Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 13 ::.
* Tengo algo que darte. *
* A mi??. *
Nunca la curiosidad apareció en el rostro de la mujer, era más bien la sorpresa de que Hao tuviese algo para ella.
De entre sus ropas olvidadas en el piso, el moreno sacó algo que la chica no alcanzó a ver y con satisfacción él le sujetó la mano de la rubia, quitándole el anillo de bodas.
* ¡¿Qué haces?!. *
Anna gritó horrorizada al ver como el Asakura arrojaba la sortija hasta el otro extremo de la habitación.
* Con esto, ahora todos sabrán que eres mía. *
Le decía el pelilargo, poniendo un nuevo anillo en el dedo de la mujer.
En ese momento, la Kyouyama sintió el dolor y la humillación, pero más que nada la tristeza ante lo que el castaño acababa de hacer, pues él acababa de pisotear sus sentimientos y el recuerdo de Silver que ella tanto atesoraba.
* Eres… un patán!!. *
* ¿Por qué?, por pedirte que estés a mi lado?. ¡Maldita sea, Anna, deja a Silver en el pasado!. *
El moreno ni siquiera se dio cuenta de que, ya fuera de sí, estaba gritando, tampoco se percató de que sujetaba a la joven con demasiada fuerza, lastimándola. Y fue hasta que Anna gimió de dolor, que el Asakura fue consciente de que había perdido el control.
No pudo evitarlo, siempre era así cuando se trataba de la mujer de ojos negros; es que Hao estaba harto de que ella siguiera pensando en un hombre que tenía más de un año de haber muerto.
““¿Por qué no puedo ser yo el único en su mente?… ¿por qué ante sus ojos… yo no pudo superar a mi padre?.””
Y Hao terminó atormentándose con las mismas preguntas: ¿por qué no podía ser el único para ella, así como ella era la única para él?.
Porque sinceramente él no podía sacarse a esa mujer de la cabeza, la deseaba las veinticuatro malditas horas del día, y él lo único que le estaba pidiendo era que usara el anillo que él le compró. Pero no!!. . . Anna era tan necia que no quiso deshacerse de su sortija de bodas.
* Joder, Anna!!. . . olvídate ya de él. Está muerto, ¿entiendes?, MUERTO!!. *
La Kyouyama bajó la mirada ante las crueles palabras que terminaron en gritos. Le dolía tanto escucharlo, que le echase en cara algo que ella muy bien sabía. Pero. . . ¿era tan malo que recordase a su esposo?. Anna lo amó demasiado; no se puede desechar el recuerdo de una persona solo porque esta murió.
Silver seguía muy presente en la mente y el corazón de la rubia; ella quería y necesitaba mantener vivo ese recuerdo y solo deseaba que Hao respetase eso. Pero no!!. . . él es tan celoso que no se daba cuenta de que esto no era una competencia entre él y su padre, sino tan solo su realidad, la de Anna y la de él.
Y todos esos pensamientos atormentaban a la joven de ojos negros, quien con la mirada baja no pudo evitar derramar algunas lágrimas, escondiendo su tristeza y su dolor tras unos cuantos mechones de dorados cabellos.
Anna tembló y Hao lo notó, la escuchó sollozar y entonces supo que se había excedido; había volcado todos sus celos y su frustración en ella, quien era la menos culpable. El moreno debía estar conforme con que ella lo haya aceptado y no exigirle cosas que ella no podía darle. . . como su amor.
* A-Anna… ¿estás bien?, yo… *
El Asakura buscó la mirada de la joven, más ella giró el rostro, negándose a mantener un contacto visual con él.
Ya se había derrumbado muchas veces ante él. . . simplemente no quería que él la viese llorar, pero esto solo hizo enfurecer aun más al castaño, esta vez consigo mismo. Sentía el rechazo de la mujer, la hizo llorar y eso. . . no le gustó de sí.
Sin importarle su desnudez, el moreno abandonó la cama y caminó donde la sortija que momentos antes arrojó; luego volvió con Anna.
* Ten. *
_Le decía, sujetándole la mano y reemplazando los anillos._
* Este es más importante. *
Sorprendida, Anna alzó la mirada; las lágrimas aun rodaban por sus mejillas.
Parpadeó un par de veces, sin poder apartar sus lindos ojos de aquel hombre.
* Ha-Hao, yo solo… *
* Gomen… es solo que te amo y me volví loco al darme cuenta que tu no sientes lo mismo… ¡soy un estúpido!. *
La rubia se llevó las manos a la boca, completamente sorprendida ante aquella confesión; no solo que el pelilargo le devolviese su sortija de matrimonio, sino sus palabras, pero más aún. . .
* ¿Qué dijiste?. *
* Nada, olvídalo. *
El Asakura le dio la espalda; no estaba dispuesto a humillarse todavía más ante ella.
Pero no esperaba que Anna lo abrazara, pegando sus suaves pechos a su ancha espalda, causándole sensaciones simplemente deliciosas.
* Dilo otra vez. *
El muchacho frunció el ceño. Dios!, la voz de la chica era tan dulce y tentadora que. . . no!, no se doblegaría ante ella, no!. . . pero toda la determinación del hombre se fue al diablo cuando las suaves manos de la Kyouyama comenzaron a masajear su virilidad.
Hao se mordió el labio; esto era tortura, tenía que serlo.
* Para!!. *
Exigió con voz ronca, más por excitación que por enfado.
* Dilo… onegai. *
La rubia insistió. Necesitaba escuchar esas palabras una vez más.
Hao no pudo más contra las caricias de aquellas suaves manos, así que se giró violentamente, atrapando entre sus fuertes brazos a la mujer, aprisionándola bajo su cuerpo.
* Te amo, te amo!!. *
Le decía una y otra vez, complaciéndola mientras la llenaba de besos. . . es que no pudo más contra ese sentimiento.
Ella sonrió llena de felicidad como hace mucho no lo estaba. Un par de lágrimas escaparon de sus ojos.
* Yo también te amo. *
Hao se estremeció mucho más con aquellas palabras que con las caricias pasadas.
Entonces se contagió de la felicidad de la mujer. . . tal vez fue por el agua salada que él probó al besar el cuello de su Anna.