Por:
Maeda Ai
. . . . . . . . . . .
.:: Capítulo 22 ::.
La sonrisa de la rubia era amplia y radiante.
El moreno juraría que ella se estaba burlando de él, aunque realmente no era así, es cierto que Hao suspiraba cada cinco minutos, derrotado y resignado mientras que Anna reía como si estuviese logrando que le cumpliesen un capricho, pero. . . los días pasados fueron un verdadero infierno para ella.
Dolor, tristeza y resignación, era todo lo que había a su alrededor, que ahora que una intensa luz la rodeaba, prometiéndole felicidad, la mujer simplemente no podía dejar de reír.
* No me mires así *
La voz juguetona de la Kyouyama sonó en medio de la oscuridad de la habitación.
El Asakura alzó el rostro, encontrándose con los hermosos y brillantes ojos de su compañera.
* Así, ¿cómo?… *
* Vamos, Hao, si no quieres… *
Las manos del castaño se deslizaron por los contornos de la figura femenina, acallando a la rubia de ojos negros.
¿No querer?. Hao abandonó esa idea hace mucho.
Ya eran un par de semanas desde que se habían reconciliado y desde entonces ellos habían tenido relaciones tantas veces ya. . .
““No me sorprendería que ella estuviese ya embarazada.””
Pensaba el moreno al tiempo en que una sutil sonrisa adornaba su atractivo rostro.
La actitud distraída y hasta decaída del Asakura se debía a la maraña de ideas que iban y venían por su pobre mente. Él adoraba ser el hombre que Anna escogió como padre de sus futuros hijos, pero no por ello no se sentía como un simple donador de esperma y nada más.
* Cuando nazca el bebé que tanto deseas… ¿seré desplazado?. *
La rubia parpadeó un par de veces ante las palabras del muchacho; luego sonrió.
* Baka!. *
Así que ese era el problema de todo esto, de su extraña y hasta distante actitud, incluso de que él se negase a formar una familia con ella.
La sonrisa de la mujer se tornó tierna; tal vez debía demostrarle a ese hombre todo su amor. . . ahora mismo y a su particular manera.
* ¡Te amo!. *
Dicho esto, Anna se sentó sobre las caderas del pelilargo, desplegando pequeños y tranquilos besos en el rostro de Hao, su frente, su afilada nariz, sus parpados y sus labios. . . aquí, el beso se tornó largo y apasionado.
El moreno no pudo contra el deseo que tenía por esa mujer. Enfermizo, obsesivo, desesperante. . . como quieran llamarle, lo cierto es que el Asakura no tardó en deshacerse de las estorbosas ropas, las suyas y las de su compañera.
Sus ojos se opacaron a causa de la lujuria; contemplar la desnudez de la rubia era sin duda la visión más hermosa y gratificante que él haya visto jamás, tanto así que tenerla entre sus brazos y formar uno solo se volvió una necesidad, una imperante necesidad. . . necesidad que lo llevó a buscar sus dulces labios con brusquedad.
Era mejor aprovechar ahora y dejarse llevar por su incontrolable deseo, pues cuando ella estuviese en cinta, seguro que tendría que reprimirse para no lastimarla. . . lastimarlos.
Hao colmó el cuerpo de la chica con el suyo, sintiendo la calidez femenina y embriagándose con el perfume que de ella tanto le encantaba.
El moreno se acomodó entre las piernas de la rubia al tiempo en que la llenaba de besos. Luego, comenzó a mover suavemente las caderas, creando fricción entre ambos sexos.
Anna rompió el beso tan solo para gemir ante el delicioso cosquilleo que le provocaba la hombría de Hao; la punta de su pene se deslizaba por el interior de la vagina de la joven de largos cabellos dorados, como delineando o pintando la línea vaginal.
* Ahh, Hao… mmm!!… *
La Kyouyama arqueó el cuerpo, abriendo desmesuradamente los ojos pues la sorpresa y el placer la inundaron en el instante en que el Asakura clavó la punta de su pene en su intimidad.
La mujer se sonrojó notablemente; creía que el moreno pretendía jugar un rato, pero no fue así, no pensó que él estuviese tan deseoso.
Anna separó un poco más las piernas, permitiéndole a Hao penetrarla a su gusto, como y cuanto quisiera.
