Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 3 ::.
Ni siquiera era de noche, pero Anna yacía en la cama, llorando la ausencia de su esposo.
Ya llevaba varios días así, aferrada a una camisa de Silver, aspirando el aroma que en esta había quedado impregnado, como si esto le ayudase a vivir. También, en su mano, arrugaba una fotografía del moreno, ahogándose en su dolor.
* Vuelve, Silver!. . . vuelve conmigo. . . *
La Kyouyama cerró los ojos, vencida por el sueño, agotada de tanto llorar.
Mientras tanto, desde el marco de la puerta, con la boca torcida, Hao miraba a la rubia. No podía creer que esta mujer extrañase a un hombre que le llevaba más de veinte años.
* Tonterías. *
Susurró el castaño, para luego regresar a su habitación, enojado sin razón alguna.
Las cosas empeoraron con la lectura del testamento del Asakura, quien por supuesto heredó todos sus bienes a su joven esposa, disgustando un poco al hijo, pero no tanto como a la ex-esposa, Liri Lara, a quien no le importó armar un escándalo con tal de reclamar lo suyo, según ella.
Solo se logró calmarla con una de las condiciones estipuladas por el mismo Silver, y esta era que Hao manejase todo, entregándole, por supuesto, reportes detallados a la rubia de ojos negros.
Manteniéndose seria en todo momento, Anna no dijo nada; a ella no le importaba nada de eso realmente, ni el dinero.
““Se lo regalaría a Liri Lara, no me interesa. . .””
_Pensaba._
““Ni que Hao controle todo.””
Él lo haría bien, o eso era lo que Anna suponía.
Lo único que ella quería era tener de vuelta a su esposo, pero eso no podía ser.
Después de ese día, podría decirse que la Kyouyama tocó fondo y no pudo más con el dolor.
No quería pensar, no quería recordar. . . no quería sufrir. Y como solo encontraba paz en sus horas de sueño, Anna comenzó a tomar pastillas para dormir; ese era su escape de la realidad. . . y le resultó tan bien!!, era como si ella también hubiese muerto, pues dormía muchas, muchas horas.
Y por varias horas también, él la contempló.
Hasta que una noche n o pudo contra el deseo de reunirse en la cama con ella.
La contempló mientras le acariciaba le rostro, incluso la besó, saciando la fijación que por la rubia tenía.
En otra ocasión, Hao se atrevió a despojar a la mujer de sus ropas y tocarla hasta aburrirse, el problema es que entre más la acariciaba, más la deseaba, y al estar ella dormida no había una satisfacción real en los besos y caricias que él Asakura prodigaba, pus no le correspondían.
Al final, Hao terminó abrazándola entre sueños, lo que el moreno nunca esperó, fue que ella despertara horas más tarde, descubriendo sus travesuras.
Anna abrió los ojos con dificultad, sintiendo cierta calidez que la rodeaba. Se sentía. . . tan bien.
* ¡Silver!. *
Susurró, sorprendida y esperanzada al ver el rostro del hombre que la abrazaba, más un par de segundos después se decepcionó al ver su error y descubrir que aquel a su lado no era otro más que Hao. La rubia dobló las cejas con tristeza.
Desde la muerte de su esposo, la mujer comenzó a odiar el parecido entre padre e hijo, pues la hacía creer que de cierta forma, Silver seguía allí con ella.
Hao se había quedado a vivir allí, y a la joven esta situación la estaba acarreando problemas y sin embargo. . . sin embargo. . . un par de lágrimas rodaron por las mejillas de la Kyouyama.
““Sólo por esta noche. . .””
Haría de cuenta que el hombre a su lado era Silver, su esposo, sólo por hoy dormiría tranquila, como lo hizo durante diez años de matrimonio.
Así pues, Anna cerró los ojos, decidida a dejar las pastillas para dormir.
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* ¿De qué hablas?. *
La rubia de ojos negros arqueó una ceja. ¿Acaso este tipo quería tomarla por estúpida?, ¿en verdad creía que ella nunca se daría cuenta de sus perversiones?.
* Ya me oíste. Será mejor no compartir el mismo techo. *
El castaño sonrió. Oh, él quería compartir mucho más que un techo con esa belleza.
Como sea, aun cuando sabía el por qué del repentino rechazo de la mujer, no quiso ceder, después de todo, su padre le había encargado a él los negocios.
* Y tú estuviste de acuerdo. *
* Eso fue antes de que te metieras en mi cama!!. *
La rubia dobló los labios. Kami!, en verdad quería matar a este tipo, si no fuese porque tenía el mismo rostro de Silver, no le hubiese tolerado nada, y sin embargo su presencia le era necesaria, como un consuelo.
La expresión de Hao de pronto se tornó seria. ¿Lo había descubierto?, ¿cómo?; esas malditas pastillas ya no eran tan eficientes, o tal vez él se había excedido con sus besos.
Era inevitable, él es un hombre tan apasionado, sin mencionar que esa mujer lo encendía con su sola presencia, muy a pesar de la falta de interés de ella en él, o que la mujer parecía no saber lo que era el coqueteo, pues su estilo en cuanto a la ropa no era muy llamativo.
Esas faldas largas le restaban encanto a su bello cuerpo.
* Ya lo sabes, no puedes seguir viviendo aquí. *
Tras estas palabras, la Kyouyama abandonó el lugar.
Más el moreno sonrió nuevamente, ahora que el viejo no estaba, era su oportunidad para seducir a la dama y nada lo haría desistir, ni siquiera el total desinterés que Anna por él parecía tener.