Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 9 ::.
Se estaban desbordando a besos, si. . . esa era la expresión, pues se besaban de forma desesperadamente apasionada, cómo si tuviesen miedo a detenerse a pensar en lo que estaban haciendo.
Pero no pensaban, oh no, Horo Horo solo era conciente de que entre sus brazos tenía a la mujer más hermosa que sus ojos hayan podido ver. Fria, delicada, diabólica, pero sexy e irresistiblemente bella. . . única.
No se iba a detener, por supuesto que no, solo quería estar con ella, saciarse con esa figura tan adorable y perderse entre la suavidad de su piel y sus curvas.
En ese momento el shaman de hielo se dio cuenta de que todas estas emociones no eran mero resultado del calor del momento, sino que habian permanecido enterrados desde que supo que ella estaba comprometida.
“”Cómo hubiese querido que si fueses la hermana de Yoh.“”
Pensaba el muchacho, recordando la primera impresión que tuvo al ver a la itako.
Y aunque Anna solo suspiraba agradada con las caricias que el peliazul ejercía sobre su cuerpo, ella si estaba pensado en detenerse. ¿No habían sido ya suficientes amantes para una semana?.
Pero Horo Horo la tomó entre sus brazos, llevándola hasta el futon, donde la recostó con suavidad.
* En verdad que eres bella. *
Le dijo él mientras se dedicaba simplemente a contemplar el lindo rostro de la rubia mujer.
Esos negros ojos suyos tenían un extraño y fuerte magnetismo sobre él; el rojo en sus mejillas parecía exagerado sobre su blanca e inmaculada piel. Su pecho subía y bajaba con agitación y su boquita entreabierta lo invitaba a probarla.
El shaman, no pudo resistirse y dejó que sus labios se uniesen a los de ella con cortos y pausados besos.
Entrelazaron sus manos, entre los besos, el shaman de hielo le susurraba lo mucho que la deseaba. Así enredó sus manos en los dorados cabellos de la chica mientras, aun con ropa, se acomodaba entre las piernas de la sacerdotisa.
* Ahh, Horokeu!!. *
Anna arqueó la espalda. Él no debió hacer eso pues la fricción que ejercía entre sus sexos aun con la molesta ropa, era tal que la itako tuvo que morderse el labio inferior para soportar el delicioso placer que de pronto la recorría.
Ese pervertido no hacía otra cosa sino masturbarse y masturbarla a ella con esos movimientos.
* Me estas volviendo loca. *
Le susurró ella al oido, cuando vencida por el placer, se aferró al hombre que sería su amante esta noche.
Y el shaman de hielo no supo que fue lo que lo desesperó más, los dulces gemidos que Anna soltaba cerca de su oido, su calida piel o los besos que parecían no tener fin.
Horo se separó ligeramente y sus manos ansiosas se deshicieron de la yutaka de su compañera, ante él, la imagen de la perfecta y delicada desnudez de la chica lo había dejado maravillado.
Kami, ¿en verdad sería suya?, porque le parecía imposible que una mujer con la belleza de una diosa estuviese a punto de entregarse a él.
Asi, sin apartar la mirada de la figura femenina, el peliazul se desnudó con prisa exagerada. Callado y atento a la mujer bajo su cuerpo, dejó a sus manos recorrer cada curva de la Kyouyama, palpando sus redondos y firmes senos.
* Ho-Horo Horo. *
Las mejillas de la itako se tiñeron de rojo al ser objeto de la penetrante mirada del shaman, quien oprimia con más fuerza y confianza sus atributos de mujer.
“”¿Es él realmente?.“”
Se preguntó la joven de ojos negros, mirando con atención a su amante.
Qué distinto era él en este momento. Es cuidadoso cómo Yoh, pero sus ojos bañados en lujuria le recordaban a Hao. Anna simplemente no podía evitar comparar al peliazul con sus amantes pasados.
Veía a ese hombre y se preguntaba: ¿si no estaba equivocada o ciega de placer?, pues el shaman de hielo le parecía la combinación perfecta entre Hao e Yoh.
* Eso ahora no importa. *
Susurró la itako, entregándose a Horokeu en un beso.
Era el Usui quien la acariciaba de forma sublime, era él el que tatuaba con besos su blanca piel y la quemaba dulcemente con sus labios.
Y era Horo Horo quien se posaba entre las piernas de la itako, deslizando su ya duro pene a través de los pliegues vaginales, estimulando a su compañera, al tiempo en que su boca había aprisionado el seno izquierdo de la joven, lamiéndolo tranquilo, succionando con frenesi.
* Horo, ya. . . *
El muchacho sonrió triunfador al escuchar la suplicante voz de la sacerdotisa.
Desesperado, se sentó sobre el futon, acomodando a Anna sobre sus caderas mientras se aferraba su pequeña cintura.
* Qué?, ¿no me digas que es todo lo que tienes para mi?. *
El shaman le habló travieso; su mirada brillando de impaciencia.
