Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 11 ::.
Sentada sobre la cama, la rubia estaba frente al televisor, cambiando constantemente de canal sin encontrar algo interesante.
Justo en ese instante, el sonido de la puerta al abrirse y cerrarse la puso alerta.
““Ya llegó.””
Pensó. Y no pasaron más de cuatro segundos antes de que el Asakura se acercase a ella.
* ¿Qué tal te fue?. *
Sin apartar la mirada del televisor, Anna ni siquiera volteó a ver al muchacho.
* Mal !!. *
Apenas dijo esto, Hao estrechó a la mujer, besándola de forma exigente, casi salvaje, obligándola suavemente a recostarse sobre la cama.
* Pensé en ti todo el día… me duele la cabeza!. *
Anna sonrió traviesa, acariciando el apuesto rostro de su amante.
* Para!. ¿Crees que puedes tomarme cuando se te dé la gana?. *
Le decía la rubia, una vez que sus labios estuvieron libres de los del moreno, quien ahora tatuaba de besos el sensible cuello.
Pero si ella no puso resistencia alguna, de hecho, le correspondió el beso, además. . .
* Estas mojada!. *
La Kyouyama dio un pequeño suspiro al sentir en su sexo los traviesos dedos del castaño, acariciando por encima de las bragas. No supo en qué momento las caricias de ese hombre habían terminado bajo su falda, aunque tampoco era algo que la molestase.
* ¡Baka!. *
Acompañando sus palabras, la joven fingió una expresión seria, casi indiferente, todo mientras luchaba contra la corbata y los botones de la camisa del castaño.
¿Para qué negárselo a si misma?, ella lo había estado esperando ansiosa por él, como todos los días desde hace un par de meses, cuando empezaron con esta locura. Pero no se lo iba a decir, ¿verdad?.
Pero hoy en particular, la chica estaba un tanto molesta, porque el descarado se había demorado más de una hora y sin siquiera avisarle.
* Me desvié un poco para… hacer algo importante. *
La explicación de Hao emergió sin necesidad de que la Kyouyama le reclamase, como si él adivinase su mal humor y de hecho. . . así era.
* ¿Me perdonas?. *
* Solo si me haces el amor. *
El moreno copió la sonrisa de la chica; sus ojos brillando con intensidad por la lujuria.
Entonces la besó, y con renovado entusiasmo, sus toscas manos recorrieron la pequeña y frágil figura femenina, delineando las exquisitas curvas que a él le encantaban y que lo volvían loco.
Poco tardó Hao en deshacerse de sus ropas, más con las de Anna. . . la mujer se tomó su tiempo, con lentitud y sensualidad.
Pero si bien esa tranquilidad al principio fue un deleite, esta terminó siendo una tortura para el Asakura. Tanta fue la desesperación del castaño, que no esperó a que la rubia se despojara de su lencería.
Él al tomó entre sus brazos, besándola con desmedida pasión. Anna gimió entre el beso, el toque de ese hombre le quemaba la piel, encendiéndola a ella también.
* Te deseo… ¡no puedo esperar más!. . . *
Dicho esto, el pelilargo posó todo su peso sobre el lindo cuerpo de la rubia de ojos negros, y sin más, con un leve tirón, destrozó el braseare.
La Kyouyama tembló de deseo y no pudo evitar un gemido delatador que escapó de sus labios. Sin embargo, nada de eso se comparó con sentir como el moreno comenzó a estrujar y besar sus pechos, prestando especial atención a los sonrosados y ahora duros pezones que coronaban deliciosamente los senos de la Kyouyama.
Fue ahora el Asakura el que se tomó su tiempo para admirar aquel par de obras divinas, jugando un rato con los pezones, acariciándolos, pellizcándolos con delicadeza.
Hao sonrió casi con dulzura. Esa mujercita era tan hermosa, que para él era como una diosa. Más luego su expresión se tornó traviesa y su mano bajó hasta el sexo de la mujer, acariciando por encima de las bragas ya mojadas.
Un segundo tirón fue suficiente para deshacerse de la estorbosa prenda.
