Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 7 ::.
La rubia salió del cuarto de baño, envuelta en una pequeña toalla.
* Estas exquisita!. *
Anna alzó el rostro al escuchar la voz del Asakura. Torció las cejas con furia, estaba harta de que ese hombre jugase con ella. Aunque era humillante y hasta vergonzoso, la Kyouyama debía admitir que siempre terminaba disfrutando.
* Largo!!. *
Hao sonrió complacido. Ah, como le gustaba esa arisca actitud de la joven mujer.
El moreno caminó tranquilamente hacia la chica hasta acorralarla entre su ancho cuerpo y el frio muro.
* ¡En verdad eres hermosa!. *
_Tras sus palabras, Hao rodeó la pequeña cintura de la rubia mientras le sujetaba la mano y entrelazaba sus dedos._
* Y en verdad me encantas!!. . . *
Anna desvió la mirada, sonrojándose ante las palabras del castaño. Todo lo que ese hombre decía la excitaba, además. . . la hacía sentir tan especial.
Él la besó, lento, pausado, sin prisas. No cabe duda que Hao Asakura sabía muy bien como seducir a una mujer. Por más que la chica se resistía a él, siempre terminaba formando parte activa de sus juegos.
Sin darse cuenta, Anna se había vuelto sumisa y había perdido su voluntad.
Hao la despojó de la toalla, mirando atentamente el pequeño cuerpo desnudo de la rubia; esas curvas sutiles, pero exquisitas, sus pechos eran pequeños pero firmes y redondos, coronados por un par de aureolas rosas, duras en ese momento, ansiosas por sentir las manos del castaño sobre su piel, que ardía en deseo.
Cuando el Asakura comenzó a desplegar caricias en la silueta femenina, la chica no opuso resistencia y en cambio, correspondió al muchacho con sus pequeñas manos acariciándole el rostro y enredándose en los largos cabellos castaños.
Más esto no fue suficiente para la joven de ojos negros, quien desabotonó la camisa de su compañero, deshaciéndose de esta casi con desesperación.
* Hey, hey!!. . . tranquila, pequeña. *
Hao clavó la mirada en lo negros ojos de la Kyouyama, sujetándole esas traviesas manos suyas que intentaron colarse dentro de sus pantalones.
* ¿Es eso lo que quieres?. *
Anna no necesitaba responder con palabras, sus destellantes ojos desbordando lujuria fueron suficiente respuesta para el moreno, quien lentamente se deshizo de sus pantalones, mientras la mujer permanecía atenta a los movimientos del muchacho, respirando agitada. Su corazón latía con fuerza, más pareció detenerse por un instante cuando, ante sus ojos, apareció el miembro viril del pelilargo, ancho y duro, casi majestuoso.
* ¡Oh, Kami!… *
Anna suspiró deseosa, causando una risita burlona en su compañero.
Hao se inclinó para besarla con locura, más la mujer parecía distraída, atenta solo al erecto pene que desafiaba la gravedad.
* ¿Lo deseas, Anna?. . . pídemelo!. . . *
* ¿Qué cosa?. *
El moreno sujetó las manos de la rubia, guiándolas hasta su pene, ella dio un respingo de sorpresa, pero igual sentía como su vagina se mojaba ante esa acción. Hao retiró sus manos, expectante a la reacción de la rubia.
Anna respiraba agitada. . . estaba caliente y era duro como piedra, tan grande y ancho. Ahh, lo deseaba. . .
* ¡Hazlo!. . . *
Y los susurros del Asakura, justo en su oído, con su aliento acariciándole el cuello no ayudaba mucho.
La mujer no pudo más y comenzó a deslizar sus pequeñas y suaves manos sobre aquel pedazo de carne.
* Ahh!!. . . *
* Olh!, pequeña!!. . . *
El pelilargo buscó los labios de su compañera, devorándolos con desesperada pasión; esa chica estaba haciendo magia con sus frágiles manos y él estaba sucumbiendo ante ella. . . lo estaba doblegando. Así que insistió. . .
* Pídemelo, Anna. Hazlo. . . *
Ella tallaba cada vez más rápido el miembro del castaño, totalmente concentrada en la herramienta sexual del moreno, su objetivo. Para Hao fue en verdad muy difícil detener las caricias de la mujer, pero realmente quería escucharla rogar, así que la hizo girarse, dejándola de espaldas a él.