El castaño sonrió entonces, percibiendo la disposición de la chica. Ella era tan pequeña y tan sensual, sin embargo tenía un carácter fuerte en verdad. El hombre sonrió; no pudo haber conseguido mejor mujer, digna de él. . . ¿o era él quien era digno de ella?.
El moreno no quiso perder su tiempo pensando en ello. Tenía algo de prisa, mucha!!. Necesitaba a esa mujer, la necesitaba ya. . .
Hao empujó las caderas, penetrando a la mujer poco a poco pero completamente. Anna se abrazó a su amante, sintiendo la dureza del hombre quien yacía ya totalmente dentro suyo.
* Ahh… ma-matte!!… *
Ella jadeó, pidiendo tiempo pues no importaba cuantas veces lo hicieran, ella en verdad era muy pequeña para él.
O quizás él era demasiado grande. Anna cerró los ojos y sonrió, sonrojándose intensamente; lujuriosas ideas llenaron su mente.
Así que, inspirada, la Kyouyama pronto inició el baile que tanto adoraba tener con ese hombre. Un baile íntimo donde sus cuerpos se buscaban mutuamente y las caderas iban y venían con fuerza y brusquedad. Él entrando y saliendo de ella con un frenesí imparable.
Y así, pronto el vaivén de las siluetas se tornó intenso; Hao jadeaba con fuerza, aferrándose a ella, penetrándola con brusquedad. Diciendo cosas sin sentido para ella, con un vocabulario nada decente, debía agregar, pero aun así era perfecto.
Ella sonrió, aun así lo veía apuesto, con sus largos cabellos cayendo con elegancia sobre sus hombros. La misma rubia era presa de la lujuria y el placer, pues alzaba las caderas buscando que el miembro masculino se clavase más profundo en ella o se estrujaba ella misma los senos sin ningún recato, la intachable y respetable dama se convertía en una hembra en celo en la cama, pero todo ese deseo y lujuria solo eran provocados por el Asakura.
Una de las manos de la chica bajó hasta su sexo, palpando el miembro de Hao por contados instantes para luego concentrarse en su clítoris, frotándolo con insistencia, brindándose un poco más de placer.
La imagen enloqueció al hombre quien comenzó a empujar las caderas con más fuerza aún.
* Ayy, ahh, Ha-Hao… Hao!!… *
Anna se frotó el clítoris al mismo enloquecedor ritmo de las penetraciones de su amante, sintiendo de pronto que el placer era demasiado como para ser contenido. Ella no pudo más, su piel interna comenzó a contraerse al tiempo en que gritaba el nombre de su compañero, arqueando su cuerpo ante el avasallador orgasmo.
Hao no tardó en seguirla, pues las pulsaciones de su vagina eran tan intensas y deliciosas que no pudo resistirse al éxtasis que lo envolvió; arqueándose él también, clavando hasta el último centímetro de su pene en la mujer. . . su mujer, y llenándola de caliente y espeso semen al tiempo en que un ronco gemido escapaba de su boca.
Aun con las respiraciones agitadas, él recostado, y derrotado, cómodamente sobre la exquisita figura femenina.
Hao acarició los cabellos de la Kyouyama, buscando su hermosa mirada, ella abrió los ojos entonces. . . y se sonrieron.
““Eso fue maravilloso!.””
Pensaba la mujer, suspirando y devolviendo la caricia, consintiendo al Asakura.
* ¡Eres increíble, Hao!… todo un dios del sexo, sin duda. *
El muchacho sonrió con autosuficiencia y orgullo. Era raro que Anna le hiciese ese tipo de halagos.
* ¿Eso crees?. *
* Si. *
* En ese caso… *
El moreno rodeó la cintura de la mujer, pegándola aun más a su cuerpo.
* Tú serás mi eterno tributo. *
Anna hizo un sutil puchero, ya no muy conforme con la metáfora. Pero sintió las traviesas manos del Asakura estrujando sus pechos, encendiéndola de nuevo. La rubia se olvidó de cualquier reclamo y se abandonó en el nuevo ir y venir de las caderas de su amante.
Adoraba hacer el amor con él y simplemente no podía reclamarle o negarle nada al hombre que la satisfacía y la complacía en la cama. . . y fuera de esta.
Así es. Amaba a este hombre y a su masculino y maravilloso cuerpo.