* Te estas burlando de mi?. *
Indignada, la rubia se sacudió molesta, tratando de safarse del abrazo del peliazul, más este la sostuvo con fuerza, impidiéndole siquiera moverse.
Dejándola inmóvil mientras él seguí con su delicioso jueguito, incitando a la joven con la punta de su pene, el cual frotaba, separando los pliegues vaginales.
* Hazlo!!. *
La voz jadeante de la itako se escapó en un susurro, acompañada por su fuerte respiración y sus ojos opacos de lujuria y deseo.
Bastó mirarla para que el Usui presionara suavemente, penetrando por fin a la mujer. Ambos gimieron profundamente al sentirse de aquella manera. Pronto comenzaron a mecer sus caderas en un vaivén tranquilo que los llenó de gozo.
Horo entendía que esta no era la primera vez de la itako con un hombre.
“”No es que me moleste, seguro que ella e Yoh, estando comprometidos, hicieron el amor alguna vez. . . es solo que. . . me hubiese gustado mucho ser el primero.””
Pensaba el shaman, completamente embelesado con la bella imagen de Anna, desnuda entre sus brazos, subiendo y bajando las caderas al ritmo que él mismo le imponia.
Y ver cómo sus redondos pechos se bamboleaban con cada embestida que le propinaba, lo llevo a inclinarse y llenar de besos sus bellos y firmes senos. El sudor que bañaba su delicado cuerpo, la hacía brillar bajo la luz de la curiosa luna que entraba por el balcón. Su cuerpo perlado. . . toda ella parecía irreal.
Entonces Horo Horo se aferró a ella, penetrándola cada vez con más fuerza. Se negaba a soltarla, no quería y sentía que ella y su adorable cuerpo eran una droga maravillosa que no podrí dejar jamás ahora que la había probado.
* Me encantas. *
Le susurró él al oído para luego deslizar sus labios por el cuello de la joven, mordiendo con tremenda pasión.
* ¿En serio?. *
Anna sonrió agradada.
¿A qué mujer no le gusta que le digan que es hermosa?. Más la rubia compartía las emociones del shaman de hielo, descubriendo que le gustaba mucho sentirse atrapada bajo el musculoso cuerpo del muchacho.
Y la fuerza con que golpeaba sus caderas contra las propias la estaba llenando de un exquisito gozo, cómo nunca antes lo había sentido.
La Kyouyama arqueó la espalda, liberando un sutil gemido; el duro pene de Horo Horo se deslizaba deliciosamente dentro suyo y era grande en verdad, haciéndola sentir completamente llena.
* Oh, Horokeu. . . *
El nombre del peliazul se escapó de la dulce boca de la itako, sorprendida pero agradada al sentir cómo su amante apretaba la carne bajo su espalda mientras ella misma rasguñaba el ancha espalda del ainu.
Hubiesen seguido con aquellos pequeños juegos, prolongando su placer, más el roce entre sus sexos se tornó fuerte e insoportable.
Asi, mientras movían desesperadamente sus caderas, se entregaron al éxtasis, compartiendo el orgasmo que los recorrió al mismo tiempo.
Horokeu no pudo contener las tremendas ganas de derramar su semen en la intimidad de su compañera. Jadeos y suspiros inundaban la habitación mientras risas lejanas se escuchaban en la planta baja de la pensión.
Largos y tranquilos esos compartía la pareja, sin intenciones de separarse. De hecho, Horo Horo seguía dentro de la joven, moviéndose suavemente, provocando un pequeño placer en ambos.
Entonces, aun abrazados, se miraron a los ojos y sonrieron con ironía, con alegría y satisfacción. Quizá les parecía gracioso el haber estado juntos, irónico, quizás.
* ¿Alguna vez pensaste qué tu y yo?. . . *
* No, ni en pesadillas. *
* Baka!!. *
Ambos rieron nuevamente. ¿Esto era lo que un hombre y una mujer debían compartir después de hacer el amor?: pláticas y risas?.
Anna no había tenido nada parecido con sus pasados compañeros de cama, pero ahora se sentía muy bien, tranquila, satisfecha y con deseos de seguir amándose con el shaman de hielo.
“”El deseo y la lujuria se esfumaron apenas obtuve el orgasmo con ellos. . . ¿por qué no siento lo mismo ahora?.””
Se preguntaba la sacerdotisa, confundida al descubrir que necesitaba a ese hombre.
* No quiero irme. *
* Yo no quiero que te vayas. *
Anna buscó los labios del shaman, entregándose a él en un beso.
Ahora que lo pensaba, esta era la primera vez que un hombre se metía en su cama. Nunca fue en su habitación con los demás.
* Lo hacemos otra vez?. *
* Onegai!!. *
La Kyouyma rió complacida.
¿Qué tenía este hombre de especial que la hacía sentir tan feliz?.
* ¡Idiota!. *
Y siguieron amándose sin importarles nada más.
Podía haber muchas personas en la pensión, más fue la luna el único testigo de la pequeña travesura de dos jóvenes que se fundian en uno, desbordando emociones y sentimientos.