrar, vio a la chica, de pie justo en medio de la habitación; sus rubios cabellos ondeandose con sensualidad, movidos por la suave brisa que entraba por el balcón.


* Te estaba esperando. *


La escuchó decir.


* Deseaba que fueses tu el que entrase por esa puerta, pero no sabía si realmente vendrías. *


Era la segunda vez que Horo entraba sin permiso a esta recamara, pero esta vez a la itako no pareció molestarle.
Y sin decir una sola palabra, sin explicaciones, sin razones o por qués, Horo Horo se acercó a la chica.


Bastó con perderse en el mar negro de sus hermosos ojos para atreverse a estrecharla entre sus brazos. . . y besarla con toda la pasión que solo una mujer cómo Anna Kyouyama puede inspirar.



Sin finalizar.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Ya me había tardado en hablar de estos dos... juntos. Hay una muy buena razón para ello, misma que será develada más adelante.

Por cierto, quise ser un poco más divertida esta vez y por ello incluí un par de frases, pero no sé si habré logrado resultar graciosa.
Ah, si, recuerden...

_Nada es lo que parece._

~*~

Este fanfiction fue escrito por Maeda Ai.

Es material de Fallen Angel

Si llegan a encontrar una historia similar a esta (con los mismos diálogos y situaciones), o con el nombre de otro autor(a), será sin mi consentimiento y por tanto un engaño.

POR FAVOR, NO ROBEN MIS IDEAS Y/O FANFICTIONS.


Totalizado el 15 de Marzo de 2007.


maeda-ai@hotmail.com
La dama del Hentai: Maeda Ai.


Por razones de tiempo...

NO escribo:
Continuaciones de fanfictions.
Fanfictions a petición.
Crossovers.

-- No presto mis Fanfictions. --

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*