Por:
Maeda Ai
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.:: Capítulo 17 ::.
Había sido una semana muy pesada. La ausencia de la rubia no le había sentado nada bien al moreno.
Ni una llamada ni siquiera para exigirle lo que en realidad le pertenecía a ella.
Hao había estado de pésimo humor; quiso refundirse en el trabajo, pero ni así podía dejar de pensar en la mujer de ojos negros.
““Quiero verla.””
Pensaba el muchacho, pasándose una mano por el rostro y luego por sus largos cabellos, lleno de frustración.
Suspiró cansado, al parecer la rubia estaba más que dispuesta a cumplir con sus palabras y él pensaba que este día no tendría mayores complicaciones, más justo en ese momento golpearon la puerta de su oficina, era su secretaria que le anunciaba la visita del abogado de la empresa, Ren Tao.
El Asakura torció los labios, no habían concretado una cita, así que con fastidio, lo hizo pasar. Grande fue su sorpresa al ver a la persona que acompañaba al heredero Tao.
* ¡A-Anna!. *
El castaño se irguió apresurado, sus ojos desteñidos ante la incredulidad de ver ahí a su prometida.
Tenía enfermizos deseos de acercarse a ella y abrazarla, pero su mirar lo detuvo. La Kyouyama le dedicó una mirada llena de frialdad y desprecio.
Ren y Anna se sentaron frente al escritorio del Asakura, quien no podía armar palabra alguna ante la extraña situación que allí se vivía.
* Espero no importunarlo, de cualquier forma no le quitaremos mucho tiempo. *
La voz del chino sonó seria, después de todo, esto no era más que una simple advertencia.
* La señorita Kyouyama está interesada en participar en las decisiones de la empresa, así que la tendremos por aquí muy seguido de ahora en adelante. Espero que esto no le represente problema alguno. *
El pelilargo escuchaba atentamente al chico Tao, mientras miraba con fijeza a la rubia de ojos negros, quien le sonrió triunfante una vez la razón de su visita se dio a conocer.
* Espero que nos llevemos bien, señor Hao. *
La voz de la mujer era una maldita mezcla entre burla e ironía. El moreno torció la boca, furiosa con la actitud vengativa de la mujer, él no estaba dispuesto a ser el blanco de insultos y sus irónicos comentarios, no señor.
Aclararon un par de puntos más, sin embrago no tardaron más de veinte minutos. Finalmente Ren se disculpó, pues tenía un par de asuntos, así pues, se fue y dejó a solas a los líderes de la dichosa empresa.
* ¿Qué es lo que pretendes, Anna?. *
La chica sonrió jovial, casi con inocencia, ante esa pregunta, luego miró su reloj, irguiéndose en seguida. Con la hora de pretexto, planeaba escapar y dirigirse a estrenar oficina.
El Asakura frunció el ceño; no iba a seguirle el jueguito a esa chica, así que no tardó en alcanzarla, sujetándola del brazo y girándola bruscamente, acorralándola contra la pared.
* Debemos hablar!. *
* Suéltame!!. *
Y por primera vez desde que se vieron, ella lo miraba con rencor, con todo el coraje y el resentimiento que por él sentía.
* Anna, yo… terminemos con esta locura. *
La voz del moreno se tornó suave, acercando su rostro al de la joven de negros ojos; su aliento acariciando los labios de la mujer. Ella dobló las cejas, entre furiosa y dolida. Por esta locura, como él la llamaba, ella había sufrido mucho.
Anna bajó la mirada, recordando el día en que le dejó todo a Hao.
Dolida, derrotada, humillada y utilizada, así se sentía y así llegó a casa de Pilika, empapada por la lluvia y sus propias lágrimas. Si alguien iba a verla llorar, si alguien iba a acompañarla mientras ella se desahogaba, esa persona definitivamente era Pilika Usui.
Anna se había dado por vencida, en verdad no había planeado pelear la herencia que le dejó su esposo. Eso nunca le importó y mucho menos ahora; ella había perdido algo mucho más importante, su autoestima, su dignidad y la confianza en el hombre que amaba.
En esos momentos, la Kyouyama se sentía la mujer más miserable e inútil del mundo.
* Estas muy equivocada si crees que voy a dejar que la gran Anna Kyouyama se hunda de esta manera. ¡Pelea!. *
Fueron las palabras de su amiga peliazul.
Ahora, la rubia alzó la mirada, recordando aquellas palabras llenas de coraje y determinación. Si, Pilika la había animado a pelear por lo que es suyo, pero también a recuperar su dignidad. No se daría por vencida y no estaba dispuesta a dejar que Hao se burlase de ella.
* Mi querido Hao, verás… no tengo deseos de hablar, de hecho… *
Con voz melosa, la rubia abrazó al moreno, insinuándosele al juntar su exquisito cuerpo al del Asakura.
* Podríamos usar este tiempo juntos para otras cosas… *
* S-si, por supuesto… *
El pelilargo suspiró poco antes de que sus labios tocasen los de la chica, pero aquel fue un beso fugaz que le supo a nada.
Desconcertado, tardó en darse cuenta que la chica se había escapado de su abrazo y salía de su oficina, no sin antes entre risas advertirle que al parecer iba a divertirse mucho con él.
Hao apretó los puños.
“Divertirse”, eso le había dicho y él había notado perfectamente el rumbo de aquellas palabras.
* Ella quiere vengarse de mí. *
Susurró para sí el joven de largos cabellos, sin saber si la idea le disgustaba o simplemente le encantaba.