Las manos del moreno pronto se dedicaron a explorar el sexo de la rubia, hundiéndole un par de dedos que se deslizaron con facilidad gracias a lo bien lubricada que ella estaba a causa de su excitación.
* Yamete, Hao!!. . . *
* Calla!, sé que esto te gusta, que lo deseas. *
La Kyouyama cerró los ojos y comenzó gemir, incapaz de soportar las caricias de los expertos dedos de ese hombre.
* Motto!. . . *
_Susurró._
* Motto!… dame más, Hao, necesito más!!. . . *
Una sonrisa casi malévola adornó el rostro del Asakura al escuchar las palabras de la joven de ojos negros. Eso es lo que él tanto quería, someterla, obligarla a necesitarlo. . .
““Así como yo la necesito a ella.””
Con este pensamiento, Hao sujetó a la mujer y la hizo girar hasta tenerla frente a frente, luego la tomó por los muslos, elevándola unos centímetros sobre el piso, acomodándola sobre sus caderas.
* Ahh, Hao!. . . *
La rubia suspiró al sentir el roce entre su sexo y el pene del moreno.
Ella creía que este era el momento, que Hao la penetraría, pero en cambió sintió como él agitaba lentamente las caderas, creando fricción entre ambos sexos.
* No, esto no es lo que quiero, Hao… *
Él la calló con sus labios, introduciendo su lengua en su cálida boca, sosteniendo así un beso salvaje y cargado de lujuria. Anna estaba tan excitada que pronto se halló frotándose contra la pelvis de ese apuesto moreno, devorando y siendo devorada en un beso que a ella le parecía hermoso.
* Hao, oh, Hao!!… *
Y se le iba la voz, murmurando el nombre de aquel que la estaba volviendo loca de deseo y placer.
Pronto, la Kyouyama estaba sumergida en el ir y venir de sus caderas, llena de gozo al sentir como el exterior de su vulva y su clítoris se tallaban una y otra vez contra el duro miembro de Hao, quien soltaba roncos gemidos justo en el oído de la rubia.
Anna no pudo más y arqueó la espalda al sentir como su sexo no pudo retener tanto placer y comenzaba a contraerse con fuerza, tratando de aprisionar algo que nunca entró en ella. . . el miembro viril de Hao.
Aun sosteniendo entre sus brazos a la bella mujer, el Asakura se dejó caer de rodillas sobre el piso. Respiraba agitado y estaba muy cansado. . . estaba al borde de un orgasmo tan solo con frotarse contra los labios vaginales de la chica de ojos negros, quien, agitada, lo miraba casi suplicante.
* Hao, yo… lo-lo necesito… penétrame!!, ¡hazme el amor!… *
El moreno sonrió al escuchar las palabras de la mujer. Cómo había deseado escucharla decir aquellas palabras, y ahora. . .
““No, aun no. Debo hacerla sufrir… un poco más.””
Pensaba el castaño, posando sus labios sobre la dulce boca de su compañera.
* Lo siento, Annita, pero será en otra ocasión. *
Apenas dijo esto, el Asakura se puso de pie y sin más, salió de la habitación, con el pene apuntando hacia arriba, doliéndole de lo duro que estaba. Pero su propia frustración se había visto recompensada con ver el lindo rostro de la mujer, sorprendida y humillada, incrédula por haber sido rechazada de esa manera.
Hao pensaba que cuando por fin hiciera suya a la joven de ojos negros, lo disfrutaría como nunca antes, porque ella es especial.
Pero la rubia mujer no tenía los mismos ánimos que el castaño.
Él la había rechazado, lo hizo de una forma. . . tan horrible. Él era un patán y ella se sentía tan humillada. Además aun temblaba de excitación; deseaba a ese hombre y ese simple hecho la hacía sentir. . . como una cualquiera y traidora de lo peor, infiel al recuerdo de su esposo, de su amor.
Lágrimas se deslizaron por las mejillas de la Kyouyama.
Fue entonces que ella comprendió dos cosas: una era que ya había tocado fondo y lo más importante. . . que ningún hombre podría amarla, solo Silver. . . y él ya no estaba!.