Entonces, al contemplar la delineada forma del sexo de la mujer, los ojos del Asakura se opacaron violentamente a causa de la lujuria que a esas alturas había alcanzado un nivel verdaderamente insoportable.
* Hao, deja ya de jugar y hazme el amor!. *
El muchacho pareció salir de su trance al escuchar a la rubia.
Se embelesó de tal manera con la silueta de la chica, que sin siquiera reparar en ello, se quedó inmóvil y sin habla.
* Pero tú ya te divertiste a mi costa, no me negarás la misma oportunidad, ¿verdad?. *
* Hao!. *
Entonces el pelilargo tomó por las caderas a la joven, llevándose esas blancas piernas hasta sus hombros.
Anna pensó que en ese instante él la penetraría, pero en cambio el moreno hundió su cabeza entre las piernas de la rubia, degustando el dulce sabor de su intimidad. La Kyouyama soltó un fuerte gemido al sentir como la lengua del castaño acariciaba su clítoris y separaba los pliegues vaginales, adentrándose en ella y estimulándola de forma delirante.
* Ha-Haooo… no, no… *
La mujer ya no sabía si sus suplicas eran porque él se detuviera o para que él siguiese llenándola de placer.
Y precisamente fue tanto el gozo que experimentó la joven de ojos negros, que poco tardó en ser premiada con un intenso orgasmo que la hizo gritar las tres letras del nombre del moreno.
Fue gracias a esa experta y traviesa lengua que entraba y salía rápidamente de su vulva, serpenteando ligeramente y estimulándola al grado de que un minuto después de su explosión de placer, su vagina seguía palpitando, prueba de la locura que aun no terminaba.
Anna respiraba rápidamente, tratando de recuperar fuerzas; sus negros ojos brillaban con intensidad, su boquita entreabierta estaba tentando al Asakura a besarla sin descanso y sus largos y alborotados cabellos de oro, unos cuantos adheridos a su lindo rostro, le daban a la chica un toque de sensualidad que el moreno agradeció enormemente, pues su corazón latió descontrolado.
Hao sabía muy bien lo que quería, lo que necesitaba y no iba a parar un instante hasta obtenerlo. Entonces, en ese momento, el castaño se acomodó entre las piernas de la Kyouyama, penetrándola completamente de una sola embestida.
Ella se arqueó y gimió complacida. Fue delicioso sentir como el pene de Hao se deslizó rápidamente dentro suyo, complementándose para luego comenzar con el ir y venir de sus cuerpos que ellos tan bien conocían y del que sin embrago nunca se cansaban.
Anna cruzó las piernas sobre la espalda del Asakura, reteniéndolo en ella cuanto pudo, impidiéndole alejarse demasiado.
Hao se pegó completamente al cuerpo de la mujer, acariciando sus suaves pechos mientras la besaba hambriento, sintiendo su cálido aliento cada vez que abandonaba sus labios, rogando por aire.
* Anna, Anna… *
El muchacho clamaba por su amante, con voz ronca y constante.
La fricción entre sus sexos se tornó casi dolorosa y sin embargo necesaria. Era un roce tan íntimo, tan fuerte y profundo, y que tristemente poco duró.
* H-Hao, no, no pares, no, nnooo!!. . . *
Ella cerró con fuerza los ojos, abrazándose al moreno al tiempo en que llegaba a la cima del placer y sentía como el interior de su cuerpo se estremecía de tal manera, que su vagina se contraía con más fuerza que antes, lo que fue un delicioso regalo para Hao, pues su pene era estimulado de tal manera que poco resistió tan delirante servicio.
El Asakura apenas pudo deslizar su pene fuera del cuerpo de la rubia, derramando su esperma en las sábanas aunque un poco fue a dar a la vagina de la mujer.
Las respiraciones agitadas rompían el tranquilo silencio que los rodeaba.
Y mirándose el uno al otro, se acariciaron con suavidad, como compensando la rudeza de su entrega.
* Eres un… *
Anna dejó inconclusa la frase al darle al moreno un beso suave y cansado, pero que sin embrago hizo estremecer al Asakura, quien no dudó en entregarse en esa pequeña muestra de afecto.